Sociedad
Civil Catalana ha convocado para hoy domingo una manifestación cargada
de razones en Barcelona, capital de la indignación que recorre toda
España por las inaceptables concesiones que Pedro Sánchez está dispuesto
a hacer al independentismo para conservar su cargo.
No
se trata de una protesta más, y por ello ha de ser masiva, contagiosa y
preámbulo de otras que, junto a la resistencia parlamentaria y jurídica
de la oposición, recorran todo el país para demostrar pacíficamente la
negativa de los españoles a aceptar sin más el formidable precio que
Sánchez está dispuesto a pagar para reeditar su lamentable Gobierno.
La
ocupación de los contrapoderes del Estado, paralizados como el Poder
Judicial o sometidos como el Tribunal Constitucional, dejan en buena
medida indefensa a la ciudadanía, que se queda así con las barreras
institucionales muy debilitadas para hacer frente a la inquietante
deriva del PSOE hacia posiciones de ruptura con el consenso del 78.
Y la colocan en la tesitura de acatar el procés impulsado
por Sánchez o rebelarse cívicamente ante él para intentar frenarlo.
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno en funciones,
Pedro Sánchez, y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, tras
la firma del acuerdo. Noviembre/diciembre 2019
Lo
segundo es lo correcto en una sociedad civil sana, consciente de sus
derechos y renuente a asumir los abusos de un poder político ajenos a
los intereses nacionales e insensible ante los derechos de la abrumadora
mayoría de españoles condenados a soportar la inaceptable factura de
una investidura.
Porque
Sánchez no mantiene conversaciones desde la lógica parlamentaria de
buscar alianzas dentro del marco constitucional, sino para obtener una
mayoría artificial a cambio de prebendas incompatibles con la esencia de
la democracia, que es la igualdad entre ciudadanos, el respeto a las
leyes y la cohesión de la unidad nacional.
Al
contrario, trata de imponer a la mayoría la delirante visión
identitaria de una minoría irrelevante que solo obtiene el poder de su
capacidad de extorsión política a un dirigente debilitado y, por ello,
capaz de extender la agenda nacionalista al conjunto del país para
mantener un poder degradado e inútil.
Las necesidades de Sánchez no pueden avalar que los
delirios de una minoría ínfima se impongan a los derechos de una mayoría
abrumadora
No
se puede normalizar que un aspirante a gobernar España esté dispuesto a
hacerlo con partidos cuya mayor aspiración sea destruirla; ni asumir
tampoco que ese objetivo estrictamente personal incluya la concesión de
una amnistía escandalosa, un pacto fiscal inasumible y, probablemente,
algún tipo de referéndum o consulta agresiva con la soberanía nacional.
Porque
ninguna medida de generosidad puede incluir el reforzamiento de los
planes que promovieron delitos, primero indultados, luego derogados y
finalmente legalizados.
Y de eso se trata: el viaje a ninguna parte de
Sánchez comporta la legitimación de los objetivos secesionistas y la
criminalización de la respuesta democrática.
Y
ante eso, simplemente, hay que rebelarse.
Todos debemos estar hoy en
Barcelona, de manera presencial o anímica, con la motivación de que
España se la está jugando en tiempo real por mor de un presidente en
funciones irresponsable y bien capaz de las peores tropelías.
fuente
"EL DEBATE", España, 08.10.2023
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