Y LA POBREZA
Ignorando la pobreza
En nuestro país ocurren cosas insólitas. Usted me dirá: en todos los países ocurren. Pero es que aquí son personalidades destacadas las que las producen. No fue hace mucho tiempo atrás cuando el turco dijo que dentro de poco íbamos a usar vehículos que se moverían por la estratosfera para unir Córdoba con el Japón. Y era el presidente.
No fue hace mucho tiempo cuando la Presidente habló sobre el contenido del testamento de Artigas, un documento que nunca se encontró. No fue hace mucho tiempo cuando el gobernador de la Provincia productora de vino por excelencia le sugirió a los campesinos que en vez de uva plantaran tomate. Los insolitismos (palabra realmente insólita), los bolazos, las ignoranteces (una palabra levemente ignorante), las pifias de los tipos y tipas que nos mandan, se agrandan por su misma investidura.
Le cuento algo ligado al tema: cuando nuestra provincia era gobernada por un señor de escasa estatura, llegaron a la provincia unos periodistas chilenos para hacerle un homenaje a Martínez de Rozas, periodista y personaje público notable que había desarrollado su tarea tanto aquí como del otro lado.
Nuestro gobernador no pudo concurrir a la reunión de homenaje por problemas de agenda (excusa de todo funcionario), entonces envió una nota de adhesión en donde se prodigaba en saludos, abrazos y los mejores deseos para su vida futura a Martínez de Rozas quien había muerto en 1813. Un papelón.
Pues ahora nos encontramos con lo dicho por el ministro de “Seconomía” argentino Axel Kicillof, cuando dijo que no sabía cuántos pobres hay en la actualidad en nuestro país. ¿Quién sino él, que maneja la economía, puede tener este dato? ¿El ministro de Obras Públicas? ¿El portero del ministerio?
¿Ludovica Squirru? Es más, dijo que ese era un dato estigmatizante. “Estigmatizar” es marcar, es dejar a una persona marcada al hacerle una imputación que pone en duda su honra. ¿Esto quiso decir el muy desinformado? La pobreza es una deshonra para el que la sufre no para el que la ignora. En vez de Kicillof debería apellidarse Késeyof.
¿Cómo no va a saber el ministro de Seconomía, nada menos que el ministro de Seconomía, cuántos pobres hay en el país? ¿Entonces para qué es ministro? Porque, precisamente, su tarea, es administrar bien las finanzas del país a los efectos de conseguir que cada día haya menos pobreza ¿Cómo no va a saber cuántos son los menos (más)? Esto es lamentable, pero de un estado de lamentatez (palabra lamentable) nunca antes conocido.
Es como si Milani dijera, no sé cuántas balas tengo, bueno, no debe saber porque todos los días le afanan un cuartel. Es como si el ministro de Salud dijera no sé cuántos hospitales hay en el país, bueno, mucho no debe saber porque hay una gran cantidad a la que no les llegan los insumos.
La ignorancia puede ser negligencia del ignorante, pero generalmente es negligencia de las circunstancias y los gobiernos que lo rodean.
Pero hay especialidades donde se necesita conocer el tema. No se puede alegar ignorancia en una función en la que ha sido puesto por conocimiento. Es como si un médico nos dijera: “Usted tiene una infección, de eso estoy seguro, ahora no me pida que le aconseje un antibiótico porque no tengo la menor idea”. Entonces la ignorancia sumada a la negligencia se transforma en una necedad. La ignorancia puede afectar a una persona, la necedad nos afecta a todos.
Es como si el Gobernador de nuestra provincia dijera: “Yo no sé cuánto cobra Romeo Santos”... ¿cómo dicen?... ¡Ah! ¿Lo dijo? En fin, es inútil pedirle peras al olmo y mucho menos Perón al Manzano. Señores, preparen la leña: estamos en el horno.
FUENTE
"LOS ANDES", 04.04.2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario