Hace exactamente diez años que Los Andes viajó a Santiago de Chile y se vio cara a cara con Max Gregorcic.
Mucho, pero mucho antes, un 5 de marzo de 1987, este hombre había dejado la provincia sólo "con lo puesto" (según lo declaró a este diario), mientras miles de ahorristas recibieron cheques (del desaparecido Banco Alas) que no tenían fondos.
Fue después de anunciar que Adolf Hitler había vivido en Mendoza y que su cuerpo se encontraba sepultado en el cementerio de Palmira (el cadáver era de Martín Hunger) y por lo cual fue convocado por la Legislatura provincial para una interpelación de Derechos Humanos.
Al final le decretaron una orden de arraigo que le impedía dejar la provincia.
20 años no es nada
A lo largo de 19 años fue buscado -es una forma de decir- por la Justicia y también por gente que vio cómo sus ahorros desaparecían bajo las persianas cerradas del edificio comprado al banco Santander (ex teatro Avenida), en plena avenida San Martín, y que había inaugurado con bombos y platillos el 2 de febrero de ese mismo año.
Max, como lo llaman los íntimos, ante Los Andes, negó las acusaciones de estafas (en su momento se denunciaron cientos), aunque reconoció que "cuando uno no tiene plata debe trabajar con la de otros..."
Ahora, como antes del encuentro, el intento de hablar con él encontró hermetismo entre familiares y amigos, de ambos lado de la cordillera.
Se pudo saber que ya no vive en la casa de Antonio Pastrana al 2000, en la exclusiva zona de Vitacura y en cuyo frente (y después recorriendo los 360 m2, cubiertos de la propiedad) logró ser entrevistado.
Tampoco responden los teléfonos que, en aquella oportunidad, entregó de la firma Moller & Bernstein, bajo la calificación de Ingeniería - Inmobiliaria, con oficinas sobre avenida Providencia.
Algunos dice que "se borró" del barrio y de la actividad como vendedor inmobiliario; otros, con los que aún mantendría litigios judiciales, aseguran que sigue trabajando con inversiones, por lo menos "dudosas".
Sin embargo acá en este país, Max Gregorcic no tiene cuentas pendientes.
El viernes 22 de diciembre de ese mismo año (2006) Max se presentaba ante la embajada Argentina en Santiago y, junto a dar un poder para juicios a los abogados mendocinos Omar Venier y Ramiro Villalba, reclamaba la extinción de sus causas y su sobreseimiento.
Atrás había quedado el tiempo donde se desarchivaron los expedientes, situación que llevó a muchos ahorristas estafados a vislumbrar una luz de esperanza en recuperar algo de lo perdido en la década del '80; pero esa ilusión se esfumó con un fallo de la Suprema Corte mendocina que revocó dos sentencias y le puso punto final al pleito.
Max Gregorcic, casi 20 años después de dejar la provincia, tenía (y aún tiene) vía libre para volver al país, cosa que nunca hizo.
Lo que se dijo
A poco de que se conociera la historia de Max Gregorcic viviendo en la zona de Vitacura, se presentó en un canal de televisión para dar "su versión" sobre los hechos.
Al término de la nota, lejos de las cámaras y las luces, el periodista que lo entrevistó reconoció haber estado "frente a frente al más grande embaucador" que haya conocido.
Agregando, como un anticipo a lo que ocurriría días después, que "la policía (que acá, por Chile, no es corrupta) lo puede detener cuando lo vea en la calle".
Lo que ocurrió en dos oportunidades al ser denunciado por entregar cheques sin fondos.
Mientras que un investigador de Carabineros, a cargo de uno de los procedimientos que llevaron a Max a la cárcel de Santiago, aseguró que "hay dos delitos que no tienen cura ni remedio.
Uno tiene que ver con los violadores y otros, con los estafadores.
Y aquí tenemos a uno de los grandes ‘importado’ de la Argentina".
Lo que no se dijo
Max, en realidad fue bautizado con el nombre de Máximo; nació en el Instituto de la Maternidad (Capital Federal), un 19 de febrero de 1950.
Antes de llegar a Mendoza, en 1970, se radicó en Santiago de Chile, donde comenzó su actividad con las finanzas y donde estuvo hasta 1974.
Acá trabajó -según sus palabras- en distintas empresas; entre otras mencionó Hukytego, Filippini y Ficsa (financiera).
Un año después volvió a cruzar la cordillera, llegando a facturar 100 mil dólares por mes, aprovechando una inflación de 25 al 30%; situación que se extendió hasta el "crash financiero" de 1982.
Al año siguiente retornó a Mendoza y con 10 mil dólares que le dio su madre Ana María Villanueva, empezó el "imperio" financiero.
Fue la voz en programa de radio (LV 10), junto a Oscar López Pájaro (h) y la cara visible de Canal 7 (con Marcelo Romanello), aconsejando a la gente "cuándo salir a comprar o vender los dólares..."
Hasta que llegó el momento de irse del país.
Dejó su auto Studebaker último modelo en las inmediaciones de El Algarrobal (vehículo que después fue subastado para pagarle a los ahorristas), y en taxi se fue hasta la Virgen de El Challao, donde rezó y con el apoyo de un amigo chileno llegó a San Carlos (en el Valle de Uco).
Desde allí cruzó a Chile, hasta un fundo conocido como Cariño Botao.
En un escrito dado a conocer después que fuera descubierto viviendo a menos de 500 km de Mendoza, Max aseguró que "la gente no fue que perdió, en general, sino que dejó de ganar, que es distinto", en clara referencia a las altas tasas que pagaba (hasta que dejó de hacerlo) en plazos de 7 ó 15 días.
fuente
"Los Andes", 27.11.2016
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