DESMEMORIA Y…
DÍAS SALVAJES
-V-
El pueblo que no conoce su
historia está condenado a repetirla
LA ARGENTINA POTENCIA
Durante el ejercicio de su tercer gobierno, Perón asegura que habrá
redistribución del ingreso, productividad nacional y pleno empleo.
La prometida “economía en abundancia” estallará en mil pedazos.
“En seis meses, la proporción de la distribución de beneficios, hemos
pasado del 33% que era lo que se distribuía antes entre los obreros, al 42%...
Nuestra moneda que estaba totalmente desvalorizada en su poder adquisitivo. Es
decir un dólar costaba 1450 pesos cuando llegamos aquí y en este momento cuesta
970”.
Juan Domingo
Perón
El jueves 13 de diciembre
de 1973, do meses después de asumir el poder, el presidente Juan Domingo Perón
presentó en la CGT algunos lineamientos de la política económica proyectados
hasta 1977.
Estaba en mangas de camisa
frente a más de un centenar de dirigentes gremiales reunidos en el salón
principal.
Perón recordó anécdotas de
sus primeras gestiones, desde el Estado, en el mundo laboral durante los años
cuarenta.
“Nosotros iniciamos la
industrialización en nuestro país. No se fabricaban ni los alfileres de las
modistas, todo venía del exterior.”
“La primera carta que recibí
(quejándose del aumento de salarios a los peones rurales) fue de mi madre, que
tenía una estancia en la Patagonia: ‘Si vos creés que le puedo pagar 150 pesos
a los peones, te has vuelto loco’.”
El auditorio reía y
aplaudía.
Perón tenía 77 años.
Se sentía en su casa.
El apoyo de la dirigencia
sindical era clave para la realización de la metas de su tercer gobierno,
aunque “algunos tonto digan que son burócrata”.
Había cerrado filas con la
CGT.
El textil Adelino Romero –
que había sucedido a Rucci – estaba a su lado en el estrado.
Perón aplaudió cuando fue
anunciado y también a su ministro de Trabajo, Ricardo Otero.
Al único que Perón no
aplaudió cuando lo presentaron fue a su ministro de Bienestar Social, José
López Rega.
A un costado detrás de
López Rega, con trajes oscuros y anteojos de sol en el auditorio cerrado,
estaban sus custodios.
Se convertirían en el
emblema de la acción represiva paraestatal, identificados como miembros de la
Triple A.
Después de retratar las
líneas económicas en sus dos primeras presidencias, Perón presentó el Plan
Trienal 1974-1976, la planificación económica que – prometía – signaría su
nuevo gobierno.
Remarcó antecedentes
auspiciosos, las primeras realizaciones en las breves presidencias de Cámpora y
Lastiri, aunque no los mencionó.
“En seis meses, la
proporción de la distribución de beneficios, hemos pasado del 33% que era lo
que se distribuía antes entre los obreros, al 42%... Nuestra moneda que estaba
totalmente desvalorizada en su poder adquisitivo. Es decir un dólar costaba 1450
pesos cuando llegamos aquí y en este momento cuesta 970”. Cuando asumimos el
gobierno no teníamos ninguna reserva financiera, y hay ya tenemos 1.300 millones
de dólares en caja.”
Los datos reflejaban la
expectativa de un país en expansión.
Se esperaba que la tasa de
crecimiento del producto bruto interno – que en 1972 había alcanzado el 4,5% y
en 1973 proyectaba un 5% - alcanzase el 7,5% en 1977.
También se presumía que la
producción agropecuaria se triplicaría para ese año.
Perón calculaba que ya en
1975 se advertiría “una economía de abundancia”.
El Plan Trienal estaba
construido bajo el paragua del Pacto Social, una concertación entre empresarios
y representantes gremiales con la orientación del Estado.
En él, el gobierno
peronista se proponía, en su trazado grueso, aumentar la inversión pública,
desarrollar el mercado interno, ampliar la exportación a mercados no
tradicionales (países socialistas y No Alineados) y fomentar la producción
energética con nuevas obras de infraestructura.
De ese modo alcanzaría sus
metas: la redistribución del ingreso nacional (para llegar al fifty-fifty entre empresarios y trabajadores), la reducción
de la desocupación (establecida en torno al 7%) hasta llegar a ocupación plena
y la neutralización del proceso inflacionario (con el congelamiento de precios
y salarios).
Con estas políticas, el
sector dinámico de la economía se
trasladaría de lo monopolio extranjeros al sector productivo nacional.
Toda la arquitectura del
programa económico sería definida en dos palabras que marcaban el rumbo y la
utopía del país por venir: “Argentina Potencia”.
Era una marca de referencia
que se expresaba en el día a día con sus propios universos icónicos: el
Rastrojero, un utilitario producido por la empresa estatal IME (Industrias
Mecánicas del Estado); las piletas populares en los bosques de Ezeiza, o las
zapatillas Flecha, las primeras con suela de PVC para “la juventud”.
En término políticos, la “Argentina Potencia” contrastaba con el “socialismo nacional”, bosquejado en forma genérica desde
la izquierda peronista.
El plan tuvo ciertos
condicionamientos apenas se lanzó.
El primero fue externo,
pues el aumento del precio del petróleo generó una “inflación
importada” para
insumos básicos, que se trasladó a los costos de las empresas y desajustó las
metas del programa.
Además, los grandes grupos
económico desafiaron el protagonismo del Estado en la planificación y el
sistema de concertación del proyecto.
Pero el condicionamiento
más gravitante fue el político o, mejor dicho, la
violencia política.
El enfrentamiento
en el peronismo, resuelto a dirimir sus contradicciones internas de manera
violenta, provocó un cambio de
escenario.
Las fuerzas legales del
Estado comenzaron a transformarse en ilegales,
para reprimir la ilegalidad.
Estos factores minaron la
posibilidad de una “reconstrucción en paz”.
El Pacto Social fue
perdiendo sus herramientas de acción y el impulso a favor de la productividad,
el nivel de empleo y la redistribución del ingreso se fueron desvaneciendo.
El mercado negro de
productos y el desabastecimiento fueron los síntomas visibles de su gradual
descomposición.
Perón alertó sobre la
necesidad de mantener el Pacto Social e incluso amenazó con su renuncia a la
Presidencia.
Fue su última aparición
pública, el 12 de junio de 1974, en el balcón de la Casa Rosada.
Con su muerte el 1º de
junio de ese año, el Plan Trienal perdió su conductor, y la metas económicas no
pudieron sostenerse.
Ya no existían recursos
políticos para aplicarlas.
La renuncia de José Gelbard
en el Ministerio de Economía, en octubre de 1974, marcó el final de la
orientación económica original del tercer gobierno peronista.
Pero habría más.
López Rega asumió el eslogan
de “Argentina Potencia” con la fuerza de propaganda del Estado y lo convirtió en el
centro de su proyecto político para concentrar espacios de poder.
La “Argentina Potencia” quedó entonces
identificada con la construcción de un “Altar de la Patria”,
entre la estación Retiro y la Facultad de Derecho (UBA), con túneles internos
escaleras y una bóveda central donde descansarían los restos de los próceres
nacionales, Perón, Evita, San Martín… con la leyenda: “Hermanados en la
gloria vigilamos los destino dela Patria. Que nadie utilice nuestro recuerdo
para desunir a los argentinos”.
También López Rega proyectó
un complejo náutico en el Delta del Paraná, con hoteles internacionales,
estaciones fluviales, helipuertos y embarcaciones que unirían a Tigre con el
puerto de Buenos Aires en quince minutos.
Con sus proyectos
magnánimos, la “Argentina Potencia” intentaba demostrar que
el país estaba en pleno crecimiento económico, a la vez que “eliminaba a la subversión”.
En su faceta pública, el
ministro de Bienestar Social, y primer hombre fuerte de la Argentina,
identificaba su imagen con el primer propósito; en su faceta clandestina, las
fuerzas del estado, se ocupaban del segundo.
En junio de 1975, López
Rega – aliado a grupos neoliberales decididos a romper el estado de bienestar
que había marcado la tradición del peronismo – lideró el ajuste económico .
López Rega introdujo a
Celestino Rodrigo en el Ministerio de Economía.
Su plan, el “Rodrigazo”, liquidaba la políticas de concertación
económica y social iniciales y conducía irremediablemente a la fractura del
país.
Sólo pudo ser contestado en
parte por movilizaciones obreras y amenazas de ruptura de la CGT con Isabel
Perón.
José Alfredo
Martínez de Hoz, al año siguiente, con el
soporte represivo de la dictadura militar, se ocuparía de restablecer y
profundizar las políticas económicas de ajuste.
De la “Argentina Potencia” quedaron las utopías y
algunas calcomanías desgatadas.
Fuente
“LOS DÍA SALVAJES”
MARCELO LARRAQUY
SUDAMERICANA
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