AYUDA MEMORIA CIUDADANA
-VII-
Por Julio Rajneri
agosto 2, 2019
…
Compensación: Con Menem, Santa Cruz recibió u$s 545 millones.
Como se
recordará, el entonces gobernador Néstor Kirchner
recibió en 1993, como compensación por regalías mal liquidadas (eufemismo con
que se disfrazó el apoyo a la privatización de YPF) u$s
214 millones en efectivo y u$s 331 millones en acciones de YPF cotizadas a u$s
19 la acción.
En 1999 vendió a Repsol su
participación en la compañía en u$s 775 millones a u$s
44,5 por acción.
La suma total que debió
entonces ingresar a Santa Cruz fue de u$s 989 millones
más los dividendos e intereses de varios años.
En el 2004 quedaban
solamente u$s 400 millones en Credit Suisse en
Zurich.
En la
actualidad ni un centavo.
La única transferencia de
Repsol conocida se efectuó a través del BBVA francés al Banco Central por u$s 602.560.332.
En el camino desaparecieron u$s 173 millones que seguramente se
enviaron a otro banco por indicación de Kirchner.
Las sumas recibidas fueron
transferidas a tres bancos neoyorquinos. Dean Witter Reynolds (Morgan Stanley),
Citibank y Credit Suisse.
A partir de ese momento se
inicia una escalada de transferencias ocultas a cuentas en paraísos fiscales,
junto con una disminución en los activos por operaciones inventadas o
transferencias reales pero exageradas en sus cifras.
La frase cuando se apagaron las cámaras: ”Tengo 600 millones”.
El
principal rubro de salidas financieras fueron los fondos presuntamente girados
a Santa Cruz para cubrir déficits presupuestarios.
Según la Legislatura
provincial kirchnerista, las remesas
alcanzaron u$s 532 millones y solamente entre
1995 y 1999 esos aportes ascendieron a u$s 330 millones.
Las dudas en este último
caso son inevitables si se tiene en cuenta que las acciones de YPF recién
fueron vendidas ese último año, por lo que las máximas disponibilidades al
momento eran u$s 214 millones.
En ningún momento se
hicieron públicos los ingresos reales por dividendos y rentas acumuladas.
Se inventó una burda patraña
sobre colocaciones al 1% anual en la Reserva Federal norteamericana, que fue
posteriormente desmentida por funcionarios de ese organismo.
Para eliminar todo
control y el registro del movimiento de las cuentas, tanto en lo que se refiere a las
ganancias obtenidas como a las inexplicables trasferencias a cuentas numeradas
de bancos en lugares sospechosos, las entidades originales fueron transfiriendo
todos los fondos a distintos bancos hasta cerrar las cuentas.
El Rabobank de Holanda
recibió del Credit Suisse de Nueva York u$s 200
millones y, al cabo de un tiempo, los transfirió a Zurich.
Otras operaciones de los
bancos restantes hicieron escala en Luxemburgo antes de llegar al mismo
destino.
La cuenta en Zurich se abrió
en 2003 en el último año de su gestión como gobernador.
Siendo Kirchner presidente hay evidencias de que
quedaron fondos en los bancos norteamericanos y su nombre subsistía como uno de
los titulares de las cuentas, y le reportaban a él hasta diciembre de ese año.
Ninguno de los gobernadores
que sucedieron a Kirchner tuvieron el
control real de ninguna de esas operaciones, pero algunos pudieron ser
cómplices por encubrimiento.
Todos declararon a su turno
haber repatriado los fondos remanentes del Credit Suisse y nunca disiparon las
dudas.
Finalmente Aldo Ducler sostuvo que esos fondos fueron
utilizados para garantizar el préstamo del Credit Suisse en la compra de las
acciones de YPF por el grupo Eskenazy.
Agente financiero: el banco que manejó Lázaro Báez y luego Eskenazi.
El agente financiero obligatorio
era el Banco de Santa Cruz, primero manejado por Lázaro
Báez y luego de una privatización por el mismo grupo Eskenazi.
Quienes
manejaban la cuenta en su representación, eran la financiera Mercado Abierto y Eduardo
Cafaro, que no reportaban al Banco de Santa Cruz sino a Kirchner personalmente.
Los
registros de las operaciones realizadas quedaron a salvo de indagaciones
ulteriores indiscretas cuando las cuentas originales fueron cerradas, pero
existen constataciones que permiten deducir cómo se produjo el pase a la
clandestinidad de la mayor parte de los fondos de los bancos mencionados al
patrimonio de Kirchner y, a su muerte, de
su familia.
El
instrumento utilizado hasta el año 2001 fue el M.A. Bank, con sede en las isla
Gran Caimán y que responde a la sigla de Mercado Abierto.
Ese
lugar, célebre por ser refugio de capitales de origen dudoso, es también uno de
los pocos que toleraría el uso de la denominación “banco”
para una compañía que no lo fuera y cuya sigla identificaba desde 1893 al Macon
Atlanta Bank (USA).
Según
resumen de la cuenta en el Citi de Nueva York que el periodista Nicolás Wiñazki
hizo pública, solamente en un mes -julio de 1995- se hicieron 23 operaciones de
trasferencia de fondos de ese banco a cuentas no identificadas con nombres,
sino con números.
También
se publicaron dos facsímiles de notas firmadas por Kirchner al M.A. Bank anunciando nuevos depósitos, una por u$s 13 millones y otra en marzo del 2001 por 5.574.320, en esta última con referencia específica a
la cuenta nro. 25.296.
Estas dos
operaciones no provienen de transferencias bancarias, lo que permite deducir
que otros fondos de otra procedencia pudieron seguir el mismo destino que los
dineros de las regalías.
Aldo Ducler, antes de morir, quiso revelar la trama de los fondos.
El M.A.
Bank fue clausurado y privado de personería por las autoridades de Caimán, en
junio del 2001, a requerimiento del gobierno de Estados Unidos en la causa
incoada en ese país contra Aldo Ducler por
evasión fiscal y lavado de dinero.
Esa clausura ayudó a ocultar
los movimientos y transferencias ya efectuadas pero creó posiblemente un
problema para hacer nuevas remesas de los fondos que subsistieron en los bancos
originales.
Esa etapa permanece hasta
ahora en la oscuridad.
Una vez ingresado al
circuito de los paraísos fiscales, es muy difícil reingresar a los bancos del
sistema normal, sobre todo en cantidades estimadas en cientos y tal vez
miles de millones de dólares.
Las regulaciones han ido
avanzando en el control, de manera que en la actualidad la única forma de
eludir las normas es mediante el traslado del dinero “físico”.
Pero para trasladar
valijas voluminosas, eludir controles aduaneros y depositar los fondos en una
caja bancaria con billetes termosellados a nombre de una hija, se requiere ser
presidente de la República, utilizar el avión presidencial e inventar una
escala técnica en un paraíso fiscal.
No es extraño entonces que
cuando se trata de identificar el destino de los fondos todas las miradas
converjan sobre Seychelles.
Investigar todo el circuito
delictual requeriría no solamente el esfuerzo mayúsculo de los jueces, sino
también la improbable participación del Congreso mediante comisiones
parlamentarias que iluminen las partes oscuras protegidas por fallos judiciales
inicuos y, por supuesto, un Poder Ejecutivo que no interfiera en el accionar de
la Justicia.
Pero hay
una alternativa que se dirimirá en pocos días junto con las PASO: la renovación
del gobierno de Santa Cruz que deberá reelegir a la actual mandataria, Alicia Kirchner, o
terminar con 28 años de dominio del grupo familiar sobre la provincia.
De
acuerdo con las últimas encuestas, las posibilidades entre la gobernadora y su
principal oponente, Eduardo Costa, pronostican un resultado electoral abierto.
La
pérdida de la provincia sería una catástrofe sin atenuantes para el kirchnerismo.
Un nuevo
gobierno tendría innumerables oportunidades de acceder a información en
sitios hasta ahora inaccesibles.
El Banco
de Santa Cruz y sus directivos, como agentes financieros, tendrían que rendir cuentas sobre
cada una de las operaciones, la suma original remesada por Repsol, las
ganancias obtenidas, los ingresos reales al Tesoro provincial, las
transferencias a bancos ocultos, el rol de los depósitos del Credit Suisse en
la compra de las acciones de YPF por el grupo Eskenazi, etcétera.
Y tal vez
abriría el camino para determinar el destino final de fondos provenientes de
los numerosos casos de corrupción que investigan los jueces de Comodoro Py.
Fuente
“RÍO NEGRO”, O2.08.2019
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