INERMES
Una guerra en plena ciudad
Los habitantes de la Cota 905 y de la urbanización El Paraíso viven
en una zona de guerra.
Ya saben que en cualquier momento se van a molestar los seguidores del Coqui y van a comenzar a repartir balas a diestra y siniestra y no hay nadie que les haga frente.
No importa la hora, como sucedió el martes.
El almuerzo de los vecinos se vio interrumpido por la balacera.
Los seguidores del Coqui decidieron arremeter en contra de la sede de la Policía Nacional Bolivariana que desafortunadamente queda en los predios de la banda.
Lo insólito no acaba allí.
Cualquiera pensaría que se trata de un guion para una serie policíaca.
Lo malo es que es la pura realidad, que se pone peor si se toma en cuenta que los policías no pudieron repeler el ataque.
Mucho menos lograr lo que debió ser su objetivo, atrapar a los delincuentes y ponerlos a las órdenes de la justicia.
Tuvieron que pedir refuerzos al grupo más represivo del régimen, el que aterroriza a la población por su ferocidad y por su ánimo aniquilador, la FAES.
Pero a pesar de que siempre están armados hasta los dientes, tampoco pudieron someter a la banda.
Alguien en la cúpula rojita se dio cuenta de que semejante show debía terminar, después de cuatro horas de una lluvia de balas de un lado y otro.
No se les ocurrió, por supuesto, usar todos los recursos para tratar de neutralizar a los malandros que aterrorizan a los habitantes de esa urbanización del oeste de la capital. No. Pensaron: “Mejor los dejamos tranquilos en su territorio”.
¡Las fuerzas policiales del régimen recibieron la orden de retirada una vez más!
Porque no es la primera vez que sucede.
Los caraqueños deben recordar otra trifulca que terminó igual.
Por varias semanas los policías fueron el hazmerreír de la gente, y la historia se repite.
Debe ser que el objetivo del Coqui es ese, ridiculizar a las fuerzas represivas del régimen.
Eso, y por supuesto, mantener el régimen del terror entre los vecinos.
La vergüenza nacional.
Con este nuevo episodio quedan comprobadas dos cosas.
La primera, que al régimen no le interesa para nada garantizar la vida y la seguridad de los ciudadanos.
Y la segunda, que el único enfrentamiento que las fuerzas represivas rojitas pueden ganar es cuando atacan a venezolanos desarmados e inocentes.
Ya saben que en cualquier momento se van a molestar los seguidores del Coqui y van a comenzar a repartir balas a diestra y siniestra y no hay nadie que les haga frente.
No importa la hora, como sucedió el martes.
El almuerzo de los vecinos se vio interrumpido por la balacera.
Los seguidores del Coqui decidieron arremeter en contra de la sede de la Policía Nacional Bolivariana que desafortunadamente queda en los predios de la banda.
Lo insólito no acaba allí.
Cualquiera pensaría que se trata de un guion para una serie policíaca.
Lo malo es que es la pura realidad, que se pone peor si se toma en cuenta que los policías no pudieron repeler el ataque.
Mucho menos lograr lo que debió ser su objetivo, atrapar a los delincuentes y ponerlos a las órdenes de la justicia.
Tuvieron que pedir refuerzos al grupo más represivo del régimen, el que aterroriza a la población por su ferocidad y por su ánimo aniquilador, la FAES.
Pero a pesar de que siempre están armados hasta los dientes, tampoco pudieron someter a la banda.
Alguien en la cúpula rojita se dio cuenta de que semejante show debía terminar, después de cuatro horas de una lluvia de balas de un lado y otro.
No se les ocurrió, por supuesto, usar todos los recursos para tratar de neutralizar a los malandros que aterrorizan a los habitantes de esa urbanización del oeste de la capital. No. Pensaron: “Mejor los dejamos tranquilos en su territorio”.
¡Las fuerzas policiales del régimen recibieron la orden de retirada una vez más!
Porque no es la primera vez que sucede.
Los caraqueños deben recordar otra trifulca que terminó igual.
Por varias semanas los policías fueron el hazmerreír de la gente, y la historia se repite.
Debe ser que el objetivo del Coqui es ese, ridiculizar a las fuerzas represivas del régimen.
Eso, y por supuesto, mantener el régimen del terror entre los vecinos.
La vergüenza nacional.
Con este nuevo episodio quedan comprobadas dos cosas.
La primera, que al régimen no le interesa para nada garantizar la vida y la seguridad de los ciudadanos.
Y la segunda, que el único enfrentamiento que las fuerzas represivas rojitas pueden ganar es cuando atacan a venezolanos desarmados e inocentes.
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