Para analistas y consultoras, éste iba a ser el escenario dominante en 2015, con un Banco Central subido a la "maquinita" de billetes para fogonear la demanda.
El consenso era que la cercanía de los comicios terminaría empujando al Gobierno a querer reeditar una fiesta consumista, sobre todo por el pobre resultado que había dejado el año pasado en materia de ventas, con caídas en casi todos los rubros y una fuerte contracción de la actividad industrial.
En el mercado había cierta expectativa en el sentido de que el Ejecutivo parecía tener un as bajo la manga para alentar el boom de compras. Y muchos apuntaban a que las novedades llegarían por el lado de un alivio en el impuesto a las Ganancias.
Sin embargo, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández -que está negociando contrarreloj para desarticular la huelga nacional que impulsa Hugo Moyano- descartó de plano cualquier medida que implique una suba del mínimo no imponible del tributo, argumentando que "perjudicaría a quienes quieren ingresar al mercado de trabajo"
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En lugar de dar el brazo a torcer en Ganancias, el Ejecutivo apeló a un plan "plan B". Por cadena nacional, Cristina Kirchner presentó una serie de medidas tendientes a alentar el consumo, como un plan de descuentos para aquellos que paguen con la tarjeta SUBE, facilidades para comprar taxis 0 km y subsidios para mejorar el servicio eléctrico en barrios carenciados.
Además, confirmó el lanzamiento del Programa "Renovate", del que diera cuenta iProfesional hace ya más de un mes (ver nota).
Una suerte de "plan canje" con el que busca impulsar las ventas de un sector altamente estratégico para el modelo K, como es el de electrodomésticos de línea blanca.
Con esta iniciativa, que permitirá acceder a heladeras y lavarropas con un descuento del 25%, el Gobierno intentará revertir el fatídico 2014 que vivió esta industria, que acusó caídas de más del 10% en los niveles de comercialización.
Según explicó la propia Presidenta, los compradores interesados deberán entregar como parte de pago su artículo del hogar usado para luego, en un plazo que no debería exceder los diez días, recibir el producto nuevo.
Paralelamente, el Gobierno sigue impulsando el "Ahora 12", la iniciativa lanzada hace seis meses con la que busca traccionar ventas de sectores como indumentaria, calzado, materiales de la construcción, turismo, bicicletas y electrodomésticos. Rubros a los que acaba de sumar libros, colchones, artículos de librería y anteojos recetados.
A simple vista, parecería ser que la administración K preparó el terreno para que, en los próximos meses, se dé la ansiada fiesta del consumo.
Sin embargo, toda esta batería de medidas anunciadas por Cristina, a ojos de analistas y de empresarios, encierra una extraña paradoja: mientras que, por un lado, se vuelve a agitar la bandera del consumo, por otro se ha venido reforzando el "cerrojo" importador, que impide a las empresas hacerse de insumos y productos terminados clave para poder "bancar" una eventual mayor demanda.
De hecho, las compras al mundo se desplomaron un 25% en febrero pasado, tocando su valor más bajo desde principios de 2010, de la mano de un Banco Central, en su afán de cuidar las reservas, refozó el sistema de cupos de dólares a distintas ramas de actividad y hasta le negó divisas a las grandes empresas, que no pudieron cancelar sus compromisos con proveedores del exterior.
Es por eso que la gran incógnita está en si la administración K podrá tener su fin de fiesta consumista sin contar con los dólares suficientes.
La extraña receta de "impulsar" y "prohibir" al mismo tiempo
Las características de la industria nacional hacen que resulte imposible aplicar el lema "vivir con lo nuestro". En otras palabras, es inviable contar con producción netamente argentina si, al mismo tiempo, se cierran las fronteras a la importación de componentes.
"Todas las fábricas que están instaladas en el país utilizan, al menos, un insumo importado", aseguró Miguel Ponce, director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior.
Exceptuando vehículos, "el 90% de las compras al mundo están destinadas a la producción. De modo que el sector importador hoy es el proveedor número uno de la industria nacional", acotó.
Para Ponce, "hay una clara contradicción entre el discurso oficial y los hechos: se pretende alentar el consumo a través de iniciativas como las anunciadas y con un plan canje de electródomésticos pero, por otro lado, se prohíbe el ingreso de insumos clave que necesitan las fábricas".
Y hay algo peor aun: el efecto combinado de una mayor demanda y una oferta acotada, hasta puede derivar en una consecuencia indeseable como es un aumento en los precios de los productos, que atenuaría la rebaja ofrecida a través de la iniciativa oficial.
"Esto es preocupante porque demuestra que no están los dólares necesarios para ´bancar´ este tipo de medidas. Si se persigue mayores entas y actividad, entonces obligadamente habrá que flexibilizar la entrada de partes y piezas", acotó Ponce.
Un rubro que simbolizó el boom de consumo durante la última década, fue el de los equipos de aire acondicionado, de la mano de 1 millón de unidades vendidas en promedio cada año.
El Gobierno sufrió con este boom otra de sus paradojas: celebró constantemente el récord de comercialización pero, al mismo tiempo, "rezaba" para que no se enciendan y así no se agraven los cortes de luz.
Ahora, tras un 2014 con caída en producción y ventas, el Ejecutivo buscará impulsar la venta de línea blanca mediante el mencionado "plan canje".
El problema es que el nivel de piezas nacionales que contiene este tipo de unidades torna muy difícil que un eventual impulso en la demanda no repercuta en una mayor necesidad de dólares, con su consecuente impacto en las reservas.
Según explicó un directivo de la Unión Industrial Argentina, en promedio, cerca de un 50% del valor del "hardware" de los electrodomésticos necesariamente debe ser traído del exterior.
"Si el Gobierno impulsa un plan canje, entonces necesariamente va a tener que convalidar un aumento de las importaciones", se mostró concluyente la fuente consultada.
En el caso del rubro heladeras, las empresas del sector avanzaron en la última década con una fuerte sustitución de importaciones. En 2001, apenas dos de cada diez equipos eran nacionales. En la actualidad, más del 90% del total se produce en el país.
Sin embargo, hay una marcada dispersión en el nivel de componentes locales, dependiendo del fabricante.
Así, hay plantas que han logrado que el 90% de las partes y piezas tengan sello argentino, mientras que otras empresas mantienen un nivel del 60%, necesitando importar todo el resto, como sucede con los circuitos electrónicos, uno de los insumos más caros en el costo total de una unidad.
"En los últimos meses, hubo fábricas que tuvieron varios problemas para poder importar, ya sea por demoras con las DJAI o por la falta de habilitación de dólares por parte del BCRA", admitió bajo estricto off the record un miembro de la comisión directiva de CAFED, la cámara que nuclea a las empresas de electrodomésticos.
En el caso del plan "Ahora 12", un rubro clave que se vio impulsado por los planes de cuotas fue el de los equipos de aire acondicionado, cuya mayor producción se centra en el polo industrial de Tierra del Fuego, que actualmente está sufriendo un recorte en el nivel de dólares que le autoriza el Gobierno.
En enero, funcionarios les habían prometido a los empresarios cerca de u$s230 millones mensuales para la importación de componentes.
Sin embargo,las compañías nucleadas en AFARTE siguen registrando problemas para acceder a las divisas. De hecho, fuentes de la entidad confirmaron que el Central les viene autorizando apenas el 50% de la cifra inicialmente comprometida.
Cristina Kirchner también anunció el lanzamiento del programa de crédito "A Rodar" para la adquisición de vehículos 0Km para los taxistas, medida que -aseguró- persigue el objetivo de "fomentar el recambio de los 120.000 taxis en circulación".
Para muestra basta un botón: el fracaso del plan ProCreAuto, que recibió el "acta defunción" en enero último, es una prueba cabal de cómo la falta de dólares afecta a esta rama de actividad.
La medida, que se extendió por casi seis meses, pretendía revertir el desplome que estaba castigando a la industria y compensar la fuerte caída de las exportaciones ante la menor demanda de Brasil.
Sin embargo, como debió salir a reconocer en su momento el ahora exjefe de Gabinete, Jorge Capitanich, la iniciativa terminó fracasando, con patentamientos que se ubicaron muy lejos de las metas que había trazado el Gobierno.
Pese a las acusaciones que lanzaron desde el oficialismo, en el sentido de que las automotrices habían boicoteado el plan por "encanutar" autos y especular con un salto del tipo de cambio, la realidad es que, según la consultora Abeceb, la falta de divisas terminó confirmando su fracaso.
Los u$s100 millones mensuales de cupo que en su momento otorgaba el Gobierno (ahora lo amplió a u$s150 millones) no fueron suficientes para que esta rama de actividad retorne a la senda de crecimiento.
De hecho, según Ponce, entre diciembre y enero llegó a haber entre 9.000 y 12.000 vehículos sin terminar en las plantas de Córdoba por falta de autopartes.
Frente a los números rojos que arroja el sector, directivos de ACARA, entidad que nuclea a los concesionarios, aseguran que si no hubiese restricciones a las importaciones, los patentamientos hoy serían bastante más elevados, porque habría un mayor stock.
"Doble comando" para el comercio exterior
En momentos en que el kirchnerismo pretende impulsar nuevamente el consumo, Ponce advirtió que se está dando una suerte de "doble comando" en el manejo del comercio exterior.
"Por un lado, la Secretaría de Comercio Interior estuvo convocando a empresas y cámaras para delinear los planes de producción para todo el año, con pautas bien claras en cuanto a volúmenes fabricados, inversiones proyectadas y requerimiento de insumos", argumentó.
"Pero luego, hay días en los que el BCRA desconoce esos acuerdos y frena las operaciones de importación que contaban con el visto bueno de los funcionarios. Estamos advirtiendo que hay un preocupante conflicto entre las dos áreas que lo único que hace es perjudicar a la industria", recalcó Ponce.
En la misma línea, un informe de Economía & Regiones concluye que "al Gobierno le importa más el nivel de reservas, inflación y dólar que el de actividad".
El secretario de la UIA, José Ignacio de Mendiguren, viene advirtiendo que para revertir los 24 meses que lleva la industria sin generar empleo, entonces la economía deberá crecer al 3%.
El problema es que, para "bancar" cada punto de suba del PBI, las importaciones deben u$s6.000 millones extra para financiar compras al exterior. Algo difícil en momentos en que el Banco Central, más que nunca, está "sentado" sobre las reservas.
FUENTE
"iProfesional", 27.03.2015
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