TRUMP VS. MÉXICO - CHINA...
Y NOSOTROS
De remate: advierten impacto en Argentina por sobrestock de productos en
el mundo por cerrojo importador de EE.UU.
31-01-2017
Vehículos, autopartes, heladeras, ropa,
calzado, televisores, electrónica.
El listado de bienes hechos en México o
China y que están bajo la mira de Trump son muchos.
Industriales temen que se
desate una guerra comercial y que una "oleada" de contenedores a
precios de ganga llegue a estas costas
Por Juan
Diego Wasilevsky
Una certeza se está instalando entre
los empresarios argentinos: el "efecto Trump" sobre el
país excederá por lejos al episodio del
cierre en la importación de limones.
Más bien, esa será apenas una
nota anecdótica en un escenario de cambio de paradigma mundial
liderado por un magnate.
Y mientras todo el mundo trata de
interpretar qué tan lejos está dispuesto a llegar el mandatario estadounidense,
ya hay algunos temas que empiezan a quedar en claro.
Por ejemplo, que en una
guerra comercial cuyos blancos principales son México y China,
puede haber "víctimas colaterales" entre los industriales argentinos.
¿El motivo? Un posible desvío brusco de comercio,
en el cual estos dos grandes exportadores industriales comiencen
a buscar mercados alternativos donde colocar lo que Trump ya no deja pasar.
Y
que lo hagan a precio de remate.
El presidente acusa a México por
haber causado la destrucción de millones de puestos de trabajo desde
que se firmó el Tratado de Libre Comercio (junto con Canadá) allá en el año
1994.
Sus bajos costos laborales y la
supuesta manipulación de su moneda para ganar
competitividad cambiaria, son las razones que esgrime.
La nación comandada por Enrique
Peña Nieto también está recibiendo la embestida de Trump por
la inmigración.
El anuncio de la construcción del muro responde a
una “guerra por el trabajo” y lo que postula el magnate es que
este flujo a través de la frontera colaboró con el desempleo de ciudadanos
estadounidenses.
Antes de que ambos mandatarios sellen
el pacto de silencio, la Casa Blanca anticipó la forma en que financiarán la construcción de
la muralla en el límite con México: imponiendo un arancel a
los productos importados de ese origen, lo que le permitiría
recaudar unos u$s10.000 millones para cubrir los costos de la
megaobra.
Informalmente se anticipó que
la tasa sería de un 20%, lo que significa
que Estados Unidos está decidido a ponerle fin al NAFTA,
al menos con uno de sus socios.
Otro de los enemigos de
Trump es China.
El gigante asiático siempre estuvo bajo la mira del
magnate cuando éste era candidato.
Así como en su momento tildó de “ladrones”
y “violadores” a los inmigrantes mexicanos, el actual presidente tampoco
fue complaciente con el gigante asiático.
"En el ámbito comercial,
los chinos son unos tramposos", llegó a
decir.
"Ellos usan a
nuestra nación como alcancía para reconstruir
su país. Tenemos que impedir que nos roben nuestros trabajos",
afirmó en un debate presidencial.
En momentos que era candidato y
agitaba un iPhone para advertirle a Apple que
si ganaba las elecciones los teléfonos se iban a empezar a ensamblar en
territorio estadounidense, Trump lanzó una promesa que hoy -al
ver que efectivamente está cumpliendo con otras-, hacen temer una guerra
comercial de grandes proporciones: imponer aranceles de
hasta el 45% a los productos chinos.
“Estados Unidos le está mostrando los
dientes a esa dos naciones en particular y, específicamente,
a empresas que producen bienes de consumo,
desde aires acondicionados hasta autos.
No ha
dicho nada sobre limitarle el ingreso a la Unión Europea, Japón u otras
potencias”, señala el consultor Marcelo Elizondo, ex director de la Fundación
ExportAr.
Sin embargo, por el tamaño del comercio
bilateral de EE.UU. con estos dos países “está
claro que un cierre de la economía y
una guerra proteccionista traería graves consecuencias a
nivel global”, advierte.
Para ponerlo en contexto, las dos
naciones que hoy son vistas como una amenaza por Trump cada
año le exportan por la friolera de u$s700.000 millones.
Si se analiza en perspectiva, lo
que China y México le venden en
doce meses a EE.UU., equivale a lo que la Argentina
importó de todo el mundo en los últimos trece
años.
Por eso, cualquier mínima
restricción comercial que se imponga desde Washington,
según los expertos, terminará generando sobrestocks de bienes que
pujarán por entrar a terceros mercados.
Y la región, advierten, será destino
potenciale (sic) de la mercadería que no pueda
colocarse en EE.UU. y quede a la deriva.
El riesgo es que
se está hablando de miles de millones de dólares en bienes
de consumo.
El temido impacto indirecto
Si bien el fin de la era
demócrata freezó o amenaza con hacer
naufragar numerosos acuerdos que
el gobierno de Mauricio Macri había firmado con su par Barack
Obama, el principal
riesgo comercial que enfrenta
la industria nacional sería por la vía indirecta.
Es cierto que Trump suspendió por 60
días el ingreso de limones argentinos para revisar
el acuerdo.
Y que también peligra la habilitación del cupo
de carne que se había acordado en 2016.
De confirmarse, esto
significará millonarias pérdidas para las economías
regionales.
Sin embargo, expertos insisten con
que la participación de Estados Unidos en
el total exportado por la Argentina ha
venido cayendo en los últimos años, especialmente tras la
tensión generada durante la administración de Cristina Krichner.
Según datos oficiales, en 2016 las
ventas a ese mercado totalizaron u$s4.900 millones, lo que
equivalió a un 8% del total de envíos al
mundo, que sumaron u$s57.000 millones.
Por eso, el temor, más
que por el impacto directo que pudiera acarrear
una relación más tensa con Trump, los expertos e
industriales advierten por los "efectos colaterales", en caso
de prosperar una batalla comercial liderada por la Casa
Blanca.
“Si comenzara una guerra
proteccionista y se genere una sobreoferta, el mundo estaría
en problemas.
Porque a nivel global se exporta el 30% de
todo lo que se produce.
El grado de transnacionalización actual
es el mayor de la historia.
No se estaría
afectando entonces sólo el comercio.
Se estaría afectando a la producción”,
advierte Elizondo.
Miguel Ponce, ex subsecretario de
Industria, también es de los expertos que vienen alertando que si el republicano activa
un “cerrojo” aduanero se gatillará un peligroso
sobrestock a
escala mundial que meterá presión en el mercado argentino.
Una versión del “Vivir con lo
nuestro”
El lema que llevó
a Trump al poder, “Make America Great Again”,
tiene como sustento el objetivo de que en ese país se prioricen los productos
fabricados localmente y por manos de ciudadanos
estadounidenses.
Algunos economistas ven un paralelismo claro
con la filosofía del “vivir con lo nuestro” con
la que comulgaba el kirchnerismo, que utilizó esa misma
bandera para cerrar paulatinamente las fronteras.
En diálogo con iProfesional,
Ariel Schale, ex subsecretario de Comercio Internacional de la Cancillería y
actual director ejecutivo de Fundación ProTejer, afirma que “estamos asistiendo
a una batalla por los mercados que no es ni
más ni menos que una guerra por el trabajo”.
“Trump está exigiéndole a
la globalización que le devuelva los millones de empleos
perdidos.
Busca revertir el proceso que
llevó a la deslocalización de industrias hacia países como México y China”.
“La puja por los
mercados va a ser feroz.
Vamos hacia un mercado internacional
despiadado.
Todo el entramado de empresas nacionales estará realmente complicado si
el Gobierno no toma nota del escenario que está por avecinarse”, agrega
Schale.
El economista Pablo Rojo también
insiste con la teoría del cambio de paradigma:
“Lo que se está poniendo en tela de juicio es la especialización que lograron
China y México como exportadores de
productos con alto contenido de mano de obra y bajas
remuneraciones”.
"Esto va a generar
tensiones en el resto del mundo y también en la Argentina”,
alerta Rojo.
Lo que más preocupa a los analistas e
industriales es que esta amenaza global se da en momentos en
que el Gobierno advirtió que podría recurrir a abrir más
las importaciones si no bajaban los precios.
Desde el arco político una de las
voces más críticas es la del líder del Frente Renovador, Sergio
Massa, quien afirma que "nos metieron en la cabeza que la globalización era abrirnos y abrirnos,
y ahora el mundo nos corrió el arco y vive un proceso de cierre".
México y el riesgo de un “efecto
tequila”
Son muchos los economistas los que abonan
la teoría del “contagio” por la vía comercial.
Y México reúne todas las variables que pueden
convertirlo de socio estratégico de la Argentina a
ser responsable de una fuerte tensión.
La dependencia de la economía mexicana hacia
los EstadosUnidos es de tal magnitud que cualquier mínima
señal que se envíe desde la Casa Blanca en contra de las empresas
radicadas en ese país podría generar un efecto dominó con
fuertes consecuencias.
"Trump
cree que Estados Unidos es lo primero, y que el resto se vaya
por un tubo. La Argentina debe estar preocupada", afirma
el ex presidente de la nación azteca, Vicente Fox.
Las exportaciones de México hacia
los EE.UU. suman más de u$s300.00 millones anuales.
El dato clave es que el 80% de sus ventas al mundo están atadas
a ese destino.
Por
su altísima dependencia, la nación comandada por Peña Nieto es
señalada como la principal “víctima” de un ataque
comercial por parte de Trump y la que más problemas de sobrestock tendría.
Sin
dudas, el rubro automotor es fundamental: entre vehículos y
autopartes la industria mexicana provee al mercado
estadounidense por más de u$s46.000 millones anuales.
En 1994,
el año en que entró en vigencia el NAFTA, México produjo 1
millón de unidades y la mitad se destinó al país
vecino.
El año pasado, ese mismo complejo fabricó más de 3,7 millones
de autos y la proporción pasó a ser del 80%.
El
problema es que Trump está haciendo de la industria automotriz su
principal bandera pro empleo.
Por eso presionó a todas las grandes
terminales.
A algunas ya les ganó la pulseada.
Ford anunció la cancelación de una
inversión de u$s1.600 millones en San Luis Potosí y un nuevo
plan de negocios para los EE.UU.
En tanto que Fiat-Chrsyler y Toyota también
pactaron desembolsos que el magnate festejó. General Motors, otro
gigante de Detroit, no para de recibir presiones.
Un
dato clave es que las nueve plantas que se
anunciaron en México entre 2012 y 2016 tienen como objetivo
fabricar autos compactos para abastecer casi exclusivamente al mercado
estadounidense.
El
share actual de los vehículos aztecas en el país vecino es
del 12% y las terminales apuntaban a duplicar la participación en
apenas cinco años.
Pero ahora hay un altoriesgo de exceso de capacidad.
La Argentina está
parcialmente “protegida” hasta 2019 frente a México por el Acuerdo de
Complementación Económica número 55, que fija que ambos mercados pueden
comerciar vehículos libres de aranceles por hasta u$s600
millones anuales.
Por encima de ese cupo, cada unidad paga un impuesto
del 35%.
El riesgo es
que un sobrestock en esa nación provoque un bajón de precios que
haga extremadamente competitivos a sus autos, de
modo que la barrera arancelaria no sería un problema.
De
hecho, algo similar ocurre actualmente con Brasil, que tiene exceso de oferta y
envío a la Argentina autos con valores bonificados.
“Es
una posibilidad que México intente exportar
unidades a precios más bajos frente
a una crisis con EE.UU.”, advierte el economista Gonzalo Kriger, de
Abeceb.
Ese
país también puede ser una amenaza para la industria nacional
de línea blanca.
De
hecho, Trump tiene en la mira las importaciones de aires
acondicionados.
Por el momento, logró que la empresa Carrier cancele
una inversión en la nación vecina.
México exporta el 96% de
estos equipos a los EE.UU. por un valor de u$s2.700 millones anuales.
En el caso de las heladeras, el share es del 87% y
la “factura” supera los u$s4.000 millones.
“Estamos
en alerta. El año pasado las importaciones se triplicaron.
Hoy estamos trabajando a menos del 60% de capacidad.
Cualquier
desvío de comercio realmente nos puede ahogar, más
cuando venimos de una caída en las ventas del 25%”, afirma un directivo de la
cámara de línea blanca.
Alerta
por el "dragón chino"
Actualmente, China es
otro de los países que está bajo la mira de Washington.
Es
que el gigante asiático es el responsable de generar casi
la mitad del déficit comercial que
la economía estadounidense tiene en su intercambio con
el mundo.
“Trump parece
estar empeñado en sostener una guerracomercial.
Después de todo, China es más dependiente de las exportaciones
a EE.UU. que viceversa, lo que otorga al mandatario una ventaja.
Pero un conflicto de este tipo no es un juego de suma
cero”, advierte el economista Joseph Stiglitz.
Como
un reflejo de lo que piensa Pekin, el diario estatal chino People`s Daily ya
advirtió en un editorial que “si se desarrolla una guerra comercial,
ambos países sufrirán un impactonegativo”.
Las
exportaciones del gigante asiático a ese país suman u$s410.000 millones anuales,
el 18% de todo lo que vende al mundo.
Los
mayores riesgos para la industria nacional están en el rubro de electrónica,
de la mano de envíos por casi u$s80.000 millones, considerando
desde computadoras hasta teléfonos, unas 22 veces el tamaño de todo el mercado argentino.
El
otro foco de peligro lo enfrenta la industria del calzado (exportaciones
a EE.UU. por u$s13.400 millones) y la textil.
Para
tener una referencia, si se suman los embarques desde el gigante asiático
de trajes, sacos, suéters y remeras, sábanas y manteles,
los envíos superan los u$s20.000 millones anuales.
“Las
diferencias son abismales. Un solo día de stock en China equivale
a un año de producción de indumentaria en la Argentina.
El potencial de daño es altísimo”, advierte Schale.
El
ritmo de los cambios sin dudas es vertiginoso:
hasta hace unos meses, EE.UU. prometía ser el gran
aliado político y comercial del Gobierno de Macri.
Ahora,
bajo el slogan "Make America Great Again", es sinónimo de amenaza.
Fuente
“iProfesional”, 31.01.2017