4 jun 2022

SOBRE LA PSICOPATÍA -II- (2022)

 

 

 

 

SOBRE LA PSICOPATÍA

-II-

(2022)

 

 

 

Que la psicopatía de los autoritarios no intoxique a la sociedad

 

Un psicópata no sufre la culpa y la pena como la generalidad de las personas; de ahí la perplejidad que suscitan determinados individuos por sus actos y su conducta

 

2 de junio de 2022

 
 
 
Los líderes del nazismo fueron juzgados en los juicios de Núremberg
     Los líderes del nazismo fueron juzgados en los juicios de Núremberg GETTY
 
 
 

Muchas palabras se usan sin conocer bien su significado. 

 

Entre ellas ha incrementado su frecuencia el término “psicopatía”.

 

Hace un tiempo señalé que entraña, fundamentalmente, la ausencia de culpa y de pena

 

Un psicópata no las sufre como la generalidad de las personas. 

 

De ahí la perplejidad que suscitan determinados individuos por sus actos y su conducta

 

Esos actos se han tornado más visibles porque suelen involucrar a políticos, gobernantes y personalidades destacadas. 

 

Los caracteriza una urticante ausencia de esos sentimientos

 

Esos sujetos parecen vivir en otro planeta.

 

Toman decisiones, elaboran teorías e impulsan tendencias que generan daño y sufrimiento, sin que a ellos los afecte y ni siquiera los perciban.

 

No advierten las heridas ni el dolor ajenos

 

Tampoco asumen ser los autores de algo negativo, porque esos “ajenos” equivalen a despreciables insectos que merecen o necesitan ser marginados

 

Es muy difícil lograr convencerlos de semejante ceguera

 

Quizá los ejemplos más cercanos sean los nazis y, en especial, los monstruosos jefes nazis que cometieron crímenes infinitamente aberrantes.

 

Incluso después de la derrota pudieron rehacer sus vidas y gozar de placeres, como si todo lo hecho no tuviese nada que ver con ellos

 

Insisto: no tienen culpa ni los afecta la tristeza por el padecimiento ajeno.

 

Es fácil advertir el resto de sus características.

 

Por ejemplo, se sienten superiores, aunque la realidad lo desmienta

 

Claro: no ven esa realidad

 

Tienen un narcisismo fuerte, en gran parte, producto de su historia. 

 

Se ocupan exclusivamente de sus intereses y objetivos, a los que consideran relevantes, magníficos

 

Les gusta convencer de ellos a los demás, porque ellos mismos ya están suficientemente convencidos

 

El narcisismo les aflora en toda circunstancia, sean opiniones, competencias, fotografías, ubicaciones, momentos importantes o pequeños donde no pueden dejar de sobresalir o instalarse en el lugar más destacado

 

A esos rasgos se agrega que no tienen necesidad de amar ni ser amados.

 

En el fondo de sus corazones impera la frialdad, aunque simulen lo contrario, con el propósito de mostrarse afectuosos, merecedores de un amor que solo conocen por referencias

 

Incluso los vínculos de sangre son a menudo irrelevantes

 

Cuando existen o parecen fuertes, se debe a que esos vínculos son considerados prueba de la dependencia que esos seres o situaciones tienen con ellos.

 

No son equivalentes. 

 

El hijo, por ejemplo, es una propiedad

 

Esta relación ya posee ejemplos bíblicos, griegos, romanos y renacentistas. 

 

Insisto: no se trata de amor, sino de propiedad.

 

Tampoco es cierta ni confiable para un psicópata la amistad. 

 

No dudan en traicionar y hasta de forma evidente

 

Cuando se les reprocha semejante conducta, no tardan en señalar la culpa ajena

 

Hasta inventan justificativos que tornan su traición en una virtud. 


Jamás un psicópata acepta manchas

Los destaca una potente agresividad
 
Son autoritarios
 
Responden con ese rasgo a cualquier pellizco adverso
 
Esa agresividad es infaltable y les sirve para hacerse temer
 
A veces exhiben con talento actoral lo contrario, un afecto que no sienten
 
Porque terminan generando miedo, porque ese miedo les aumenta el poder. 


Son duros gracias a la ausencia de culpa o lástima
 
Insultan, ofenden. 
 
Hasta se burlan de personas o círculos íntimos con claro desprecio.
 
Lo hacen con mayor fuerza cuando intuyen que de esa forma conseguirán mayor rédito
 
En este campo no reconocen otros límites que los relacionados a su conveniencia
 
No les importa el daño que causan, sino el efecto que producen
 
Cuanto más hieren, más satisfacción acaricia su ego. 
 
No piden disculpas, y si lo hacen, es falso
 
Mienten, para conseguir otro beneficio relacionado con su cofre de joyas narcisistas.

Son oportunistas.
Las leyes éticas interesan poco
 
Las conocen, pero no les importan
 
Son yuyos molestos
 
Solo las tienen que respetar mientras no vulneren su ambición de poder
 
Pero cuando se convierten en un real obstáculo, el psicópata busca los medios que permitan saltearlas o modificarlas
 
Suponen que nada ni nadie es capaz de cerrarles el paso
 
Solo se trata de tiempo y recursos
 
Para ellos es cuestión de buscar esos recursos y ponerlos en marcha
 
No importa qué se dañe, incluso las leyes más respetadas por el resto de los ciudadanos
 
Los yuyos molestos deben ser cortados o salteados o envenenados.
 

Sus aparentes caprichos son legítimos, porque están convencidos de que avanzan en el sentido correcto y nada les puede ser inculpado

 

Nacen de su incuestionable intuición o deseo. 


No son caprichos, sino impulsos sublimes

 

Creen que solo cuestionan los imbéciles o envidiosos

 

Sus triunfos, aunque sean parciales, corroboran la certeza de sus acciones y estrategias. 


Los inflama una sensación de omnipotencia.

 

En general, desarrollan una ondulante paranoia que justifican mediante pruebas y proclamas fantasiosas. 


Hablan sin importarles la verdad, que ni siquiera advierten.

 

Necesitan aumentar su riqueza y poder de un modo insaciable. 


Ambos objetivos se estimulan de forma recíproca. 


Más aumenta uno, más se necesita del otro. 


A menudo parece incomprensible la codicia que motoriza sus acciones, aunque hayan acumulado bienes incontables, porque esos bienes sirven para darles más poder. 


El poder, a su turno, requiere la palanca de la riqueza. 


Nunca llegan a la plena satisfacción. 


Poder y riqueza se reclaman sin cesar.


Estos detalles son bien descriptos por Ricardo Moscone en su libro Teoría homérica de la psiqué (2002). 

 

Por otra parte, en mi artículo sobre la ausencia de culpa y pena que caracteriza a los psicópatas, recurrí a los Cuentos de Canterbury

 

Su autor, el ocurrente Geoffrey Chaucer, narra en su obra la historia del opulento rey de Lidia, llamado Creso. 

 

Tan grande era su riqueza que hasta había suscitado la admiración del emperador Ciro. 

 

No solo tuvo Creso la suerte de acumular una enorme fortuna, sino que pudo salvarse de morir abrasado en un incendio gracias a una lluvia imprevista. 

 

Su narcisismo atribuyó a la Fortuna (su diosa favorita) el milagro. 

 

Entonces llegó a creerse invulnerable y se incrementó no solo su codicia, sino su espíritu de venganza, incluso contra enemigos imaginarios

 

Entre sus sueños se destacó uno muy importante: estaba encaramado sobre un árbol, que era nada menos que Júpiter quien se encargaba de lavarle la espalda y los hombros.

 

El placer de semejante baño era grande. 

 

Como si no fuera suficiente, Febo, con su infinita luminosidad le alcanzaba una toalla provista de blanda aspiración. 

 

Feliz, pidió a su hija que le interpretase todo esto, porque le parecía un sueño que reproducía verdades

 

La joven, dotada de abundante perspicacia, cerró los ojos y anunció, conmovida, que el árbol no era Júpiter, sino la horca donde será colgado, la lluvia mojará su cabeza congestionada y el sol secará su cadáver

 

Concluye Chaucer con su prosa directa: “La Fortuna siempre ataca a los prepotentes cuando menos lo esperan”.

 

Creso fue un psicópata como todos los demás que se suceden en la galería de estos personajes. 

 

No hay autoritario que fugue de este perfil.

 

La psicopatía de los autoritarios debería ser descripta con insistencia, para que no dañe tanto a la sociedad o la contagie con su toxina.

 

 
 
fuente
"LA NACIÓN", 02.06.2022
 
 
 
29 sept 2020Ir a notas de Marcos Aguinis · Marcos Aguinis ... Ambos padecen de psicopatía y, por consiguiente, ignoran la culpa, la vergüenza y la pena.
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¡BIENVENIDOS, GRACIAS POR ARRIMARSE!

Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.

La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.

Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.

El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.

Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.

De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.

A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).

¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.

¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?

¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!

El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.

Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio


Mendoza, 11 de noviembre de 2009.