DESMEMORIA Y…
DÍAS SALVAJES
-IV-
El pueblo que no conoce su
historia está condenado a repetirla
La primera bomba
La Organización Triple A se presenta por primera ve en
noviembre de 1973 con un atentado contra el senador radical Hipólito Solari
Yrigoyen.
El ataque ocurre después que la víctima expusiera su
oposición a la Ley de Asociaciones profesionales, enviada por Perón al Congreso
y apoyada pore el sindicalismo ortodoxo.
Solari Yrigoyen
es desde este momento el enemigo público número uno de la clase obrera
organizada.
Lorenzo Miguel
Hipólito Solari Yrigoyen era senador nacional por la
Unión Civica Radical.
Pocos días antes, el jueves 16 de noviembre, había
expresado su oposición al proyecto de Ley de Asociaciones Profesionales, que
consolidaría la “oligarquía sindical”.
El senador, en el debate, objetó la reelección de
autoridades gremiales por más de dos períodos y la centralización de las
recaudaciones de las obras sociales y propuso la inclusión de la representación
de las minorías, a favor de la “democracia sindical”.
Su discurso en el Senado duró cuatro horas y doce
minutos.
Finalmente, la ley – enviada por el presidente Perón
al Congreso – obtuvo media sanción.
“El debate terminó a las cuatro de la mañana. Lorenzo
Miguel (jefe de OUM) lo había presenciado desde el palco. Cuando le preguntaron
por mi discurso, respondió: ‘Solari
Yrigoyen es desde este momento el enemigo público número uno de la clase obrera
organizada’. Yo sostenía la necesidad de defender a las minorías no quería el pensamiento
único. Había participado de la fundación de la CGT de los Argentinos y, hasta
mi elección como senador, había sido abogado del gremio ferroviario conducido
por los radicales”, según
explicó entonces.
El fin de semana posterior al debate, Solari Yrigoyen
fue a Puerto Madryn, en Chubut, donde vivía, y el lunes 20 volvió a su estudio
jurídico de Lavalle 1438, en Buenos Aires.
Su secretaria le dio un sobre que había recibido con
su nombre.
Cuando lo abrió, sólo tenía tres letras: “AAA”.
No entendió el significado.
El remitente le daba una dirección: Tucumán 1660, la
sede del Comité Capital de la UCR.
Envió a su secretaria para que explicaran qué quería
decir ese mensaje.
Desde la casa radical respondieron que no habían
enviado la carta y tampoco entendía el sentido de las tres letras A.
Al día siguiente, martes 21 de noviembre, Solari
Yrigoyen salió de su departamento de la avenida Santa Fe, una residencia
secundaria, y fue hasta su auto, estacionado en la cochera 171 del edificio de
Marcelo T. de Alvear 1276.
Había comprado ese espacio en la década de 1960 para
guardar su Renault 6.
Ese día tenía previsto dar un reportaje junto al
dirigente sindical cordobés Agustín Tosco, al que había defendido en su
condición de “preso político” y visitaba en la cárcel de Rawson durante la
dictadura del general Lanusse.
Cuando Solari Yrigoyen colocó la llave en el tambor y
la giró, la bomba estalló.
*
También la pasó...
17 ago. 2013 - Hipólito Solari Yrigoyen nació en 1933, es un abogado y político argentino, activista reformista ... En 1973 y 1975 sufrió sendos atentados por parte del grupo parapolicial Triple A y en ... Para agravar su situación, a Amaya le retiraron el inhalador y los medicamentos y ante la ... Foto ilustrativa de archivo.
*
“El Renault 6 era un auto muy frágil, y la onda
expansiva se fue para todos lados. Si hubiera sido un coche compacto, habría
muerto instantáneamente. La bomba era para matarme. El coche voló contra la
pared de enfrente y empezó a incendiarse. Dios me ayudó porque alcance a salir,
caí envuelto en sangre y vinieron a auxiliarme” aseguró entonces.
El repudio fue unánime.
Era la primera vez que se atentaba contra un senador
de la Nación desde que habían matado al demócrata progresista Enzo Bordabehere
en el recinto en 1935.
Isabel Perón que presidía el Senado, fue a visitar a
Solari Yrigoyen en la clínica, acompañada por el ministro José López Rega.
Llevó flores.
“Isabel entró en la habitación. Dijo: ‘¿Qué quieren
hacer de este país? ¿Una Cuba, un nuevo Chile?’. Como haciendo entender que la
ultraizquierda había hecho el atentado”.
Solari Yrigoyen la escuchaba, pero no podía hablar.
Había tenido cinco operaciones, se sentía muy mal, y
se había analizado la posibilidad de cortarle la pierna izquierda, la más
afectada.
El doctor Yañez se opuso en forma terminante.
Después pasó mucho tiempo en silla de ruedas y luego
comenzó a utilizar un bastón.
A la clínica también se acercó Lorenzo Miguel.
Habló con la esposa del senador: “Yo no tuve nada que
ver”, explicó.
Solari Yrigoyen creía que habían sido los “servicios”, o gente vinculada a ellos.
“A mí siempre me ataca la derecha autoritaria”, decía.
En agosto de 1972, cuando era miembro de la Asociación
Gremial de Abogados, le habían puesto una bomba, el mismo día de los
fusilamientos en la base naval de Trelew.
“Yo no sabía qué era la Triple A. Era la primera vez
que actuaba. Pusieron la bomba porque estudiaron mis pasos y sabían que los
fines de semanas yo viajaba a mi provincia”, explicó
entonces.
La organización Triple A (Alianza Anticomunista
Argentina) había surgido como una herramienta de “depuración interna” para poner freno a la
movilización de Montoneros y también contra sectores de izquierda.
De hecho, la Triple A acusaba al radical Solari Yrigoyen de “comunista”.
“Era la época dela Guerra Fría. Estaba de moda acusar
de comunista a cualquiera que se opusiera a algo”, diría
tiempo después.
A Eduardo Angeloz, su compañero de bloque en el
Senado, lo acusaban de ser “agente de imperialismo”.
En el verano de 1973, Montoneros había tomado
protagonismo en la campaña de las primeras elecciones libres desde 1951.
Como parte del acuerdo político con el Movimiento
Justicialista presidido por Perón, obtuvo cargos en gobiernos provinciales.
(Desde el blog: las gobernaciones de Buenos Aires,
Córdoba y Mendoza para comenzar)
Era un tiempo en que la política se hacía en las
calles, barrios o fábricas, o en las movilizaciones populares.
Los espacios de representación institucional no
resultaba atractivo para la militancia.
El regreso de Perón, el 20 de junio de 1973, resultó
el primer quiebre de su relación con la izquierda peronista.
Desde entonces en el peronismo clásico u ortodoxo,
comenzó a anidar la idea de “ganarle la calle” y restablecer el orden y
control ideológico del Movimiento.
El peronismo en “pie de guerra” no era una metáfora política.
En agosto de 1973, López Rega acababa de conformar sus
brigadas de custodia con ex policías desplazados por delitos criminales y otros
que había conocido en su carrera policial en los años cincuenta.
Ahora se reincorporaban al Ministerio de Bienestar
Social.
Entre ellos estaba el comisario Juan Ramón Morales,
Rodolfo Almirón, Miguel Rovira y otro llamado Juan Carlos Lagos.
Este último sería separado luego de la custodia porque
– según declarara en la causa judicial de la Triple A – López Rega le dijo que “necesitaba otro tipo de gente menos limpio para hacer los trabajos
que él quería”.
Lagos pasó a integrar la custodia de Isabel Perón.
El Ministerio se fue preparando para las acciones
paraestatales con la incorporación de militantes de agrupaciones “ortodoxas”, como empleado de planta.
Tambien se importaron desde Inglaterra – de contabando
– ametralladoras Sterling que se guardaban en el depósito del microcine, en el
segundo subsuelo del organismo público.
Una “ley interna” para los que actuaban en
actividades armadas indicaba que “no había que llevarse a dormir
las ametralladoras a la casa”, porque no era para defensa personal
sino para “las operaciones que surgían desde el mismo Ministerio”.
El asesinato del jefe de la CGT, José
Ignacio Rucci, el 25 de setiembre por parte de Montoneros, marcó el segundo
punto de quiebre en la política del año 1973.
El crimen unió a todos los grupos opuestos a la
izquierda peronista.
La respuesta fue la “depuración interna”
en el Movimiento Justicialista por motivos estrictamente ideológicos.
La “depuración” incluía la expulsión de
los cargos políticos – en todas las áreas del Estado municipal, provincial y
nacional – y también en muchos casos la eliminación
física.
La primera víctima de esta política se produjo en
forma simultánea a los funerales de Rucci, con la muerte de un militante de la
Juventud Peronista en el barrio de Belgrano.
Una comisión “mixta” de policías y
civiles salió del Ministerio con un Rambler oficial, tocó el portero eléctrico
de su departamento y, cuando Enrique Grynberg se asomó a la calle, lo mataron.
El blanco había sido escogido casi al azar, para dar
una respuesta inmediata.
El 28 de setiembre, salió un artículo de La Opinión registraba la discusión
interna entre el Ministerio del Interior y la Policía Federal cómo debía
afrontar el Estado atentados como el de Rucci.
El ministro del Interior, Benito Llambí, indicaba que
debía recurrirse a los organismos de seguridad (policía, gendarmería y “en ningún caso las Fuerzas Armadas”), y el jefe de la
Policía Federal, general Miguel Ángel Iñiguez, afirmaba que “la prevención debía hacerse con los mecanismos de seguridad que se
han ido forjando en el propio seno del Movimiento”, es decir por
fuera de los mecanismos institucionales.
Esta última opción sería la
cordada por el Conejo Superior Peronista, reunido el 1º de octubre, en
el que participaron legisladores, gobernadores y el
presidente electo Juan Perón.
De allí surgieron las directivas partidarias para dar
respuesta a la “guerra desencadenada contra nuestra organización y
nuestro dirigentes”, manifestada por la “infiltración de
grupos marxista” y
el asesinato de dirigentes, en obvia referencia a Rucci.
El corazón del “Documento reservado” – dado a conocer por La Opinión al día siguiente – indicaba que el Movimiento
ingresaba “en estado de movilización de todos sus elementos
humanos y materiales para enfrentar la guerra” y anunciaba que en todos
los distritos organizaría “un sistema de inteligencia al
servicio de esta lucha, el que estará vinculado con el organismo central que se
creará”.
El Consejo Superior Peronista abría las puertas de la acción
ilegal: “Se
utilizarán todos los medios de lucha que se consideren eficientes, en cada
lugar y oportunidad. La necesidad de los medios que se propongan será apreciada
por los dirigentes de cada distrito. Los compañeros peronistas, sin perjuicio
de sus funciones específicas, deben ajustarse a los propósitos de esta lucha,
haciendo actuar todos los elementos que dispone el Estado para impedir los planes
del enemigo y reprimirlo con todo rigor”.
A partir de entonces se inició una etapa de “conurbanización” de acciones violentas que luego asumirían bajo la máscara de
la Triple A.
La organización para estatal no tenía un mando
centralizado, sus acciones provenían de distintos ámbitos, aunque sí tenía un
enemigo común, la “infiltración marxista” en el
Movimiento.
La “depuración” se definía en los
territorios locales, según sus propias características y sus enemigos internos,
y a partir de allí se elegían los blancos.
Seis días después del atentado contra Solari Yrigoyen,
el 27 de noviembre de 1973, fue muerto Antonio “Tito” Deleroni en la estación
ferroviaria de San Miguel.
Deleroni era abogado defensor de presos políticos de
la Gremial de Abogados y dirigente del peronismo de base (PB) de esa localidad.
El azar quiso que un policía franco de servicio
persiguiera y detuviera a su agresor, a punto de escapar en un Fiat 128.
En su declaración ante el juez Julio Ricardo
Villanueva, el detenido afirmó que integraba el “Servicio de
Inteligencia Peronista (SIP)” y cumplía las directivas de “depurar marxista”,
tal como constaba en el “Documento Reservado” del Conejo Superior
Peronista.
Acreditó dos domicilios, uno correspondía a ese
organismo y otro, a la unidad básica “20 de Noviembre”, que actuaba en el
Ministerio de Bienestar Social.
La “depuración interna” representó un permiso para la impunidad.
La idea de – en palabras de Perón – “desinfectar a tiempo de los gérmenes del Movimiento Peronista” conduciría
a la creación del terror estatal.
Perón como presidente, jamás condenaría en
forma explícita a la Triple A.
Después de la primera bomba contra Solari Yrigoyen, el terror paraestatal se desplegaría con mayor
intensidad, con persecuciones, atentado y centenares crímenes.
1º de mayo 1974. "estupidos imberbes"
En 2016 por
primera vez, cinco miembros de la Triple A fueron condenados por “asociación
ilícita”, después de que la causa judicial permaneciera archivada durante varia
décadas.
Fuente
“LOS DÍA SALVAJES”
MARCELO LARRAQUY
SUDAMERICANA
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