Además de saber que esté medio lleno o medio vacío, hay que conocer que contiene. Sócrates
10 dic 2018
DE ESPAÑA ES EL PEÑÓN LAS MALVINAS... ARGENTINAS!!!
DE ESPAÑA ES EL PEÑÓN
LAS MALVINAS... ARGENTINAS!!!
Los puntos vulnerados del Tratado de Utrecht por los que
Gibraltar ya tendría que haber vuelto a España
A lo largo de estos 300 años, Gran Bretaña
han incumplido varios de los acuerdos relativos a la jurisdicción territorial,
a la comunicación por tierra y a las condiciones establecidas para que se
terminara la cesión de la soberanía sobre el peñón
Portada del Tratado de Utrecht, de 1713, junto a una imagen del peñón de Gibraltar - ABC
Israel Viana
MADRID:
Gibraltar lleva siendo noticia y punto fricción entre España y el Reino Unido desde que, al
finalizar la Guerra de Sucesión española, en 1713, se firmara el polémico Tratado de Utrecht por el que el Rey Felipe V cedía el
peñón a los ingleses «para siempre».
El último enfrentamiento entre ambos
países lo desveló en exclusiva ABC, después de que el presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, asegurara hace
dos semanas que había llegado a un acuerdo con la primera ministra británica, Theresa May, por el que esta
se comprometía a abordar la soberanía de la pequeña colonia.
Sánchez,
incluso, prometió que una vez se produzca la retirada del Reino Unido de la
Unión Europea con el famoso Brexit, «la relación política, jurídica e incluso
geográfica de Gibraltar pasarán por España».
«El gobierno español
lo pidió en repetidas ocasiones, pero no lo ha conseguido», explicaba después
la primera ministra en relación a la modificación del artículo 184 del Tratado,
añadiendo un mensaje a los ciudadanos del peñón: «Siempre estaremos a vuestro
lado, estamos orgullosos de que Gibraltar sea británica. Nuestra posición en
torno a su soberanía no ha cambiado y no cambiará».
La polémica, de nuevo, estaba servida.
Y son
ya más de 300 años de polémicas tras la firma del Tratado de Utrecht, en los
que España ha intentado recuperar este enclave estratégico de 6,8 kilómetros
cuadrados y 31.000 habitantes, sin importar si nos encontrábamos en una
república, dictadura, monarquía o bajo un gobierno del PSOE o del PP.
En 1720
el Rey Jorge I de Gran Bretaña envió una primera carta a España en la que
prometía devolverle el peñón «con rapidez».
Siete años después, incluso hubo
una guerra por Gibraltar en la que Inglaterra venció.
Durante el siglo XVIII,
Gibraltar fue sometido a terribles asedios por diferentes regímenes para
hacerse con su dominio.
En el más importante, entre 1779 y 1783, murieron más
de 5.000 españoles, por 1.900 soldados británicos.
Más recientemente, el
entonces ministro de Exteriores socialista, Miguel Ángel Moratinos, aseguraba en 2009 que
la reclamación de la soberanía de dicho territorio era «irrenunciable».
Y en
2013, su sucesor, José Manuel García Margallo, respondía que «se
ha acabado el recreo de la época de Moratinos en los referente a Gibraltar».
El cuento de nunca acabar. Pero si nos atenemos a lo establecido en el
Tratado de Utrecht, más allá de las diferentes controversias y enfrentamientos
bélicos entre ambos países a causa del peñón, se puede establecer que Gran
Bretaña lleva 300 años vulnerando descaradamente algunos de los puntos que se
establecieron en 1713. ¿Qué dicen estos exactamente? ¿Qué establecen y por qué
no se están respetando desde Londres?
Jurisdicción territorial
El famoso artículo X dice: «El Rey Católico [Felipe
V], por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona
de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillos de
Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen,
dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero
derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno».
Sin embargo, hoy
en día la definición del territorio cedido es objeto de disputa en lo que se
refiere a la tierra, el espacio aéreo y el mar, precisamente porque el tratado
establecía que la propiedad se cedía «sin jurisdicción territorial y sin
comunicación abierta con el país circunvecino por parte de tierra».
Esto quiere decir que, aunque el Reino Unido
tiene un título válido de soberanía, habría que resolver el problema de su
alcance territorial, pues en el mencionado artículo X no se establecía una
línea fronteriza, ni posteriormente se realizó una demarcación.
Decía que eran
inglesas la ciudad, el castillo y las edificaciones agregadas en 1704, pero
¿qué ocurre con las ampliaciones del terreno que se llevaron
a cabo en años posteriores?
España ya mostró su oposición a la presencia
británica en la lengua de tierra y objetó la construcción del aeropuerto en
1938, pues se encontraban fuera de la demarcación establecida en Utrecht aquel
año de 1713.
Comunicación por tierra
Para «evitar
abusos y fraudes en la introducción de las mercaderías», el tratado también
fijaba que «la comunicación por mar con la costa de España no puede estar
abierta y segura en todos los tiempos».
Esto aislaba por tierra a Gibraltar, a
la que dejaba abastecerse del mar para su propia subsistencia, pero no
comerciar con lo obtenido.
Y en tiempos de «grandes angustias», permitía a sus
habitantes comprar alimentos en territorio español, pero úncamente para su
consumo propio.
Según esta
disposición, Gibraltar se mantuvo aislado hasta 1985, cuando, en el contexto de
la incorporación de España a las instituciones europeas y a la OTAN, esta
intentó atraer a los gibraltareños a posiciones más favorables a su causa, por
un lado, y para favorecer el desarrollo del conjunto de la región, por otro.
Sin embargo, estos pasos para facilitar los intercambios no han producido
avances significativos hacia el objetivo de recuperar el territorio.
Más bien
al contrario, ya que Gran Bretaña, además de haber consolidado su estatuto
político autónomo, ha ido reforzando la economía de la colonia y sigue
trabajando para convertir el peñón a medio plazo en un centro de negocios, en
contra de lo pactado en el Tratado de Utrecht.
En los últimos tiempos, la gran obsesión del
Gobierno británico ha sido consagrar que las aguas que rodean el peñón son de
soberanía inglesa, algo que España no acepta, por la sencilla razón de que en
el Tratado solo se cedieron las aguas del puerto de Gibraltar.
Pero, según lo
pactado en 1713, tales violaciones no se han producido.
El fin de la cesión
El tercer
pacto establecido en Utrecht es el más importante, ya que aludía a que España
tiene prioridad para dar por terminada la cesión si Gran Bretaña intentara
«dar, vender o enajenar de cualquier modo la propiedad de Gibraltar».
En este
sentido, el Gobierno británico ya ha decidido «enajenar» su colonia.
Obviamente
no a una potencia extranjera, pero sí a la población del peñón mediante las
ambiguas concesiones que se les ha hecho.
Por un lado, la Constitución gibraltareña de 1969 y, por
otro, las reformas adheridas en 2006, en las que se introducía el derecho de
autodeterminación de los gibraltareños, aunque condicionara este a «los
tratados existentes», tal y como exigía España.
Si hiciéramos caso al Derecho
Internacional e interpretáramos correctamente el artículo X del Tratado de
Utrecht, la cesión de España habría terminado y tendría que recuperar los
derechos soberanos sobre el territorio cedido.
No hay que
olvidar que el susodicho artículo considera a este pedazo de tierra como un
punto de apoyo estratégico sin dimensión demográfica, por lo que en él nada se
dice de su población.
De ahí que dispusiera la reversión a España si Gran
Bretaña lo abandonaba.
Esto no solo se impide la transferencia a un tercer
país, sino también a un Gibraltar independiente, algo que ya avalaron las
Naciones Unidas en su resolución 2253 de 1967.
Tres siglos de
vigencia de un tratado que jamás se ha revisado y por el que no han dejado de
sucederse episodios de tensión entre el Gobierno español y británico, en una
relación que el historiador y escritor Federico Sánchez Aguilar calificó como
la «herida abierta» de España.
Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.
La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.
Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.
El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.
Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.
De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.
A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).
¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.
¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?
¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!
El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.
Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio
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