SANTA CRUZ:
CAMPILLO “manías”
Campillo: el hombre que
de las rosas, la banana pisada con yogourt y la doble oficina, pasó a preso
confeso y “arrepentido”
27 diciembre, 2018
14:30 – El 23 de diciembre de 2008 en
OPI publicamos una nota de color que demostraba los detalles íntimos de las
labores oficiales que realizaba Juan Manuel Campillo como
Ministro de Economía del entonces gobernador Daniel Peralta en Santa Cruz,
puesto en el que fuera colocado por Néstor Kirchner para controlar,
gestionar y distribuir los fondos que llegaban a Santa Cruz desde el Ministerio
de Planificación Federal y los cuales, tal como diera lugar a largas y
subidas discusiones entre “Lupín” y Peralta, esos fondos eran “intocables”.
A tal punto escaló el disgusto de Néstor que decidió poner a cargo de su hombre
de máxima confianza que revistaba históricamente como Secretario de Hacienda en
el cargo de Ministro de Economía, pero de alguna manera para “marcarle la
cancha” a Peralta y “custodiar” los dineros que enviaba Julio de Vido y
tenían un destino incierto.
Campillo, se sabe, era el “Master”
que delineaba la ingeniería financiera del presidente patagónico y se encargaba
de dibujar la trazabilidad de los fondos que otras manos menos calificadas (Clarens,
Chueco, etc) tenían a su cargo distribuir por el mundo según el plan,
usando para ello la red de empresas truchas, off shore, “La rosadita” y todo el
entramado de lavado de dinero activado desde el corazón del poder.
Los “Fondos
de Santa Cruz” fueron hábilmente depositados y administrados por “Juan Manuel”
en todos los años que duró la farsa de Néstor quien llegó a decir que los
fondos estaban “afuera” para cuidarlos de las devaluaciones argentinas.
Todo ello, lo manejaba Campillo.
Es decir, si de hablar se trata, es
quien más tiene para decir.
De ahí a que diga algo fundamental para
desbaratar la banda kirchnerista, han un trecho.
Finos gustos
En aquel a nota del 2008 contamos,
por ejemplo, que el glamour de Campillo no se agotaba en el círculo íntimo con
el cual se relacionaba, que era escaso, acotado y “seleccionado”; iba más
allá y se aplicaba a su entorno.
Por ese entonces y ya habiendo pasado
por gestiones como las de los ex gobernadores Héctor Icazuriaga, Sergio
Acevedo y Carlos Sancho, cuando ingresó al gobierno de Peralta lo hizo con
el mismo fin: custodiar los intereses de Néstor Kirchner.
Ser sus
ojos, oídos y voz en el gobierno provincial.
Hasta ese momento su papel había
sido secundario, pero en el 2008 Kirchner le dio la potestad de ponerse el saco
de Ministro y ocupar la oficina en Casa de Gobierno.
Era el único con
poder para firmar cualquier papel que implicara movimiento de fondos.
Juan Manuel Campillo, entonces, afloró con toda su personalidad en
medio de un contexto de ministros, Subsecretarios y funcionarios que no se
caracterizaban por su destacado perfil, sino más bien manteniendo uno bajo y
hasta pasando desapercibido, tanto para los de adentro del gobierno como los de
afuera.
Pero Campillo era diferente y así lo demostró.
Sus excentricidades llamaron la
atención de los empleados de gobierno y especialmente a quienes tenían relación
directa con la atención del Ministro de Hacienda, una de cuyas fuentes fue
utilizada por OPI para reconstruir cómo se manejaba Campillo en la intimidad de
su trabajo y cómo estos empleados debían preocuparse día a día de la
preparación de sus gustos diarios.
Como primera medida el flamante
Ministro de Peralta, se resistió a migrar definitivamente sus enseres a
la oficina del nuevo Ministerio, renunciando a su “viejo amor”, la
oficina de Hacienda.
Ante esta disyuntiva Campillo aplicó un fallo
salomónico: se quedó con las dos oficinas.
De esa manera, evitó que
algún otro “invasor” ocupara el sillón que había dejado para ir a cumplir con
la función de Ministro de Economía, alternando su uso de acuerdo a cómo le
exigiera el protocolo.
Nadie le dijo nada.
A tal punto llegó su terquedad en no
compartir espacio que le negó al gobernador la decisión de nombrar un
nuevo Secretario de Hacienda.
Su ascendencia directa a Néstor, ni siquiera
le permitía a Peralta decirle “No” a cualquier ocurrencia que tuviera el numerólogo del
gobierno.
Las fuentes le confesaron a OPI que
de acuerdo a quién solicitaba una audiencia en ese momento, Campillo asignaba
una u otra oficina para mantener la reunión, dejando la del Ministerio para
las juntas más protocolares y el recinto de Hacienda (la más familiar) para
aquella reuniones donde necesitaba más intimidad para hablar, generalmente, con
invitados especiales y amigos.
En nombre de la rosa
Un detalle infaltable a la hora de
hablar del Ministerio de Economía de entonces, fue la rutina diaria que
aplicaba Juan Manuel Campillo para hacer más amena la dura tarea de afiliar los
números del presupuesto y controlar los fondos derivados a la obra pública que
manda De Vido que en su mayoría terminaban en las manos de Lázaro; nos
referimos al delicado gusto del Ministro por mantener en cada uno de sus
despachos (léase Secretaría de Hacienda y Ministerio de Economía) una
rosa que alegrara el ambiente, suavizara las ondas negativas y perfumara el
aire endurecido que provenía de las maderas, las alfombras y las pinturas
aterciopeladas que decoran los rincones de las grandes oficinas que aún
permanecen con parte de su impronta.
Sin embargo la orden de Campillo por
entonces fue tajante; los empleados debían colocar en cada despacho y sobre el
escritorio, una rosa roja, grande, con tallo largo y con una sola hoja
como detalle imprescindible.
La misma debía (obligatoriamente) mantenerse
fresca y debía que ser retirada y sustituida por otra, cuando el paso
de las horas hacía mella en su lozano aspecto.
Otro de los habituales gustos que
tenía Campillo como Ministro tenía que ver directamente con su salud y
la estricta dieta que llevaba al día para mantener su figura
estilizada; es que diariamente el Ministro mandaba al personal a comprar una
banana (fresca) y un yogurt natural.
Esta sana dieta venía precedida de
todo un rito, pues el personal de maestranza tenía orden precisa de
pisarle la banana y llevarle en una bandeja la fruta debidamente acondicionada,
junto al yogurt perfectamente cerrado y fresco.
Este momento tan importante en la
dieta del Ministro se cumplía indefectiblemente a las 10:30hs de cada
día, cuando la empleada, sin demora para evitar el mal humor del alto
funcionario, debía traspasar la puerta del despacho con la bandeja, colocarla
en la mesay antes que el Contador ataque ceremonioso a su sana
alimentación, delicadamente y ante los ojos de Juan Manuel, la mujer debía
probar la banana pisada, como prueba de fe de que la comida era
buena y no tenía ningún agregado indeseable.
El Ministro era muy
desconfiado con “la servidumbre” (como la llamaba Campillo) y temía que
le aplicaran el mito de la comida salivada, que los ordenanzas
suelen pavonearse de llevarle en las bandejas a los funcionarios no muy
queridos.
El émulo
Por entonces, otro Ministro de
Peralta, en este caso el de Asuntos Sociales, Dr Jorge Mascheroni,
también aplicaba como Campillo los ritos feng shui en las
oficinas del Ministerio y había ordenado que tanto en su escritorio como en los
despachos de sus dos Subsecretarios, lucieran frescas azucenas las
cuales debían ser colocadas bien temprano cada día, traídas desde la
florería por la módica suma de 5 mil pesos mensuales (de aquel
entonces).
(Agencia OPI Santa Cruz)
23/12 – 13:30 – Pocas veces abordamos aspectos coloridos del gobierno de la provincia, pero teniendo en cuenta el duro apriete económico al que hizo mención el propio Gobernador Peralta, queremos resaltar algunas de las excentricidades que muestran funcionarios de primera línea, cuyos gustos suelen resultar caros, más aún en épocas de crisis y cuando … Sigue leyendoCampillo y Mascheroni: ministros floridos y de banana pisada
Fuente
“OPI Santa Cruz”, 27.12.2018
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