ELLOS (ESPAÑOLES) PREOCUPADOS
POR NOSOTROS
Entre Perón y Merkel: una
encrucijada española
El país
no necesita importar populismos fallidos de
Latinoamérica.
Su
ejemplo a imitar debe ser la gestión eficaz, sensata y regeneradora de la
canciller alemana.
Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos y
vicepresidente del Gobierno de España, e Irene Montero, ministra de
Igualdad Credit...Juan Carlos Hidalgo/EPA vía Shutterstock
Por David
Jiménez
Es
periodista y colaborador regular de The New York Times.
MADRID —
Un país inmensamente rico en recursos y talento humano que tiene a más de un
tercio de su población en la pobreza, lleva décadas sumido en una profunda
crisis y este año incumplió
el pago de su deuda por novena vez.
Difícilmente un ejemplo a seguir, pero Argentina,
y el peronismo que la gobernó casi
25 de los últimos 37 años, tiene sus fans en las altas esferas del poder en
España.
El
matrimonio formado por el vicepresidente Pablo Iglesias y la ministra de
Igualdad Irene Montero, ambos de Unidas Podemos, encuentra en el movimiento
fundado por el general Juan Domingo Perón recetas para los problemas de España.
Es
difícil imaginar qué beneficios ven en la importación de populismos
latinoamericanos fallidos.
Sobre todo porque hay una alternativa, más próxima y
de éxito contrastado: el merkelismo.
Alemania,
con Angela Merkel al frente, superó la Gran Recesión de 2008 mejor que casi
ningún país del mundo y vuelve a situarse entre los privilegiados en la
respuesta a la pandemia en los frentes sanitario y económico.
España ha salido
mal parada en ambos y se encuentra ante la encrucijada de fijar una visión que
evite su decadencia prolongada.
Nuestros gobernantes harían bien en emular a
Berlín y su apuesta por la educación, la ciencia, la modernización industrial, la
revolución ecológica, la innovación y la gestión responsable de los impuestos de sus
ciudadanos.
Si el
merkelismo tuviera un manual, en su preámbulo diría que la protección social y
el impulso económico son compatibles cuando van acompañados de una gestión
eficiente de los recursos y una agenda de reformas regeneradoras.
“Todas las
ayudas no sirven si no están conectadas a reformas, cambios y una orientación
hacia el futuro”, decía Merkel el pasado mes de julio.
Por
supuesto la idea de que los españoles nos convertiremos de la noche a la mañana
en frugales y eficientes alemanes es tan utópica como imaginar a nuestros
vecinos del norte adoptando el estilo de vida latino.
Estereotipos aparte, lo
que sí está en nuestras manos es evitar los errores cometidos por países que en
momentos de dificultad tomaron el rumbo equivocado.
Y, como en el caso de
Argentina, terminaron cayéndose por el precipicio.
Es
difícil situar el origen exacto del declive argentino en el calendario o
atribuirlo a un solo momento histórico, líder político o gobierno.
Las razones son variadas, desde las dictaduras a la persistente
debilidad de sus instituciones, sin olvidar el personalismo de sus líderes, la
corrupción y el saqueo sistemático de los recursos
nacionales.
Una
persona sostiene un retrato de Eva Perón durante una manifestación en Buenos
Aires, la capital de Argentina.Credit...Juan Ignacio Roncoroni/EPA vía
Shutterstock
El
peronismo contribuyó a la tragedia con su populismo errático, el egoísmo
caudillista de sus dirigentes y su incapacidad para establecer una estrategia
coherente para el país.
Es una inconsistencia que Angela Merkel resaltó, quizá
de forma inocente, cuando en febrero preguntó al presidente argentino Alberto
Fernández qué era el peronismo, sin que este supiera aclarárselo.
Fernández
optó por decir lo que no era, negando su naturaleza populista.
El
movimiento político dominante en Argentina ha sufrido mutaciones constantes,
desde el neoliberalismo cleptocrático de Carlos Menem al socialismo demagógico
de los Kirchners, y en todas sus variantes ha resultado frustrante en su
ineptitud.
Unidas Podemos, que desde principios de año forma gobierno de
coalición con el presidente Pedro Sánchez, se muestra orgulloso de sus “rasgos
peronistas”, sin
admitir que uno de los más evidentes es el culto a la personalidad del
líder.
Pablo
Iglesias ha construido un partido a su medida tras purgar la disidencia
interna, con resultados que confirman las contradicciones del político que más
adhesiones y odios viscerales provoca en España: Unidas Podemos vive el momento
más bajo desde su
irrupción en la escena española —ha perdido dos millones de votos y la mitad de
sus parlamentarios desde 2015— y sin embargo disfruta de la mayor cota de poder
de su breve historia.
El
“peronismo español” controla cinco
ministerios en un
gobierno donde conviven dos almas, la más activista liderada por Iglesias y una
más pragmática y europeísta con la ministra de Economía Nadia Calviño como
referente.
Ambas se disputan estos días la definición de los presupuestos más
importantes de una generación, donde se determinará el rumbo a tomar en mitad
de la tormenta.
Las
propuestas de Podemos combinan aciertos como el impulso del Ingreso Mínimo
Vital, que podría mitigar el daño de la población más vulnerable si supera los
obstáculos de su implementación, con otras propuestas de corte peronista que
ignoran el estado de las cuentas públicas.
Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos y
vicepresidente del Gobierno de España, e Irene Montero, ministra de
IgualdadCredit...Emilio Naranjo/EPA vía Shutterstock
España
vive al límite de sus posibilidades financieras con una deuda creciente que
roza el 110 por ciento de su PIB, un 40 por ciento de su población dependiente
del Estado y un
colapso de sectores vitales, incluidos los servicios y el turismo, que hacen
inviable su sostenimiento sin el soporte de Europa.
Pero la ayuda de Bruselas
no será suficiente.
El país necesita abrir su economía, despejar la maraña
burocrática que
merma el emprendimiento, reformar su sistema educativo, apostar por la
innovación y apoyar a las empresas que sostienen el empleo.
Esas políticas son
incompatibles con el nacionalismo económico, el proteccionismo y la
irresponsabilidad presupuestaria que suelen acompañar al peronismo.
Angela
Merkel se retirará de la política el próximo año dejando un legado que se
resume en su gestión la pandemia.
Frente a los rumores, desde el principio
decidió en función de los datos y la ciencia; frente al populismo, trató a sus
ciudadanos como adultos.
Y mientras dirigentes desde Estados Unidos a España
naufragaban, reaccionando tarde, presentó un perfil profesional de la política
que prioriza la resolución de problemas sobre la ideología.
Por eso, viendo la
gravedad de la situación, defendió la creación de un fondo europeo de
reconstrucción que aportará a España 140.000
millones de
euros.
La idea
de que esa ayuda nos será entregada sin contraprestación, como miembros del
gobierno dieron a entender en sus mensajes triunfalistas, es absurda.
El
merkelismo impregna la letra pequeña del acuerdo.
El gobierno español deberá
presentar proyectos que reflejen una estrategia de país, más allá de la
necesaria asistencia a quienes están pasando por graves dificultades.
La crisis
todavía podría convertirse en una oportunidad si España toma como ejemplo el
modelo adecuado.
Argentina nos ofrece alguna pista: no es el peronismo.
David
Jiménez (@DavidJimenezTW) es escritor y periodista. Su
libro más reciente es El director.
fuente
"THE
NEW YORK TIMES", EE.UU., 10.09.2020
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