¡¡¡ VAMOS POR TODO !!!
-II-
(Ver la entrada del 30.08.2019; “¡¡¡VAMOS POR TODO!!! –I-)
La relación del Estado con el Partido Único en los
sistemas totalitarios es ambigua.
En Italia el fascismo era un partido de Estado, en
Alemania el partido nazi fluctuaba entre dominar al Estado o ser un órgano de
éste.
Con el peronismo ocurrió otro tanto; la glorificación
del Estado, en la primera etapa del peronismo, se transformó a partir de 1950,
en exaltación del partido peronista sobre el Estado.
Si el peronismo comenzó identificándose con el Estado,
en una etapa más avanzada, éste debió identificarse con aquel.
El Estado estaba tan consustanciado y aun subordinado
al Partido, que cuando se creó el Partido Peronista Femenino, el Ministerio de
Transporte le cedió dos pisos de un inmueble de su pertenencia, la Cámara de
Diputados le proveyó lo muebles, la Municipalidad de Buenos Aires le entregó
casas prefabricadas y locales para instalar unidades básicas.
También colaboraron con el Partido Peronista Femenino,
el Ministerio de Salud Pública y la Subsecretaría de Prensa y Difusión.
En las provincias ocurrió otro tanto.
La Municipalidad de La Plata otorgó todos los
elementos necesario para el funcionamiento del Partido, incluidos os
automóviles de la gobernación.
La casi totalidad de personal empleado por el Partido
Peronista Femenino pertenecía a la Administración Pública y era pagado por
ella.
Las concentraciones partidarias y las campañas
electorales peronistas tenían todo el apoyo del Estado: automotores, pasajes en
ferrocarriles, ómnibus y barcos, alojamiento y alimentación de la gente
movilizada.
Al tratar de pasar del bonapartismo al régimen
totalitario, Perón intentó la subordinación de la burocracia estatal, de las
Fuerzas Armadas y de la Iglesia, proyecto que lo llevó a la ruina.
La organización del Estado totalitario estaba
propuesta en la Ley 13.529, que confirió a la Secretaría y luego al Ministerio
de Asuntos Políticos, cuyo titular era Román Subiza, “atribuciones para
orientar, dirigir y fiscalizar a política interna de la Nación, de acuerdo con
la doctrina nacional”.
Según el Plan de Acción Política su finalidad era “luchar empleando todos los medios y conceptos a fin de que
todos los habitantes de esta patria sean peronista”.
Alguna de las medidas tomada para este fin fueron la creación
de la Cátedra sobre Justicialismo en el Colegio Militar y en la Escuela
Superior de Guerra, y la afiliación obligatoria de los empleados públicos al
Partido Peronista, así como la cesantía de todos
los opositores.
En una circular confidencial pasada a su ministros del
1º al 22 de octubre de 1948, Perón aconsejaba:
“Por todo ello,
recuerdo a los señores ministros la obligación en que se encuentran de sanear
las oficinas a su cargo eliminando de las mismas a los empleados ineptos y a
los que voluntaria o involuntariamente realicen una obra contraria a las normas
de la revolución. Para llegar a ese saneamiento y aquella doble selección firmaré cuantos decretos de cesantía y de
exoneración consideren justos y me sean sometidos por los señores
ministros”.
En la Tercera Conferencia de Gobernadores, Perón se
ocupó esta vez del empleado provincial no peronista: “Se lo deja cesante o exonera por la simple
causa de ser un hombre que no comparte las ideas del gobierno; eso es
suficiente”.
Por supuesto la Universidad argentina surgida de la
Reforma de 1918 perdió la autonomía y la libertad académica.
Ya en octubre de 1943, se dejó cesante a muchos
profesores, pero la gran purga se llevó a cabo a fines
de 1946 con la expulsión de 1.250 profesores, el 70 por ciento del total.
En 1947 se dictó una nueva ley universitaria
declarando el propósito de hacer imposible que las universidades “se opusieran jamás
a la voluntad del pueblo argentino”.
La política estudiantil quedó completamente proscripta.
La organización del Partido Peronista no podía dejar
de ser también netamente totalitaria y similar a la de los partidos fascistas
italiano y nacionalsocialista alemán, basados en la lealtad ciega e irreflexiva
al líder, en la autoridad jerárquica más estricta y en la delación.
La legitimidad estaba dada no por la elección de sus
miembros, sino por la autocracia reconocida del Jefe, que se ha investido a sí
mismo en virtud de su propia persona, de sus cualidades individuales, de su
supuesta infalibilidad, de su carácter de hombre providencial de “hombre del destino”.
“Mussolini siempre tiene razón”, decían los
fascistas, “y esto es verdad, primero porque lo ha dicho el
General Perón, y segundo porque efectivamente es verdad”, afirmaba
Eva Perón.
“Ningún peronista entra a analizar las situaciones;
basta que el general Perón quiera una cosa, para que todos estemos dispuestos a
cumplirla”, sostenía el contraalmirante Tessaire, presidente del
Partido Peronista, el 25 de noviembre de 1954.
Esta sumisión irracional al jefe no era por supuesto
compatible con la democracia interna, con la existencia de divisiones, de
fracciones, de tendencias, de mayorías o minorías dentro del Partido o con
libertad de discusión.
La homogeneidad debía ser total, la elección de
cuadros o candidatos a cargos público era digitada por el ministro de Asuntos
Políticos, de acuerdo con las informaciones acumuladas en sus carpetas.
La simple lectura de algunos artículos del Estatuto
Orgánico del Partido Peronista permite comprobar su carácter típicamente
totalitario:
El artículo 1º decía que el Partido
Peronista actúa dispuesto a sacrificar todo a fin de ser útil al General Perón.
Artículo 2º: El Partido Peronista es una unidad
doctrinaria en cuyo seno no serán admitidas posiciones o banderas atentatorias
a esa unidad.
Artículo 15: El gobierno del Partido Peronista
estará a cargo de las siguientes autoridades por orden jerárquico: 1º. Jefe
Supremo del Peronismo; 2º. Consejo Superior.
Artículo 16: Es el Jefe Supremo del Peronismo,
su inspirador, creador, realizador y conductor el General Perón. En tal
carácter, puede modificar o anular decisiones de las autoridades partidarias,
así como inspeccionarlas, intervenirlas o sustituirlas.
Artículo 74: el mejor método para aprender a
mandar ha sido siempre aprender a obedecer.
Artículo 77: Son tareas permanentes: a)
inculcar y sostener que sólo hay dos figuras cumbres en el peronismo: el
General Perón y Eva Perón; b) mantener en todo momento al Partido únicamente a
las órdenes del General Perón; c) defender en todo instante y circunstancia los
actos del Gobierno Peronista como los mejores que puedan producirse. No admitir
críticas al respecto.
Artículo 78: Cada peronista ha de constituirse
en vigía permanente del Peronismo. En el lugar en que se encuentre, donde viva
o trabaje deberá conducirse enérgicamente de acuerdo a las siguientes normas:
a) ha de denunciar de inmediato a la autoridad partidaria o policial más
cercana, cualquier intento que él conozca, tendiente a alterar el orden, o
perturbar la tranquilidad pública… Hará detener por la policía a las personas
que distribuyan panfletos incitando al complot o al desorden e informar luego a
la autoridad partidaria.
Artículo 197: Las cualidades (de los candidatos
a puestos electivos) serán establecidas sobre las siguientes bases: a) informe
del Partido por observación directa y por ambiente local; b) informe de la
Policía Federal o policía local, justicia y bancos.
Un instrumento especial de terror ejercido por los
partidos totalitarios contra sus propios miembros para mantener un control absoluto
sobre ello es la “purga” periódica; el nazismo lo empleó espectacularmente en “la noche de los cuchillos largos”, el estalinismo agrego a las purgas el matiz sadomasoquista
de las confesiones públicas de los propios condenados por crímenes que en realidad
no habían cometido.
El peronismo preparó también, aunque no llegó a
efectivizar purgas con confesión, agregando una original variante, éstas se
planificaban antes aun que los funcionarios cayeran en desgracia.
Delia Degliuomoni de Parodi, presidenta del Consejo
Superior del Partido Peronista Femenino y a la vez vicepresidenta de la Cámara
de Diputados, declaró ante las comisiones investigadoras de 1955, el uso del
siguiente procedimiento:
…
(El texto incluye declaraciones de Delia Degliuomoni de
Parodi, Hilda Pineda de Molins, Américo Pedro Bardelli y Atilio Renzi
corroborando el asunto de las confesiones epistolares)
…
El partido orgánicamente totalitario que se cree
ostentador de la verdad absoluta, no puede, obviamente, soportar la existencia
de otros partidos; el pluralismo democrático rómpela unidad monolítica, la
unanimidad.
El partido totalitario es por definición y esencia un
partido único.
El fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán
comenzaron siendo un partido entre otros del Parlamento, hasta que tuvieron
suficiente poder como para prohibir la actuación de todos los opositores.
El peronismo no pudo llegar de todo a esta etapa, pero
desde el comienzo los partidos políticos opositores debieron actuar en la semiclandestinidad,
con sus principales dirigentes presos o en el exilio, sus periódicos
prohibidos, sin acceso a la radio, eliminada la libertad de reunión por el
estado de sitio, la libertad de expresión por la censura ejercida a través de
la secretaria de Prensa e Información, la delación y la tortura convertida en
práctica cotidiana.
Las leyes represivas aumentaron considerablemente, con
delitos imprecisos y de tan amplio alcance como para aplicar condenas
arbitrarias.
Algunas de estas leyes penales se referían a “delitos contra la seguridad del Estado, normas para organizar la
Nación para tiempos de guerra desde tiempos de paz; desacato; espionaje,
sabotaje, traición”.
El Decreto Nº 536 del 15-1-1945 elevado luego a ley,
condena a prisión a quien provocara discordia en el país (Artículo 6º),
transmitiera al exterior noticias tendenciosas sobre la Argentina o las
recibiera (Artículo 8º), ofendiera a la Nación Argentina.
En octubre de
1949 una reforma del Código Penal ampliaba la ley sobre desacato, al convertir
en delito penal “ofender de cualquier manera la dignidad de un
funcionario público”, siendo usada frecuentemente para silenciar a
los legisladores de la oposición.
La ley Nº 14062 de 1951 sobre “estado de guerra
interno” ampliaba la competencia de la justicia militar a grandes sectores de
la población civil, usándose para la persecución de los adversarios políticos.
Al margen de la represión institucionalizada, se dio
también la violencia y el terrorismo fuera de la legalidad proclamados por el
propio Perón con una franqueza inusual en cualquier gobernante s de nuestros
tiempos:
“El
día que ustedes se lancen a colgar, yo estaré del lado de los que cuelgan” (2 de agosto
de 1946).
“Entregaremos
unos metros de piola a cada descamisado y veremos quien cuelga a quien” (13 de
agosto de 1946).
“Con
un fusil o con un cuchillo, a matar al que se encuentre” (24 de junio
de 1947).
“Esta
paz tengo que imponerla yo por la fuerza” (23 de agosto de 1947).
“Levantaremos
horcas en todo el país para colgar a los opositores” (8 de
setiembre de 1947).
“Vamos
a salir a la calle de una sola vez para que no vuelvan más ellos, ni los hijos
de ellos” (8 de junio 1951).
“Distribuiremos
alambre de enfardar para ahorcar a nuestros enemigos” (31 de
agosto de 1951).
“Compañeros,
cuando haya que quemar, voy a salir yo a la cabeza de ustedes a quemar. Pero
entonces, si ello fuera necesario, la historia recordará la más grande hoguera
que haya encendido la humanidad hasta nuestro días” (7 de mayo
de 1952).
“Vamos
a tener que volver a la época de andar con el alambre de fardo en el bolsillo” (16 de abril
de 1953).
“Hay
que buscar a esos agentes y donde se encuentren colgarlos de un árbol” (16 de abril
de 1953).
“Eso
de la leña que ustedes me aconsejan ¿por qué no empiezan ustedes a darla” (16 de abril
de 1953).
“Aquel
que en cualquier lugar intente alterar el orden en contra de las autoridades
puede ser muerto por cualquier argentino… Y cuando uno de los nuestros caiga,
caerán cinco de ellos… Nuestra nación necesita paz y tranquilidad y eso lo
hemos de conseguir persuadiendo y si no a palos… Que sepan que esta lucha que
iniciamos no ha de terminar hasta que los hayamos aniquilados y aplastados” (31 de
agosto de 1955).
En el Plan
Político de 1952 se lee: “Para el caso de atentado contra el presidente de la Nación…
hay que contestar con miles de atentados”.
Aquí se auspiciaba por primera vez la institución de “jefe de manzana” encargado de delatar las actividades
políticas dela vecindad, y también la formación de grupos parapoliciales o de
civiles armados, que en retorno del peronismo en 1973 van a tener una actuación
decisiva.
“Serán
empleados grupos previamente instruidos y seleccionados de las organizaciones
dependientes de la CGT y de Partido Peronista Masculino. Misión: atentados
individuales, explosiones, incendios”.
No obstante esta intemperancias verbales, debe
reconocerse que el primer peronismo usó moderadamente la violencia.
Los opositores eran encarcelados u obligados al
exilio, pero lo asesinatos fueron pocos en relación con otros regímenes
represivos.
Aquí también el peronismo se parece más al fascismo
italiano de buenas maneras de la primera época, antes de la alianza con Hitler,
que a la brutalidad del nazismo alemán.
No se puede, en cambio, decir lo mismo con el segundo
peronismo – 1973/1976 -, donde se practicó abiertamente el terrorismo estatal y
el asesinato de masas – masacre de Ezeiza a cargo de bandas armadas de la Triple
A, compuestas por lúmpenes ligados al personal dela policía y a los servicios
de informaciones, matones de la burocracia sindical, sobre todo de algunos
grandes sindicatos como la UOM, y algunos pequeños burgueses desclasados de la juventud
universitaria, como los agrupados en la CNU, especializada en reprimir las
movilizaciones estudiantiles y los grupos de izquierda.
Los empleados y funcionarios que entraron en los
nuevos aparatos burocráticos del Estado, sobre todo el Ministerio de Bienestar Social
durante la época de López Rega, después de esperar muchos años para llegar a
esos puestos, y que sólo se encontraban seguros por el orden, la verticalidad y
el aplastamiento de todo control democrático de sus nuevas funciones
contribuían voluntariamente a la represión.
Fuente
Juan José Sebrelli
“LOS DESEOS IMAGINARIOS DEL PERONISMO”
Sudamericana
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