CUBA Y…
UNA DIFÍCIL NAVIDAD
Así murieron las navidades en Cuba
Más allá de la prohibición de las costumbres religiosas –hoy parcialmente levantada–, el hundimiento impide hacer regalos en estas fechas tan señaladas
29/12/2023
Un hombre tira de un carrito mientras pasa junto a una casa con adornos navideños inflables, en La Habana
No tuve navidades en mi infancia.
Nací en 1988, nueve años después de que Fidel Castro prohibiera las celebraciones del 24 y 25 de diciembre con el pretexto de que era necesario trabajar sin descanso para lograr diez millones de toneladas de azúcar al concluir la zafra de aquel período, en 1970.
La medida se mantuvo vigente hasta 1989, pero ni siquiera una década después había desparecido completamente.
Durante los años siguientes se prohibió la exhibición de árboles o adornos relacionados con la temática navideña en áreas públicas y centros oficiales, lo cual complementó la campaña en contra de la Iglesia y prácticas culturales de origen religioso.
Un día en la vida de una cubana: «No hay gas, no hay pan, no hay conservas, ni otra alternativa…»
La periodista Sol García Basulto describe en El Debate 24 horas de un país hecho pedazos
La tradicional fiesta que se había celebrado en Cuba desde
la llegada de los españoles se mantuvo suspendida durante los
siguientes 28 años.
Los niños de mi generación no esperábamos Reyes Magos, Papá Noel ni
nada parecido.
Al igual que nuestros padres, recibimos una educación
estrictamente materialista que desacreditaba toda creencia o patrón
espiritual.
Apenas oíamos nostálgicos relatos de generaciones
anteriores, narrando como se vivían estas fechas.
Mi abuela contaba que, en su casa, hogar de clase baja, antes de 1959 se reunían todos los años para celebrar la conmemoración del nacimiento de Cristo.
Aunque la economía familiar era modesta, todo el año los adultos se
preparaban para, durante estos días, estrenar alguna ropa, preparar y
comprar dulces, regalar al menos un juguete a sus hijos y reunir a la
parentela alrededor de un asado.

Navidades en Cuba -
Como
era una niña, su principal recuerdo era el encuentro con sus primos, un
alboroto de muchachos que disfrutaba jugando, correteando y repitiendo
villancicos.
Todos esperaban la Navidad, y aunque tuvieran
trabajo, enfermedades u otros impedimentos, el tiempo se detenía por más
de una semana.
La Navidad siempre traía alegrías, la casa se llenaba de
felicitaciones, risas y abrazos de reencuentros desde la Nochebuena hasta el Día de Reyes.
Dentro del infame programa de adoctrinamiento social, el régimen de Castro
también tuvo la intención de trasladar la celebración al día en que
conmemora el inicio de su Revolución.
Simultáneamente se declaró feriado
y festivo el aniversario de uno de los días más violentos que tuvo su
lista de acciones antibatistianas en Santiago de Cuba, y los
medios extranjeros interpretaron en sus titulares que «Fidel había
trasladado la navidad al 26 de julio».
Sin embargo, los cubanos no
respondieron como imaginó y el nuevo festejo trascendió como una
actividad política más.
La orden caducó cuando el mismo dictador declaró feriado el 25 de diciembre de 1997, motivado por la visita del Papa Juan Pablo II
anunciada para el siguiente mes.
Pero ya era imposible restituir el
daño cultural que había causado su regulación.
Aunque los
establecimientos del estado ya podían usar decoraciones e incluso se
comercializaron árboles, guirnaldas y adornos navideños, la magia se
perdió.
Más de una generación había crecido sin el espíritu de la Navidad.
Y la escasez del período especial se recrudecía.
Así que de las
festividades de diciembre y enero solo se mantuvo la víspera del Año Nuevo con ningún carácter religioso.
Debido
al contacto que la sociedad ha tenido con el extranjero en los últimos
años, debido a la apertura del comercio, la migración y el acceso a
internet, Cuba comienza a recuperar sus sentimientos hacia la
Navidad.
Son cada vez más las familias que se reúnen alrededor de una
mesa.
Los niños de linaje privilegiado económicamente reciben obsequios y
juguetes, algunos hasta se hacen fotos en pijamas.
En general es más
común encontrar arreglos de árboles, pequeños pesebres y adornos
luminosos, en los hogares, aunque sólo sea para complacer estéticamente a
la familia o la imaginación infantil.

Pesebre en la iglesia de la Soledad, en Camaguey -
Pero la Navidad cubana, continúa limitada por el desmedido déficit económico
que sufre la familia cubana.
La acelerada devaluación de la moneda
nacional reduce a nada la posibilidad de la familia para adquirir
recursos esenciales para la vida.
El salario promedio no supera los
cinco mil pesos, equivalentes a 20 euros.
Con lo cual resulta imposible
para la mayoría surtir una mesa incluso en fechas ordinarias.
Haciendo
un recorrido por los grupos públicos de compraventa, encontramos
ofertas de todo lo necesario para realizar el tradicional menú navideño.
Lo difícil es cubrir la cifra exigida por sus comerciantes.
El valor
actual de un pavo de seis kilogramos es de 130 euros, en promedio,
mientras por un cerdo de poco más de 100 libras se exige una suma
aproximada a los 300 euros.
Del mismo modo resulta imposible adquirir
dulces o turrones típicos de la conmemoración.
Los juguetes son un lujo que no podemos permitirnos
El
presupuesto familiar tampoco alcanza para sorprender a los chicos al
amanecer del 24 o el 6 de enero.
En este panorama los juguetes son un
lujo que no podemos permitirnos.
Algunos padres no mencionan la fecha y
evitan los dibujos animados con motivos navideños, para que los niños no
pregunten «¿cuándo viene Papá Noel?»
En el mejor de los casos, el
máximo de esfuerzo alcanzaría para comprar una pequeña muñeca, peluche,
cometa, carrito u otro juguete que de ser pequeños tienen un valor de
solo diez euros, pero esta cifra significa medio salario mensual de una
maestra.
Para los parientes que residen en provincias distintas, representa un verdadero reto reunirse con motivo de Nochebuena o Año Nuevo.
Los precios del transporte son inconcebibles.
Las estaciones de ómnibus
interprovinciales están colapsadas y los transportistas privados exigen
un mínimo de 350 euros en el caso de las máquinas de alquiler y hasta
40 por pasajero en cuanto a los camiones particulares con destino a la
capital.

Naviadades en Cuba -
Otra
gran tristeza constituye las miles de familias separadas por la
emigración.
La ausencia de quienes se fueron y aún no pueden volver por
problemas económicos o legales, ensombrecerá las luces navideñas que
consigan brillar y sé que habrá lágrimas en los ojos de cada madre o
hijo separado.
Muchos pasamos la conmemoración como un día igual a todos
y aquellos cubanos que desde fuera nos muestran cómo se vive la Navidad en el mundo, se les rompe el corazón viendo tanto derroche.
Recuperar la Navidad no se trata solamente de un válido acto de fe cristiana.
Corresponde devolver a la gente su sagrado derecho a creer, a agradecer, a relacionarse con Dios.
Nos merecemos la devolución de nuestra fe, de nuestra felicidad, la
devolución de nuestra infancia.
Es un derecho incautado, otra deuda de
la dictadura con el pueblo.
Parte importante del daño antropológico
causado por el egoísmo del sistema a los cubanos.
fuente
"EL DEBATE", España, 29.12.2023
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