6 jun 2024

NOSOTROS Y EL HAMBRE

 

 


 

 

NOSOTROS Y EL HAMBRE

 

 

 

"Pasar hambre" en Argentina: ¿cuán grave es el problema?

 

Rosa Muñoz Lima

95.06.2024

 

¿De qué modo afecta el hambre a los argentinos? 

 

¿Qué se ha hecho y qué más habría que hacer para solucionar o reducir el hambre, o al menos evitar que siga creciendo ese riesgo? 

 

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 "Verdurazo" en Constitución: en abril, la Unión de Trabajadores de la Tierra aprovechó una protesta para repartir verduras y frutas, como un alivio ante la inflación, en Buenos Aires.Imagen: Igor Wagner/SOPA/Sipa/picture alliance

 

Argentina es conocida mundialmente no sólo por el tango y el fútbol, sino también por la calidad de sus alimentos, celebraba un informe del Ministerio de Economía, hace cinco años. 

 

Sin embargo, hoy más de la mitad de la población argentina es pobre, y hasta casi un cuarto podría llegar a pasar hambre, estima un estudio del Observatorio de la Deuda Social, de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA), para el primer trimestre de 2024.

 

Pobreza, indigencia y riesgo de “pasar hambre”

 

El último dato oficial disponible, del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) -que informará en septiembre sobre el primer semestre de 2024-, situaba el índice de pobreza en el 41,7 % para el segundo semestre de 2023.

 

Ahora, las estimaciones del ODSA-UCA elevan la cifra al 55,5 %.

 

Casi 25 millones de personas residentes en áreas urbanas habrían sobrevivido, a inicios de este año, por debajo de la “línea de pobreza”: con ingresos insuficientes para costear la “canasta básica total” (alimentación, vivienda, educación, salud, transporte). 

 

De ellas, casi 8 millones (el 17,5 % de la población) sobrevivió incluso por debajo de la “línea de indigencia”: sin ingresos suficientes para costear siquiera la “canasta básica alimentaria”.

 

Ya en el tercer trimestre de 2023, casi el 25 % de la población (11 millones de personas) -incluidos más del 32 % de los niños, niñas y adolescentes (2,7 millones)- habrían sufrido “inseguridad alimentaria”, teniendo que “reducir porciones y saltear comidas”, explica a DW el sociólogo Juan I. Bonfiglio, del ODSA-UCA.

 

El 11 % de las personas (5 millones) -incluido el 14 % de los menores del país (más de un millón)- sufrieron incluso “inseguridad alimentaria severa”, con privaciones mayores y más frecuentes del mínimo de alimentos que les evitaría “pasar hambre”, aclara el experto.

 

DEUDAS SOCIALES ESTRUCTURALES EN LA SOCIEDAD ARGENTINA En el marco de la Colecta Anual de @CaritasAR 2024, compartimos algunos datos sobre una de las deudas estructurales más preocupantes entre la población argentina, la inseguridad alimentaria.
 
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“Crisis recurrentes y cada vez más intensas”

 

El informe del ODSA-UCA se conoció mientras el Gobierno de Javier Milei -que asumió en diciembre de 2023- comenzaba la inicialmente negada distribución a comedores sociales de 5.000 toneladas de alimentos retenidos en depósitos estatales y a punto de expirar.

 

A la medida le precedió un escándalo que costó el puesto a altos funcionarios del Ministerio de Capital Humano, abrió una investigación judicial, y movió al Ejecutivo a prometer el diseño de un nuevo sistema de acopio de alimentos para emergencias.

 

Argentina atraviesa “una serie de crisis recurrentes y cada vez más intensas”, al menos desde 2018, cuando se duplicó, del 5 al 10 %, la cifra de personas que sufrían hambre o “inseguridad alimentaria severa”

 

Al recrudecimiento con la pandemia, le siguió cierta recuperación y “un recrudecimiento muy importante en el último año, específicamente, en los últimos meses”, resume Bonfiglio.

 

Estas crisis traen asociadas una pérdida de los ingresos de los hogares, que provienen de “un mercado de trabajo fuertemente segmentado, en el cual no más del 50 % de los empleos cumplen con las normativas de la seguridad social”, además de ser predominantemente “precarios, inestables y con ingresos muy bajos”, subraya Bonfiglio.

 

Distribución de alimentos

 

Para completar su alimentación, las personas y hogares de menores ingresos dependen de ayudas del Estado, de organizaciones de la sociedad civil -incluidas las iglesias y sus instituciones de caridad- o político-partidarias, así como de proyectos comunitarios espontáneos o incluso de familiares, enumeran los expertos consultados por DW.

 

El problema no es nuevo, aclara la socióloga María Victoria Sordini, autora del estudio “La política del hambre: una emergencia permanente en Argentina”

 

Desde la década de 1980, y como consecuencia de políticas neoliberales implementadas desde los 70, “amplios sectores sociales han necesitado complementar la alimentación del hogar con alguna prestación del Estado, dice. 

 

Y todos los Gobiernos han sostenido “programas alimentarios”.

 

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 El Gobierno de Javier Milei interrumpió la estrategia histórica del reparto a comedores sociales, reteniendo 5.000 toneladas de alimentos a punto de expirar, que finalmente accedió a entregar.Imagen: Roberto Almeida Aveledo/ZUMA/picture allianc

 

Estos programas han incluido la entrega de alimentos secos, el financiamiento y apoyo técnico a comedores comunitarios gratuitos -símbolo de la organización comunitaria en el país-, o programas de formación sobre alimentación saludable, ilustra Sordini. 

 

Para los más vulnerables, las políticas públicas hacen la diferencia. 

 

Por eso, hoy, “si no llega provisión de alimentos a los comedores, la situación empeora sensiblemente”, apunta Bonfiglio.

 

Transferencias monetarias

 

Una “estrategia estrella” ya histórica del Estado argentino contra el hambre son las transferencias monetarias, especialmente a través de programas sociales, destinados a incrementar la capacidad de personas y hogares para abastecerse de alimentos frescos. 

 

Entre enero y mayo, el actual Gobierno aumentó en más del 137 % el monto de la asistencia social para comprar alimentos.

 

Desde junio, las familias más pobres con mujeres embarazadas, hijos menores de 14 años, o discapacitados de cualquier edad, reciben entre 52.250 y 108.062 pesos (de 58 a 120 dólares al cambio de hoy), según la cantidad de hijos, a través de una “Tarjeta Alimentar”. 

 

Hasta diciembre de 2023, eran entre 22.000 y 45.500 pesos (de 24 a 50 dólares).

 

El efecto compensatorio de esta medida, sin embargo, choca con un contexto fuertemente recesivo, la destrucción de puestos de trabajo y una galopante inflación, enumera Bonfiglio. 

 

El aumento de los precios de bienes y servicios se acercaba en abril de 2024 al 290 % interanual, según el INDEC. 

 

Así que la plataforma local de verificación Chequeado calcula que el poder de compra de la “Tarjeta Alimentar” -con casi 3,7 millones de titulares en agosto de 2023- apenas pudo aumentar un 32 % hasta marzo de 2024.

 

Además, estas asistencias alcanzan solo a hogares vulnerables con niños. 

 

Otros, por ejemplo, con adultos mayores y otras vulnerabilidades, “que también están pasando hambre”, no están cubiertos por estas políticas públicas, lamentan los expertos.

 

¿Qué más hacer?

 

¿Qué sociedad propone este tipo de políticas públicas “necesarias”, pero “asistenciales, transitorias, fragmentarias”, que no han resuelto en cuatro décadas la emergencia alimentaria argentina (sic), incluida el “hambre oculta” en la malnutrición

 

Esta es, para Sordini, investigadora del Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales (INHUS-CONICET), una pregunta central para revisar las políticas contra el hambre en Argentina.

 

El país necesita, en primer lugar, “mejorar las condiciones del mercado de trabajo”, con políticas sostenibles en el tiempo, que generen “mejores oportunidades laborales”, asegura Bonfiglio, desde el Observatorio de la Deuda Social Argentina. 

 

Y advierte que está por verse, en los próximos meses, “cuánto éxito van a tener, en este sentido, las actuales políticas de flexibilización y liberalización, de recorte del gasto público”, más radicales que sus antecesoras.

(cp)

 

fuente

"DW", Alemania, 05.06.2024

 

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Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.

La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.

Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.

El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.

Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.

De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.

A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).

¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.

¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?

¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!

El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.

Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio


Mendoza, 11 de noviembre de 2009.