13 jun 2020

LÍDERES “ILUMINADOS” DE NORTE A SUR -III-









LÍDERES “ILUMINADOS”
DE NORTE A SUR
-III-




Comentario

El desastre del líder intuitivo


El gobierno de la ignorancia parece estar sostenido por una fe desmedida en la intuición del político y un menoscabo del conocimiento técnico. 

La crisis del coronavirus ha evidenciado los riesgos de elegir a jefazos que desdeñan los datos.

 Credit...Hector Vivas/Getty Images


Es escritor y periodista.
11.06.2020


Está en boca de todos: varios de los países que mejor manejaron la crisis del coronavirus tienen mujeres al frente. 

Taiwán, Nueva Zelanda, Alemania, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Hong Kong. 

No sé si hay correlación de género, pero sí sé que en todos estos casos la estrategia ha sido más ciencia y menos intuición.
Ahora miren a gobiernos donde pavonea la pose de gran jefazo

Mientras en Corea del Sur y Nueva Zelanda se impusieron confinamientos inmediatos e instrumentaron decenas de miles de pruebas, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, (aun) menosprecia la crisis, pierde a dos ministros de Salud y convierte al país en una fosa abierta.

Noruega, Dinamarca y Finlandia, que suman juntas menos de 1200 muertes, aplican protocolos claros que siguen sus jefes de Estado, pero en Estados Unidos, donde han muerto casi 113.000 personas, no logran que Donald Trump deje de soltar cuanto pase por su cabeza de virólogo informal. 

Y mientras en varios gobiernos hay científicos en posiciones prominentes o se entienden con ellos —Angela Merkel es doctora en química; el vicepresidente de Taiwán, epidemiólogo—, en México el científico a cargo de las respuestas públicas a la crisis observa cómo el presidente Andrés Manuel López Obrador hace lo que quiere y reabre el país sin haber aplanado la curva de infecciones.
La línea que divide las aguas: los países que respondieron con una inmediata y sólida estrategia sanitaria y científica libran la crisis mejor que aquellos donde dominó la intuición.
No se trata de crear una sofocracia sino de usar el sentido común. 

Ante una crisis, el liderazgo político debe ceder protagonismo al conocimiento especializado.

Los presidentes van a la guerra que diseñan sus generales y dirigen economías que no crean.

Por lo mismo, no tratas una pandemia sin científicos al frente.
Con todo, aunque la sapiencia técnica concede capacidad para entender mejor un fenómeno, no garantiza resultados

La mayor parte de las naciones ha optado por un mix variable de asesoría técnica y liderazgo político. 

Por supuesto, algunos países y regiones fallaron, pero el fracaso ha sido desmoralizador donde la gestión del Estado giró alrededor de la improvisación y el desdén. 

La confianza en Trump cae a cinco meses de las elecciones presidenciales, la aprobación de Bolsonaro se ha desplomado desde enero y casi el 70 por ciento de los mexicanos cree que las giras proselitistas de AMLO son riesgosas.

Ya no tenemos estadistas, especie en extinción.

Tal vez esto nos indique que nuestros políticos no parecen preparados para la complejidad del siglo XXI. 

Trump promete aislacionismo y nativismo en una época de intercambios culturales y económicos globales. 

Bolsonaro hunde a Brasil en las miasmas del fascismo

Y López Obrador: besos y mítines multitudinarios durante la pandemia y, como corolario, pone y quita recortes presupuestarios brutales en centros educativos y de investigación en plena crisis.
Necesitamos dirigentes preparados para hallar soluciones dialogadas en un mundo que experimentará crisis profundas

Líderes capaces de re-unir a la sociedad, no incendiarios ni bravucones. 

Las naciones sin un liderazgo informado la pasan peor que aquellas donde sus dirigentes entienden que un gobierno es una administración de recursos.
Un presidente es un símbolo

Cuando Trump, Bolsonaro o AMLO ignoran el consejo profesional y se exhiben sin tapabocas, estrechan manos y reparten abrazos sugieren que están por encima de la inteligencia médica.

Presidentes con mensajes contradictorios banalizan el trabajo de médicos, enfermeros y científicos

Minimizan la gravedad de la crisis y vandalizan el esfuerzo de las personas confinadas.
Desear la atención permanente expone la fragilidad de esos gobernantes

¿Cómo convivimos con esos hombres —sobre todo eso: hombres— que se precipitan cuando deben proyectar calma? 

¿Cómo, cuando fueron elegidos para guiar en la penumbra de la incertidumbre y confunden los caminos? 

¿Cómo, si vemos que sus capacidades son inadecuadas?
El gobierno de la ignorancia parece estar sostenido por una fe desmedida en la intuición del político profesional y un menoscabo del conocimiento técnico.


La crisis del coronavirus ha dejado en los huesos a los reyes desnudos.
Un líder —señor Bolsonaro, señor Daniel Ortega, señor AMLO y más— tiene la inteligencia de construir equipos. 

El éxito de esos equipos barniza su gobierno. 

Un líder no es unificador de masas de nueve a doce y epidemiólogo improvisado por la tarde-noche. 

Se prepara para gobernar, o el desgobierno le cae encima.
Podemos votarlos una vez, pero si con las evidencias los reelegimos, no hay excusa: la bola recae sobre nosotros

Hemos sido incapaces de empoderar o crear alternativas mejores. 

Es el problema de la deserción social de la cosa pública: se postulan quienes desean el poder y eso a menudo nos deja solo con la opción del mal menor. 

Y esa es una salida degradante, porque supone que somos capaces de tolerar y aceptar que baje otra vez el umbral de calidad.
¿Hay solución? Hay ensayos. 

Es probable que en Occidente estemos en presencia de la peor camada de gobernantes de los últimos cuarenta años a la par que celebramos una reducida pero interesante experiencia de mujeres que lideran países. 

No sé si es asunto de género o un reflejo de sociedades más equitativas, pero parece evidente que se puede gestionar una crisis con inteligencia y sin megalomanía

Líderes que unen son infinitamente mejores que hombres que gustan dar golpes de mano sobre la mesa porque así actúa un jefazo

Razón versus intuición. No parece tan difícil.
Diego Fonseca es colaborador regular de The New York Times y director del Institute for Socratic Dialogue de Barcelona. Voyeur, su nuevo libro de perfiles, se publicará en agosto en España.

fuente
"THE NEW YORK TIMES", EE.UU., 11.06.2020








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¡BIENVENIDOS, GRACIAS POR ARRIMARSE!

Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.

La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.

Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.

El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.

Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.

De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.

A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).

¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.

¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?

¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!

El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.

Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio


Mendoza, 11 de noviembre de 2009.