LOS DIENTES DEL GENERAL BELGRANO
LOS DIENTES DEL GENERAL BELGRANO
{Entrada del 18 de diciembre de 2009, dadas las circunstancia actuales vale la pena reiterarla}
¿Sabía
Ud. qué a don Manuel Belgrano, el creador de nuestra bandera, le quitaron dos
de sus dientes?
No… pues sí, le quitaron dos de sus dientes.
Esto no
merecería mayores comentarios si los hubiese perdido en circunstancias que
pudiéramos considerar normales, a saber:
Hipótesis “A”: En algún momento de su vida de varón tuvo que demostrar que no
se dejaba llevar por delante, frente a un matón o compadrito de aquellos y se
vio envuelto en una de trompadas, moquete y patadas y una certera piña en la
pera fue la causa de la perdida … pues no.
Entonces habrá que considerar la Hipótesis “B”: el General perdió sus dientes
en una de las batallas en que participó, luchando por la independencia de nuestra
Patria, una herida de guerra… pues tampoco.
Examinemos la Hipótesis “C”: Si el General no perdió sus dientes por hacerse el
guapo ni en batalla, los habrá perdido por caries, una razón cotidiana,
ordinaria, común es decir un mero y olvidable episodio odontológico.
A esta
altura de la milonga Uds. dirán:
Tanto lio para terminar en que el general, como humano que era, tenía caries.
Algo bastante común considerando la cantidad de dentaduras postizas que andan
por ahí.
Y yo les digo:
Caries pudo tener, no lo sé, pero tampoco perdió sus dientes por caries.
Y Uds. dejando de lado lo que están haciendo y poniendo sus manos en la cintura
dicen:
¿Y cómo cornos perdió entonces sus dientes el general?
Así que les voy a contar, lo que me contó Doña Jimena Saénz, una comadre –
conocedora ella -, allá por junio de 1970.
Resulta que don Manuel perdió sus dientes en setiembre de 1902, si no me falla la
memoria, ochenta y dos años después de su muerte, cuando estaba muy tranquilo
en su tumba sin molestar a nadie, en la iglesia de Santo Domingo.
Hete aquí que la tumba del general era sumamente humilde, porque el murió en la
pobreza y su familia no andaba mejor, tanto es así que en el cierre de la
tumba, a modo de lapida tuvieron que ponerle una piedra de lavatorio, hermoso
destino el de esa humilde piedra.
Pero la
vida sigue igual y la historia no se termina, así fue que años más tarde don
Cayetano Cazón, por entonces jefe de policía, decidió pagar él una lápida más
acorde con el hombre que recordaba, también gravó en ella el siguiente
epitafio:
“Aquí
yace el General Belgrano. Murió el 20 de junio de 1820 a los 50 años y 17 de
días de su vida.”
Pasó el tiempo y en 1902 se decidió hacerle un mausoleo como cuadra a un prócer
como Belgrano.
Por
aquellos años, en nuestro país, menudeaban los homenajes, los proyectos de
monumentos para con nuestros hombres públicos, tal es así que al mismo tiempo
que el mausoleo de Belgrano se proyectaban monumentos para San Martín, Alberdi
y el General Palacios.
Así fue que se organizó una comisión presidida por el Sr. Gabriel Souto y el 04
de setiembre de 1902 a las 02 de la tarde se procedió al solemne acto de
exhumación de los restos del General Belgrano.
Presidiendo el acto se hallaban Souto, los ministros Joaquín V. González
-Interior- y Pablo Ricchieri -Guerra-, los doctores Marcial Quiroga, Carlos
Malbran y Vega Belgrano.
Con el levantamiento de la loza, se produce un momento de estupor y alarma: la
tumba estaba vaciá, los escombros fueron removidos cuidadosamente, del ataúd
solo se encontraron algunos clavos, del General unos pocos huesos que al menor
contacto se quebraban, lentamente y con sumo cuidado se fue rescatando lo que
se pudo rescatar, los restos así obtenidos se depositaron en una bandeja que
portaba un religioso.
El
escribano Garrido redactó un acta que fue firmada por familiares y autoridades
presente.
Ese mismo día “LA PRENSA” {siempre los medios}
comenzó a batir el parche:
“En el
sepulcro del General Belgrano. Exhumación de sus restos. Un acta defectuosa.
Repartición
de dientes entre ministros… en la tumba de Belgrano se encontraron
varios dientes en buen estado de conservación y admírese el público: esos
despojos sagrados se los repartieron buena, criollamente el Ministro del
Interior y el Ministro de Guerra.
Ese
despojo hecho por los dos funcionarios nacionales que nombramos debe ser reparado
inmediatamente, porque estos restos forman parte de la herencia que debe
vigilar severamente la gratitud nacional; no son del gobierno sino del pueblo
de la República y ningún funcionario por más elevado e irresponsable que se
crea puede profanarla.
QUE
DEVUELVAN ESOS DIENTES AL PATRIOTA QUE MENOS COMIO EN SU
GLORIOSA VIDA CON LOS DINEROS DE LA NACIÓN.”
Desde ese momento comienzan los dimes y diretes de
unos y otros, todos tratando de hacer ver que no tenía ninguna responsabilidad
en el episodio y que la culpa la tuvo el vecino.
Fray Becco se apresura en dar a conocer que los dientes han sido recuperados,
como quien dice:
¡Bueno, che!, se los llevaron por un ratito nada más.
Los ministros aclaran que solo los habían tomado para mostrárselos a Bartolomé
Mitre (autor de la “Historia de Belgrano”) y consultarlo sobre la conveniencia
de hacerlos engarzar en oro y devolverlos.
El gobierno tratando de disimular el papelón dispone una importante suma para
construir el mausoleo y también se remiten cuatro ladrillos, rescatados de la
tumba, a Salta para integrarlos en un monumento que se habría de construir en
otro homenaje al prócer
En la Comisión de Homenaje, para no ser menos, también estalló un conflicto, ya
que sus miembros en la primera reunión, posterior a la exhumación, le espetaron
sin anestesia a don Souto, presidente de la misma, que se había cortado solo,
que no los había invitado, que si se creía que ellos estaban pintados y además
le exigieron que aclarara como era el temita de los dientes.
Don Souto, a la defensiva, les explico que nada tuvo que ver con la
organización del acto, que este estuvo a cargo del Poder Ejecutivo, que a él lo
habían invitado, y en cuanto a los dientes – como siciliano interrogado por
Eliot Ness – les dijo: “Io non saccho niente, no
vi nada, no sé nada”.
Para completarla se sumó a la discusión la parentela.
El doctor Carlos Vega Belgrano hace conocer que: a
la familia le habían avisado del acto dos horas antes, que no tuvieron
participación en nada, que no vieron nada y por si esto fuera poco la familia
rechazaba el mausoleo..
Los medios periodísticos de la época, siempre los medios, especialmente “CARAS
Y CARETAS” y el diario “LA PRENSA” como para que nadie zafará del “affaire” sin
un coscorrón y un par de amonestaciones, siguen informando detalles del solemne
acto devenido en lamentable episodio, por ejemplo:
La concurrencia que presenció el acto
no se sacó el sombrero durante el mismo y para colmo el encargado de extraer
los restos fue un extranjero y no un soldado argentino como hubiera
correspondido.
Sin duda quien estuvo a cargo de la organización
del acto, haya sido quien haya sido, al ver el lío que se armó, debe haber
filosofado:
“Cuando el día empieza mal, ninguna
te sale bien”.
Y como para que no falte la nota irónica y ácida
los diarios mencionados publican una caricatura de Belgrano, saliendo de su
tumba con un epígrafe:
“¡HASTA LOS DIENTES SE LLEVAN! ¿NO TENDRÁN BASTANTE
CON LOS PROPIOS PARA COMER DEL PRESUPUESTO?
Y para rematar un comentario – debe destacarse que esto se dijo o mejor dicho
se escribió en 1902-:
“... solo unos pocos dientes estaban en
buen estado, y si la oportunidad no hubiera sido tan impropia, abríase
celebrado la ocurrencia de un chusco al ver, la curiosidad con que los
ministros examinaban los caninos del grande hombre y establecer una comparación
mental con los afilados y mordientes de los políticos actuales ...”
Hasta acá la historia de los dientes del general Belgrano y que puede decirse
de todo esto … y... que solo es otro historia más de nuestro país, cuyos ciudadanos
nunca dejan de sorprendernos, cuando ya creemos que nada nos queda por ver,
salta la bola y otra vez nos dejan con la boca abierta.
Mire Ud., un prócer, un hombre público que MUERE TAN POBRE que cierran su tumba
con una piedra de lavatorio, pero que nos vamos a asombrar de que
desaparecieran los dientes del general, en esta sociedad donde desaparecen
tantas cosas, otras no aparecen y las que aparecen más vale que no se hubieran
asomado siquiera.
Desaparecen los dientes del general y no aparecen las escuelitas que él dono en
1813.
Desapareció aquello de que: “En Argentina los
únicos privilegiados son los niños” y aparecen
las jubilaciones de privilegio.
Desapareció el 82% móvil de nuestros jubilados, pero
apareció una deuda externa que no cualquiera...
Desaparecieron tantos inocentes y aparecieron los
indultos.
En fin no los entretengo más, mis queridos compatriotas, a no bajar los brazos,
vigilar nuestras dentaduras y si todo sale bien la semana que viene les cuento
otra.
FUENTES
“La exhumación de los restos de Belgrano”
Saénz, Jimena; en “Todo es Historia”, nº38, junio
1970
“Los Andes”: 04-05-06-07-14 y 19 de setiembre de 1902.
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