- Domingo, 8 de febrero de 2015
Sin estrategia y con debilidad
Sebastián Laza - Economista
Pero un momentito por favor… primero separaremos los tantos. China es China, no es Chevron ni Irán, sino nada más y nada menos que “el otro” coloso mundial, el que se le anima de igual a igual a Estados Unidos y, por supuesto, el que a la hora de negociar impone condiciones.
De hecho, pasa con todos los países (emergentes y subdesarrollados) que se sientan con los chinos. La cuestión es extremadamente asimétrica, y el grueso de los puntos los ponen ellos (si bien algunos se regalan más -como nosotros-, y otros menos -como Brasil-).
Resulta que los chinos ya son el segundo PBI más grande del mundo, y la gran aspiradora global de recursos (el 53% del cemento del mundo, el 47% del carbón mundial y el 10% del petróleo global, entre otras materias primas), y te lo hacen sentir cuando negocian, y sin ruborizarse, así de sencillo.
De esta forma, desde lo conceptual, sus acuerdos suelen ser similares en todos lados (sacando el primer mundo): inversiones en infraestructura (financiadas por ellos y realizadas por empresas también de ellos), compras (con privilegios) de todo tipo de recursos para ellos estratégicos, incluyendo también tierras cultivables (esto último se ha visto mucho tanto en África como en América Latina).
Sin dudas, un marcado paralelismo con el expansionismo económico europeo y norteamericano de buena parte del siglo XX, pero sin la belicosidad territorial de aquellos, por suerte, al menos por ahora.
Los números
Si analizamos la creciente influencia china por el lado de las inversiones: vemos que de 1.000 millones de dólares en 2003, la inversión China en América Latina saltó a 90.000 millones en 2014.
La más emblemática es la del canal de Nicaragua por unos 50.000 millones de dólares, pero en nuestro país también hay destacadas, como las millonarias represas anunciadas en Santa Cruz, entre otras obras grandes de infraestructura, que incluyen ferrocarriles, energía nuclear, pasos fronterizos, etc., y siempre con el mismo “modus operandi”: “sus constructoras”, “sus bienes de capital”, “su financiamiento”, y también “sus proyectos especiales asociados”, como el de exploración lunar secreto que quieren hacer en Neuquén.
Y si vemos su poder creciente por el lado del intercambio comercial (expo-impo), China también se ha transformado, en poco tiempo, en socio comercial central de América Latina. En 2000, el intercambio bilateral era de apenas 12 mil millones de dólares, mientras que en 2014 ya alcanzaba los 240 mil millones de la misma moneda.
Obviamente, este creciente intercambio comercial se va desarrollando con déficit para los países de la región. En el caso de Argentina, es estrepitoso el crecimiento del déficit (agudizado por nuestro atraso cambiario): en 2001 exportábamos mil millones de dólares al país asiático, y si bien ahora un 400% más (5,5 mil millones en 2013), es mucho menos que el crecimiento de las impo -de mil millones de dólares en 2001 a 11 mil millones de la verde moneda en 2013, un gigantesco aumento (aprox. 1.000%) más-.
En su gran mayoría, lo que importamos desde China son bienes industriales: electrónicos, textiles, juguetes, etc., y por el contrario, el principal producto bilateral exportado por Argentina es soja, entre otros productos agroindustriales, que quizás podrían andar mejor en China, con más volumen, pero claro... negociando también un poco mejor.
La “necesidad tiene cara de hereje” reza el dicho… y Argentina verdaderamente se muestra desesperada; y si no, miremos los urgentes swaps pedidos para nuestro BCRA.
Por supuesto que el último acuerdo con China ha despertado críticas y temores de la UIA a nivel nacional, y de la FEM acá en Mendoza -entre otras entidades-, ya que semejantes privilegios generan dudas y temores de menos mercado interno para nuestra “industria nacional” (la eficiente y la híper-protegida también), encima en épocas recesivas como las actuales.
Pero bueno… China es China, o se negocia con ellos en condiciones asimétricas, o se deja pasar el tren, la cuestión es cómo armar una estrategia multi-países (sudamericanos) para negociar mejor, no queda otra. Ése es el debate. Lástima que el gobierno tiene mayorías suficientes en el Congreso que lo hacen aprobar estos acuerdos con mucha facilidad, y con cláusulas bastante criticables.
En síntesis
Las corrientes económicas y geopolíticas mundiales han generado hoy un contrapeso importante chino al reinado norteamericano, lo que es bastante deseable; sin embargo, claramente, muchos de los métodos usados por China para asegurarse materias primas clave son similares a los usados históricamente por EEUU y Europa: hacerse amigos de gobiernos con riquezas de su interés e influenciarlos políticamente con crédito y presunto “mejor acceso” a su gigantesco mercado, a cambio de privilegios exclusivos para los chinos.
En el caso argentino actual, esta asimetría negociadora es notoriamente palpable; esperemos que el gobierno que venga post 2015 arme una estrategia mejor.
FUENTE
"LOS ANDES", 08.02.2015
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