El representante de los pequeños comercios critica también que el plan de gobierno ponga en igualdad de condiciones al sector formal y el informal , una situación puede llevar a muchos formales hacia la informalidad.
“Si le das la misma cantidad de dinero a unos y otros, por qué quedarse en la formalidad, si en un emergencia te dan trato igual y en la operación comercial tiene más ventajas la informalidad”, opina.
“Es un mensaje equivocado (…), es un grave desencuentro entre discurso e intencionalidad política en la misma narrativa social, que busca que la economía se formalice”.
La propuesta de la Anpec para el sector informal pasa por generar apoyos a través de los programas de bienestar, como puede ser la entrega de canasta básica de alimentos por el mismo valor que le darían a los negocios formales, “pero en especie”.
Además, Rivera afirma que el gobierno no consultó con el sector qué medidas necesitaban, entre las que la Alianza demanda periodos de gracia en el pago de servicios, como la luz y el agua, gastos fijos que los pequeños negocios deben pagar aunque no tengan ventas.
“Si esto se va a resolver el 20 de abril para que se termine concretando la posibilidad del crédito en mayo o junio, pues muchas gracias, el dinero se ocupa ahora”.
Cambiar el modelo para sobrevivir
Rivera señala que el sector se está adaptando a las nuevas necesidades surgidas de la necesidad de confinamiento para evitar el contagio del coronavirus Covid-19.Por eso, muchas tiendas de barrio, los abarrotes, así como fondas y taquerías, están dando servicio a domicilio, una estrategia que, además, “vincula al pequeño comercio todavía más con sus clientes”.
Los clientes solicitan por WhatsApp sus pedidos, ya sea de despensa o de alimentos preparados, que son entregados en la puerta de su casa.
“Esto se va a convertir en una práctica que va a fortalecer las ventas”.
Pero, asegura Rivera, también se convertirá en un reto.
Más de la mitad de la población del país se abastece en los 1.2 millones de puntos de venta del canal tradicional (muchos de ellos, suspendidos hoy porque no son actividades esenciales, como pequeños talleres).
De ello, 680,000 son tiendas de abarrotes y su desafío será encontrar el punto de equilibrio en su operación.
Muchos consumidores suelen pagar a crédito sus compras “y las pagan al final de la semana”.
Pero gran parte de estos clientes no están teniendo ingresos, por lo que no están pagando.
“Lo que se venía haciendo de manera natural de dar créditos y apoyos, hoy está colapsando, porque no hay expectativa de que a la semana vayan a tener dinero las familias y esto viene a colapsar el abasto popular, que no tendrá para los proveedors. Y no todo el abasto se va a poder garantizar”, señala Rivera.
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