LA NUEVA BARBARIE

LA NUEVA BARBARIE

…:”A este país lo fundaron intelectuales. El país que se conoció en los años ’80 del siglo XIX, lo fundaron intelectuales desde … Sarmiento hasta … Pellegrini. El propio … Roca, que fue un genocida, podía leer sin ruborizarse La Iliada o La Odisea en su tienda. No quiero hacer comparaciones porque son … odiosas, pero ¿qué leen los militares actuales?. El Código Militar, quizá. Se ha reducido el mundo lector. Siempre fue una élite pero hoy se ha reducido. Tenemos maestras y maestros fatigados, luego de cuatro cinco horas de clase en una escuela pública o privada, tienen que dar clases en su casa para sobrevivir a un nivel de clase media. En consecuencia, leen poco o no leen lo que está circulando. No creo que ni siquiera se asomen a las páginas bibliográficas de los grandes diarios …” (Andrés Rivera).

La comparación es aplicable, pero con mucho cuidado. Aquellos hombres no trascendían en tanto intelectuales sino en tanto políticos. Habían sido lectores, estudiosos de la historia, de la economía, ellos mismos escritores y propagandistas de nuevos conceptos. Pero el eje de su trabajo era la acción política y ésta una consecuencia de su formación intelectual, y no al revés. Eran activistas de un país en formación con espacios que podían cubrirse co ideas, donde los respaldos ancestrales de nombre y de fortuna coexistían con otros provenientes del estudio y la capacidad.

Todavía … hasta promediar a segunda mitad del siglo pasado, … figuras surgidas del mundo intelectual, … lograban un reconocimiento personal y una pequeña gravitación en las discusiones públicas. Desde José Ingeniero o Aníbal Ponce hasta Juan José Hernández Arregui o Arturo Jauretche. Desde Ezequiel Martínez Estrada hasta Raúl Scalabrini Ortiz … (ó) … Silvio Frondizi, Rodolfo Ortega Peña o Rodolfo Walsh, que participaron del último, desesperado y trágico intento de conjunción entre las claves ideológicas y la lucha concreta por los accesos al poder.

La situación actual es distinta. Los intelectuales siguen existiendo, son conscientes de la necesidad de un plataforma de inserción e la vida política. Pero ya no tienen lugar. Así como la buena tierra se encuentra repartida {y en vías de extranjerización acelerada}, también se hallan cubiertos los puntos de gestión de las mayores decisiones , las que tienen verdadera implicancia social.

Y … deben resignarse al cumplimiento de tareas laterales y poco luminosas, o en caso contrario, suspenderse, vegetando en cátedras y asesorías de baja influencia.

Productores ideológicos como Atilio Baron, Juan Pablo Feinman o Arturo Roig … realizan una docencia casi secreta, lejanos al gran público. Y a distancia …, del círculo cerrado de los partidos políticos, esos cotos seudo-nobiliarios, animados por gente de “otra piel”, entrenada como centuriones para luchas mezquinas y facciosas.

… Groucho Marx … (define el) … pensamiento de esta nueva raza de representantes intercambiables pero básicamente inamovibles … .”Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros”. Así piensa el cuerpo estable de la gestión gubernativa. La degradación de los métodos de acceso y uso del poder son de tal magnitud, que los pensadores implican un costo innecesario, un anacronismo. Ahora los caminos sn las negociaciones entre cúpulas, el vínculo con los medios de financiación de las campañas, la simple y llana capacidad de compra de sufragios. … en todos los casos, la necesidad de gente dúctil y de pocos escrúpulos, antes que hombres sostenidos por su fuerza moral o acosados por la duda científica.

La forma de construcción de figuras para continuidad o el cambio dentro … (de) … los mismos modelos de tutela pública, son otras. El gran medio es la televisión. Allí los tiempos no se le regalan a nadie, … responden a una lógica elemental: lo que cuesta vale; para lo cual debe jugarse de una manera rápida y segura … para ofrecer sana entretención, evitando opiniones molestas, todo en un clima de alegre liviandad y conflictos sin ninguna importancia. Para ello, por supuesto, no hace falta gente “de pensamiento” sino lenguaraces breves y livianos. Ellos ocupan casi todo. Y los que piensan, casi nada.

JOSÉ LUIS MENÉNDEZ

“LOS ANDES”, 15.09.2007

{Menéndez cita a Andrés Rivas para desarrollar un comentario. La propuesta de Menéndez, me da pie para continuar con la idea, sin ánimo de debatir, pero desde un enfoque distinto y a la vez complementario. Reitero que no es mi intención debatir, sucede que los dichos de Menéndez son propicios para sumarles, los míos propios sobre el tema.

Una nota interesante pero … con “peros”, ya que un diagnostico acertado queda sólo en eso; a la vez que lleva implícita una confesión de impotencia (de los intelectuales) de traer a la realidad sus “producciones intelectuales” y esto sucede por los villanos seres que habitan el cerrado mundo de la política que los ignoran, los ningunean – concepto básicamente correcto -.

El intelectual toma una actitud pasiva, de espera de reconocimiento y de lamento frente a “entrenados centuriones” que sin duda los van a ignorar y les van a cerrar el paso. Pretender que se les reconozca, y se les ceda u otorgue el lugar que estiman merecer, es intelectualmente ingenuo.

Tal vez se debiera recordar que la sociedad perfecta, la ciudad gobernada por los sabios de Platón nunca paso del papel, amen de parecer más una comunidad espartana – por lo autoritaria – que una creación ateniense (en el supuesto que los atenienses fueron democráticos).

No comparto un maniqueísmo donde el intelectual sea la encarnación del BIEN. Me viene a la memoria un libro de de Follari – de hace un par de años – “La Jungla Académica” que le da los intelectuales una encarnadura más real.

Uno de los intelectuales mencionados por Menéndez, Jauretche – seguramente a don Arturo no le habría gustado que lo ubiquen como “intelectual” -, en alguno de sus libros critica a los intelectuales por pretender un “status” especial por su condición de intelectual, algo así como: “¡no me peguen que soy intelectual!”

Don Arturo a una sólida formación agregaba un buen par de puños para defender sus ideas – si llegaba el caso – y un espíritu que no se amilanaba ante el rigor – recordar su participación (activa) en la revolución radical de 1933, de la cual surge su poema “Paso de los Libres” -. Jauretche propiciaba un intelectual “de pelo en pecho”.

Es una vieja sentencia radical: “por prepotencia del trabajo”.

Es cierto, la dirigencia política está más aferrada a sus cargos, a su posición, que la mugre al talón.

Ante esto que deben hacer, no sólo los intelectuales, sino también la gente común, las personas de bien: organizarse, subir al ring por sus ideas y con la conciencia clara que la derrota es posible, pero que la victoria está mucho más cerca de lo que suponen y en definitiva no ser cómplice por inacción.

En esto NO sirve el vago que se escuda en un cómodo pesimismo para quedar en una patética queja canyengue … .Perdón me entusiasme.

La militancia es el único instrumento útil para traer a la realidad los ideales.}