Yo señor? No señor, ¿pues entonces quién coimea?
La saga empezó en el verano, cuando los secretos de una gigantesca empresa brasileña cuyo nombre cuesta pronunciar al primer intento retumbaron en el mundo tras la confesión de su presidente, quien dijo que ellos conseguían obras pagando coimas.
Enseguida trascendió que una de las firmas usadas por esta empresa para los sobornos le había hecho giros a Gustavo Arribas, el jefe de los espías argentinos.
Arribas estaba en Brasil y se quedó mudo.
Después volvió y habló de la venta de una casa, después de la venta de unos muebles y después de la venta de unas obras de arte.
La Justicia lo sobreseyó y él denunció a su denunciante.
Pero una sala de la Cámara Federal aceptó una apelación en tiempo récord y le pasó todo a Casación para mantener esa causa viva.
Uno de los jueces que votó esto a la velocidad del rayo fue Eduardo Freiler.
El kirchnerismo salió a poner el grito en el cielo para que investiguen a Arribas por el escándalo de Odebrecht, y desde ahí empezamos a pronunciar el apellido con una naturalidad como si dijésemos Hernández o García.
Y los muchachos odebrechistas se multiplicaron.
Pero resultó que Odebrecht había pagado coimas en la Argentina durante los años del kirchnerismo y entonces Tom pasó a ser Jerry. Y Jerry, Tom.
Los kirchneristas ya no tienen interés en la información y el Gobierno pide los datos a gritos.
En medio, el camarista Freiler zafó de ser suspendido en el Consejo de la Magistratura porque un consejero, fundador de la agrupación K Justicia Legítima, cambió su voto.
Freiler no puede explicar su acopio desmedido de casas, autos de colección, embarcaciones, campos, caballos y vacas, pero seguirá dictando fallos como el de mantener vivo el expediente contra Arribas, buscando tirar a alguien del macrismo a la pileta de la corrupción que empapa al kirchnerismo.
Entre el diluvio de las causas de coimas y coimeros, el juez Canicoba Corral, que sobreseyó a Arribas, salió a aclarar que él no cobraba sobresueldos de la Side K porque se llevaba mal con Stiuso.
¿Y si se hubiese llevado bien? La desmentida no fue una lección de moralidad.
Mientras, un grupo de fiscales viajaba a Brasilia a buscar revelaciones de Odebrecht pero no les dieron nada porque la ley argentina no contempla la posibilidad del "arrepentido" para empresas.
Hay que cambiar la ley en el Congreso.
Ahí se plantó Héctor Recalde, jefe del bloque del Frente para la Victoria en Diputados, afirmando que rechaza las gestiones del Gobierno para que Odebrecht pase los datos de los coimeros "porque lo prohíbe el artículo 19 de la Constitución".
Recalde pidió el juicio político a los camaristas que dejaron firme el procesamiento a Cristina por el dólar futuro.
Esos camaristas, Martín Irurzun y Eduardo Farah, habían pedido reabrir una causa contra Mariano Recalde cuando éste era presidente de Aerolíneas. Mariano es hijo de Héctor.
Los actores de esta novela muestran que no importa acabar con las coimas sino utilizarlas políticamente contra el enemigo.
En esa lógica, sólo vale acomodar los tantos para que aparezca coimero el oponente ocultando a los propios.
Un arma de guerra, cuya real eficacia de disparos recién se verá en los votos de octubre.
El artículo 19 que invoca Recalde dice: "Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados...".
Dios debe tener mucho trabajo.
fuente
"Clarin.com", 05.06.2017
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