3 sept 2021

EL QUE TURBA SU CASA HEREDARÁ VIENTO...

 

 

 

EL QUE TURBA SU CASA HEREDARÁ VIENTO...

 

 LOS DRÉPANOS (Archivo completo) – El futuro era mejor

 

La Argentina, una nación de escándalos

Es periodista y editor argentino. Es autor de La raíz (de todos los males), sobre la corrupción en Argentina.

 

BUENOS AIRES — La Argentina se siente en su salsa jugando con fuego. 

El ejemplo más reciente lo ofreció el presidente, Alberto Fernández.

Durante 2020, el presidente impuso algunas de las restricciones más severas del mundo para contener la COVID-19: los alumnos no fueron a las escuelas, no se podía salir a la calle —bajo pena de castigo— y mucho menos organizar reuniones sociales. 

Para muchos las restricciones resultaron casi imposibles; quedarse en casa sin trabajar los condenaba a no comer

 Miles de comercios y empresas cerraron y la pobreza extrema aumentó del 35,5 al 42 por ciento, según datos oficiales. 

Y aún así, en buena medida, los argentinos cumplieron con las restricciones.

No todos

Justo cuando afrontábamos uno de los períodos más restrictivos del confinamiento, en julio de 2020, el presidente violó la cuarentena que él mismo impuso

Celebró el cumpleaños de su pareja en la residencia presidencial junto a una decena de invitados, sin barbijos ni distanciamiento social.

 Pero sí con champagne, velas, torta, rosas, canciones y aplausos. 

Al escándalo se le ha llamado Olivosgate

No es el primero.

En este país proliferan los escándalos

Cada cierto tiempo surge uno nuevo, antes fue el llamado Vacunación VIP, antes aún salió a la luz un escándalo de espionaje cuando Mauricio Macri estaba en la presidencia y, antes, escándalos de corrupción, que afectan a casi todos los partidos.

Como reflejan investigaciones judiciales y periodísticas, parece que estar en el poder en la Argentina es un ejercicio de privilegios.

Las consecuencias más inmediatas empiezan por la apolitización ciudadana y el desencanto electoral, pero hay otras más hondas y problemáticas: la deslegitimación de la clase política en general

Y, al fondo, surge la pregunta: ¿cómo gobernar un país sin dirigentes creíbles cuando se necesitan con urgencia políticas públicas para encarrilar la economía, reducir la desigualdad y la pobreza, solventar los problemas del sistema de salud pública que evidenció la pandemia y reformar la educación tras meses de clases a distancia?

Cuando se filtró la primera imagen del encuentro, el gobierno de Fernández lo negó e incluso deslizó la idea de que era una foto trucada

Luego buscó relativizar la importancia de lo ocurrido. 

Solo cuando las dimensiones del evento se hicieron más grandes —una oposición pidiendo su destitución o una pena judicial y una sociedad harta después de padecer la cuarentena más larga del mundo— lo admitió

“El único responsable soy yo, me hago cargo”, dijo Fernández.

Este escándalo ha agitado más la confrontación entre oficialismo y oposición, deja al presidente en una situación bochornosa de irresponsabilidad (política y sanitaria) y revela a una oposición que sobreactúa a sabiendas de que sus acciones no se traducen en resultados. 

Un par de figuras de la oposición jugaron la carta del juicio político, aunque no prosperará a menos de que una parte del oficialismo los apoye. 

Otros piden un castigo en los tribunales por incumplir la “cuarentena reforzada” y por la que podría afrontar una pena de a 6 meses a 2 años de prisión, más una inhabilitación especial.

La combinación de descrédito presidencial y una oposición más vociferante que pragmática arroja un saldo preocupante: una clase política aún más desprestigiada, que provoca una sociedad más apática y pone la gobernabilidad del país en riesgo. 

Una vez más.

Muchos argentinos ven a los políticos como una casta endogámica, interesada en sus propios intereses mientras el país se hunde en varias crisis —con un promedio de 5560 nuevos casos de covid y con un estimado del 45 por ciento de inflación anual para 2022—. 

Según la Universidad Torcuato Di Tella, la confianza en el gobierno se ha desplomado vertiginosamente desde abril del año pasado, al punto que, de acuerdo con un informe reciente, hay una mayor confianza en las fuerzas armadas que en la clase política.

Una de las inferencias más importantes de la falta de confianza ciudadana en su clase política es que puede percibir una incapacidad de lidiar con los problemas coyunturales y estructurales del país. 

Y esa posibilidad parece confirmarse con lo que vemos en la política día a día: la dificultad de consensuar soluciones o de, siquiera, plantear soluciones que vayan más allá de las frases vacías y de ocasión que deben repetir en tiempos de elecciones

Y el problema es que la Argentina necesita con urgencia —en todo momento, pero en particular en el mundo pospandémico— una clase dirigente que sea capaz de gobernar, dialogar y hacer acuerdos que atraviesen las grietas políticas.

Ahora, cuando necesitamos más gobernanza y menos milonga, los argentinos tendremos que acudir a las urnas. 

Las elecciones primarias de septiembre y las generales de medio término de noviembre serán un buen parámetro para evaluar hasta qué punto se expandió la deslegitimidad a los políticos y la consecuente apatía entre los ciudadanos. Los votos en blanco, los votos a candidatos antisistema y la abstención serán algunos de los datos a observar.

En un país donde el voto es obligatorio, los primeros indicios resultan preocupantes, como destaca el analista político Carlos Pagni. 

Entre 2019 y 2021, en elecciones locales, la asistencia cayó del 79 al 60 por ciento en la provincia de Misiones; en Salta, bajó del 73 al 64 por ciento

“El promedio de caída ha sido del 13 por ciento”, alerta Pagni.

Si la clase política realmente quiere solucionar los problemas que hunden a este país desde hace décadas, el primer paso debe ser dejar a un lado la politiquería y la cultura del privilegio de los poderosos, presente entre oficialistas y opositores por igual.

Recuperar la necesaria confianza ciudadana conllevará muchísimo más que un mea culpa presidencial. 

Será indispensable algo que parece imposible en la Argentina pero es tan necesario: que los políticos dejen de lado la retórica y muestren con el ejemplo que no hay privilegios entre y para ellos.

Un primer paso debe ser dejar de hablar sobre la necesidad de “unidad política” o de alcanzar “acuerdos básicos” —lo han prometido figuras dentro del peronismo y del radicalismo desde hace más de diez años, Macri lo dijo al final de su mandato y, ahora, políticos de la oposición, como Horacio Rodríguez Larreta, lo vuelven a plantear—. 

Dejen de una vez las palabras y acuerden mecanismos de transparencia y rendición de cuentas para erradicar privilegios de uno y otro lado. 

Este es momento de fijar pautas claras e inamovibles que nos permitan a los argentinos saber cuál es el proyecto de nación del país.

Demuestren con hechos, en suma, que no son una casta preocupada solo por sí misma.

Hugo Alconada Mon (@halconada) es abogado, prosecretario de redacción del diario La Nación y miembro del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ).

 

 

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¡BIENVENIDOS, GRACIAS POR ARRIMARSE!

Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.

La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.

Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.

El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.

Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.

De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.

A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).

¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.

¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?

¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!

El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.

Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio


Mendoza, 11 de noviembre de 2009.