EL PAPA Y UNA CRÍTICA CHARRUA
EDITORIAL
Las
opiniones del Papa Francisco
Es claro que ha decidido jugar un rol político en su país natal, que sus
ideas políticas siguen estando presentes cuando opina de los males de nuestro
tiempo y esa circunstancia lo conduce por derroteros sinuosos del pensamiento.
25 ene 2017
El Papa Francisco ha representado desde su investidura como sucesor de
San Pedro un importante factor de renovación en la Iglesia, en algunos aspectos
de contenido, pero particularmente en sus formas, más cercanas a la gente,
menos burocráticas y ceremoniosas.
También ha levantado polvareda con sus definiciones pastorales,
prefiriendo una Iglesia accidentada por salir a la calle que enferma por
encerrarse en los templos, lo que en nuestro laicista Uruguay ha provocado
furibundas reacciones del jacobinismo vernáculo para con nuestro inquieto
cardenal.
Hay otros temas más mundanos, sin embargo, donde el Papa Francisco ha
desatado polémicas mucho más terrenales. Es claro que ha decidido jugar un rol
político en su país natal, que sus ideas políticas siguen estando presentes cuando
opina de los males de nuestro tiempo y esa circunstancia lo conduce por
derroteros sinuosos del pensamiento.
Este domingo el Papa concedió una entrevista a El País de Madrid donde
habló de muchos temas, como la situación de la Iglesia, de los refugiados que
llegan a Europa, de la asunción de Donald Trump, entre otros.
Allí hay un tema
que se destaca por la virulencia con que lo aborda y la ignorancia que
demuestra, que es la situación de la economía y algunos de sus conceptos más
básicos.
En la entrevista de marras, el Papa opina lo siguiente sobre la
situación de América Latina: "El problema es que Latinoamérica está
sufriendo los efectos […] de un sistema económico en cuyo centro está el dios
dinero, y entonces se cae en las políticas de exclusión muy grande. Y se sufre
mucho. Y, evidentemente, hoy día Latinoamérica está sufriendo un fuerte embate
de liberalismo económico fuerte, de ese que yo condeno en Evangelii gaudium
cuando digo que "esta economía mata". Mata de hambre, mata de falta
de cultura […]. Porque los sistemas liberales no dan posibilidades de trabajo y
favorecen delincuencias."
¿En qué planeta vive el Papa para pensar que el problema de América
Latina, pululada y hundida por el socialismo del siglo XXI y sus aliados más
timoratos sufre los efectos del liberalismo económico?
¿Cómo puede agarrársela
con el liberalismo cuando calla frente a las flagrantes violaciones de los
derechos humanos Venezuela donde, literalmente, está muriendo gente por causas
evitables en cualquier país?
¿Qué piensa que sentirán los feligreses liberales
cuando escuchan a la máxima autoridad de su religión tratarlos de cipayos y
vende patrias?
En esta
y otras declaraciones del Papa, por tanto, se mezclan varias cosas.
La primera
es que demuestra no tener idea de lo que está hablando, ni respecto a la
ciencia económica en sí ni respecto a la situación de América Latina.
Los
países más prósperos, más justos y con mejores indicadores sociales son los que
tienen los mejores índices de libertad económica y eso es un hecho
incontrastable.
A menos, claro está que queramos armar un discurso ajeno a la
evidencia empírica.
En segundo lugar, América Latina ha sufrido históricamente y
sigue padeciendo en el presente de un estatismo exacerbado, un proteccionismo
muy superior al de las otras regiones del mundo y la ausencia de sólidas
democracias y Estados de Derecho que garanticen los derechos humanos y las
libertades esenciales.
Ese es el verdadero problema no combatir contra el
fantasma de un "liberalismo económico que mata" que no se aplica y
donde se aplica da formidables resultados.
En tercer lugar, la forma en que se expresa no es digna de su
investidura.
Con sus palabras insulta y ofende a cientos de miles de sus
propios feligreses que creen de buena fe en las ideas que ataca como si fuera
un político de barricada en vez del sucesor de San Pedro.
Sencillamente resulta
chocante que quien ha pretendido recrear una Iglesia de puertas abiertas y
misericordiosa destrata de esa forma a tanta gente de buena voluntad.
En todo caso, el rol que viene cumpliendo como opinólogo de
economía y política es tremendamente negativo para lograr los resultados que el
mismo pregona.
Solo la libertad económica logrará reducir la pobreza y mejorar
el nivel de vida de quienes lo pasan peor, como de hecho está demostrado y se
puede ver en las estadísticas globales de las últimas décadas.
Es una verdadera
pena cómo pierde la compostura el Papa Francisco con estos temas, porque además
de lastimar a mucha gente, prestigia ideas retrógradas y liberticidas,
envalentona gobernantes que producen muerte y desolación y queda de espaldas a
quienes más sufren en este mundo.
Fuente
“El País”, Uruguay, 25.01.2017
¿POR QUÉ ELLA NO?
{Las imágenes fueron seleccionadas por el blog}
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