AL QUE LE CAIGA EL SAYO…
LA SOBERANÍA COM PARAPETO DE LOS DICTADORES
“Nosotros no nos metemos a opinar sobre violaciones de derechos humanos en Estados Unidos. Somos respetuosos. No podemos opinar sobre lo que sucede en otro país. Entonces por qué el gobierno de Estados Unidos opina sobre cuestiones que solo competen a los mexicanos”.
Así respondió López Obrador al Reporte anual de Derechos Humanos del Departamento de Estado de Estados Unidos.
El ejecutivo mexicano declina opinar y con esto, incluso, defender a las y los mexicanos que sufren violaciones a sus derechos humanos en EUA.
Para AMLO es un asunto entre gobiernos y no de garantizar la seguridad.
Le importa la opinión en público de un par, pero no la seguridad de las personas en México ni en otro lugar.
La visión de soberanía que tiene el presidente, como tantas otras, son de un pasado remoto.
En un tuit, Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, deja en claro esta postura: “Se puede decir que el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador está teniendo problemas para defender su historial de derechos humanos cuando resucita la doctrina de la era troglodita de no comentar sobre la situación de derechos humanos de otros países. Ese es el recurso de los dictadores”.
Ante el fracaso de prevenir las atrocidades de finales del siglo XX es que en 2005 fue adoptada por la comunidad internacional la doctrina de Responsabilidad de Proteger (R2P).
Se trata de una norma internacional que busca detener, con la corresponsabilidad de la comunidad internacional, los crímenes atroces (genocidio, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad).
La R2P parte de la idea de que cada Estado tiene la obligación de proteger a su propia población y la comunidad internacional tiene la responsabilidad de auxiliar a los Estados a cumplir con esa responsabilidad.Bajo esta lógica, la R2P no entiende la soberanía como un “poder ilimitado de un Estado para hacer lo que quiera con su propio pueblo. Se reconoce que la soberanía implica una doble responsabilidad: externamente, de respetar la soberanía de otros estados, e internamente, de respetar la dignidad y los derechos básicos de todas las personas”.
El respeto a la soberanía de otros Estados no incluye la tolerancia a crímenes atroces.
La propia R2P reconoce que “la soberanía es para muchos Estados su mejor línea de defensa y, a veces, aparentemente, la única”.
Por su parte, la Carta de Naciones Unidas establece que el Consejo de Seguridad “determinará la existencia de toda amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión y hará recomendaciones o decidirá qué medidas serán tomadas”.
Así mismo, “podrá instar a los Miembros de las Naciones Unidas a que apliquen dichas medidas”.
Estas medidas pueden incluir emitir alertas, asistencia, sanciones económicas o diplomáticas, entre otras e incluso, como última alternativa, el uso de la fuerza para proteger a poblaciones que se encuentran en gravísimo riesgo ante crímenes como el genocidio.
Si el gobierno de AMLO sigue escudándose en un rancio concepto de soberanía, debería entonces, por pura congruencia, renunciar a su permanencia en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Esta visión de la soberanía ya mostró su fracaso en múltiples ocasiones de la historia.
AMLO quiere ser un presidente en un mundo añejo y fracasado en materia de seguridad.
Ante estas visiones, las y los mexicanos quedamos expuestos a la voluntad del ejecutivo y solo queda llamar la atención de la comunidad internacional para que presione al gobierno mexicano a cumplir con sus obligaciones del siglo XXI.
Mientras tanto habrá varias personas en México, incluyendo al presidente, que prefieran envolverse en la bandera antes que garantizar la seguridad de sus habitantes.
Mientras se siguen repitiendo frases del pasado, les recuerdo que en México se perpetran crímenes de lesa humanidad con absoluta impunidad y el gobierno prefiere que nadie opine.
fuente
"ANIMAL POLÍTICO", México, 07.04.2021
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