26 abr 2019

REBAÑO... DEL "MeSMO" PELO











REBAÑO...
DEL "MeSMO" PELO


Ortega y Maduro, ¿ovejas negras del rebaño de Bergoglio?


Loris Zanatta  PARA LA NACION 

La actitud del Vaticano hacia los regímenes de Nicaragua y Venezuela se puede interpretar siguiendo la historia del pensamiento jesuita en América Latina





24 de abril de 2019


Por qué el Papa llamó a Roma a monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, el crítico más duro del régimen de Daniel Ortega y su esposa? 

La decisión causó sensación y el interesado no la tomó bien: "No fue mi voluntad, me voy por 'responsabilidad' del Papa", dijo. 

Más claro, imposible.
Los bomberos trataron de apagar el fuego: el Papa quiere protegerlo de las amenazas de muerte, explicaron. 

Que Báez corre peligro se sabe; que sea la razón de su retiro es poco probable: el que lo amenaza es el mismo régimen que la Santa Sede acepta como interlocutor. 

Para ser creíbles, acaba de decir un cardenal mexicano, debemos "estar dispuestos a entregar la vida"

¿Es posible que el Papa no esté de acuerdo?

Al pensar mal se peca, pero a menudo se acierta: ¿no será que lo que quiere evitar es un mártir de la causa "equivocada"?

Quizás el Papa retiró a Báez porque este fue demasiado lejos: no le compete al clero reemplazar a los políticos. Correcto. 

Pero contradictorio: ¿acaso Romero o Angelelli, ambos beatificados, habían ido demasiado lejos? 

¿Los muertos de Ortega valen menos que los de los escuadrones de la muerte salvadoreños?

¿Los de Maduro, menos que los de Videla? 

No me digan que es diferente: son regímenes autoritarios que matan, torturan y falsifican elecciones. 

Que lo hagan en nombre del "pueblo" e invocando a Cristo no es excusa, sino agravante. 

Además, América Latina está llena de obispos metidos en política; en la Argentina, el exvocero del Papa acaba de explicar a quiénes no tienen que votar los católicos; hace unos meses, algunos obispos arengaron a una plaza contra el Gobierno. 

En esos casos, nadie fue llamado a Roma. 

El retiro de Báez no puede deberse al exceso de celo político; más bien, al hecho de haber puesto su celo al servicio de la causa "equivocada".
Uff, se impacientarán algunos, es todo muy simple: el Papa quiere paz y obispos como Báez ponen trabas: gritan, denuncian, provocan. 

Lo mismo que el cardenal Urosa en Caracas: tenía la costumbre de denunciar los abusos del régimen. Chávez lo había tildado de "troglodita". 

Al cumplir 75 años, el Papa no demoró mucho en aceptarle la renuncia: le concedió a Maduro la "cabeza" que ahora le concede a Ortega

¿Consiguió paz? ¿Democracia? ¿Alivio para los venezolanos? Nada. 

En Nicaragua hoy, como en Venezuela ayer, la mediación vaticana coloca a las víctimas y a los victimarios en el mismo plan; les da oxígeno a regímenes que no piensan aflojar las riendas, sino estrecharlas a medida que pierden popularidad. 

¿Puede haber paz sin justicia?
Todo eso desorienta. 

No hace falta ser muy perspicaz para notar que la Iglesia no habla en Roma el mismo idioma que en Caracas, Managua, La Paz; las capitales de lo que queda del eje bolivariano. 

En boca del Papa no se oye ni el eco de las denuncias de los episcopados locales. 

"¿Qué opina de Maduro?", le preguntaron.

"Lo encontré dos veces -contestó-. Parece un hombre convencido de sus ideas"

Eso fue todo; como si nada. 

Como si no fuera responsable de graves y documentadas violaciones de los derechos humanos.
Todo es tan desconcertante que debe de haber algo muy profundo. 

¿Por qué tanta tolerancia hacia los Ortega o los Maduro, figuras mezquinas de las que la historia apenas recordará el nombre? 

¿Por qué no le merecen las mismas invectivas lanzadas a los populistas europeos? 

¿Por qué increpa contra el neoliberalismo y guarda silencio sobre las recetas de aquellos líderes, que tanta pobreza y tantos éxodos causan? 

¿No es una actitud ideológica? 

¿No mide con dos raseros?
Para entenderlo, mejor tomarlo desde lejos. 

Un hilo rojo recorre la historia de América Latina. 

Al seguirlo se comprenden muchas cosas: es el hilo jesuita, animado alguna vez por el sueño del Reino de Dios en la Tierra, impermeable a la corrupción del mundo y de la historia. 

Una tierra prometida donde el pueblo era uno y puro; la sociedad era un orden sagrado, un organismo natural donde el todo era superior a la parte, la comunidad al individuo, nos repite Francisco; la fe lo abrevaba todo.
Pero nada es para siempre y aparecieron los enemigos. 

Enemigos externos: protestantes, científicos, comerciantes, librepensadores; enemigos internos: elites cosmopolitas cansadas de ratio studiorum (1), de un orden moral donde la prosperidad era pecado; la libertad, herejía

Así fue erosionándose la cristiandad antigua. Estado en el Estado, Iglesia en la Iglesia. 

Los jesuitas levantaron barricadas contra el "progreso" que derribaba terraplenes, separaba esferas, sembraba incredulidad. 

El siglo XIX lo jugaron a la defensiva, disparando desde las trincheras contra el secularismo, las constituciones, el liberalismo.
Hasta que la rueda volvió a girar: la modernidad desembocó en conflictos; la paz, en guerra. 

Los jesuitas encabezaron la revancha, teorizaron la colaboración con los fascismos contra la apostasía, la democracia, el mercado, culpables de trastornar el plan de Dios, de corromper al pueblo puro e inocente. 

¿El remedio? El "nuevo orden cristiano": unánime, jerárquico, corporativo; orgánico como la cristiandad antigua.
El peronismo nació así: Dios, patria y pueblo; pueblo redimido del pecado inoculado por la elite secular, cosmopolita, cipaya. 

Así lo explicó Hernán Benítez, jesuita, ventrílocuo de Eva Perón, alma mesiánica del régimen. 

Así era su mundo: un clivaje moral entre nosotros y ellos, fieles y herejes, nación y antinación. 

La eterna guerra de religión siguió su camino. 

Los jesuitas volvieron al timón.
Caídos los fascismos, el Reino se llamó socialismo: tan próximo al Evangelio, se decía en los 70. 

¿El modelo? Cuba: un Estado confesional, una reducción jesuita. Estamos orgullosos de Castro, se jactó Pedro Arrupe, padre general jesuita. 

Con razón: se había criado con jesuitas falangistas. 

Santurrón, pauperista, totalitario hasta la médula, siempre fue uno de ellos: un español antiguo, un cruzado de la lucha eterna contra la llustración. 

¿La libertad? Pecado. ¿La prosperidad? Vicio.

Chávez fue hijo de Castro, sobrino de Perón: ¿podría faltar un jesuita a su corte? 

Claro que no: su nombre era Jesús Gazo: "Chávez ama al pueblo y ama a Jesús", decía. 

Farsa después de la tragedia, repitió el guion: todo en el precipicio detrás del flautista de Hamelín, del soldado que prometió el Reino. 

La Iglesia venezolana olfateó azufre: otro mortal que se creía Dios

Para Bergoglio olía a oveja: el chavismo era de familia, odiaba la globalización liberal, el racionalismo de la Ilustración, la clase media "colonial". 

Sus acólitos en la Argentina repiten los mismos mantras: todo lo que dicen ya lo dijeron Perón, Castro, Chávez con las mismas palabras. 

¿Son Ortega y Maduro ovejas negras? 

Tal vez lo piense. Pero son su rebaño, no puede dejarlos caer así no más, repetir el error de 1955. 

Es una vieja historia: siempre diferente, siempre igual. Y continúa.
Ensayista y profesor de Historia en la Universidad de Bolonia

Fuente
“LA NACIÓN”, 24.04.2019

(1) 

La Ratio Studiorum (traducido como «Plan de Estudios») es el documento que estableció formalmente el sistema global de educación de la Compañía de Jesús en 1599. Su título completo es Ratio atque Institutio Studiorum Societatis Iesu («Plan oficial de estudios de la Compañía de Jesús»).

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Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.

La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.

Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.

El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.

Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.

De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.

A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).

¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.

¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?

¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!

El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.

Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio


Mendoza, 11 de noviembre de 2009.