MÉXICO:
REFORMA LABORAL
OPINIÓN: Reforma laboral, cambio de paradigma
De la nueva legislación laboral dependerá que realmente
logremos un modelo laboral y sindical mucho más moderno y apegado a los
estándares internacionales.
lun 08 abril 2019

Don
Porfirio Salinas
Nota del
editor: Don
Porfirio Salinas es híbrido de política, iniciativa privada y escenario
internacional. Priista orgulloso de "el valor de nuestra estirpe"
(Beatriz Paredes dixit); antagónico al Peñismo, que atentó contra esta estirpe.
Convencido de la política como instrumento de construcción de país, desde
cualquier trinchera. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas
del autor.
CIUDAD DE
MÉXICO (ADNPolítico).- Esta semana empieza lo que parece la etapa final para lo que será la
nueva legislación laboral de México.
Si todo sale bien, esta semana deberá
pasar en la Cámara de Diputados, y antes del 30 de abril deberá pasar en el
Senado.
Repito, si todo sale bien; con la educativa no han logrado avanzar.
La nueva
Ley Federal del Trabajo podría traer importantes cambios de fondo al marco
laboral y, en particular, a la vida sindical.
Muchos de esos cambios urgen
desde hace décadas, pero los gobiernos del PAN y del PRI no quisieron
enfrentarse a las centrales sindicales por sus apoyos electorales.
La última
gran reforma en materia sindical en este país fue la realizada por Carlos
Salinas, cuando por primera vez en la era hegemónica se permitió la existencia
de sindicatos independientes; es decir, que no pertenecieran a la CTM.
Fue así
como se pudo crear la UNT, de Francisco Hernández Juárez.
Salinas
también puso a temblar al sindicalismo con la andanada en contra del famoso
líder sindical petrolero La Quina, a quien envió a la cárcel, y después
contra el no menos famoso líder sindical del magisterio, Carlos Jonguitud
Barrios, al deponerlo y con ello subir a la famosa Maestra al poder.
Recomendamos:
El viacrucis educativo
Hoy, la
nueva legislación obedece a la reforma constitucional de 2017, derivada del
importante diagnóstico hecho por el CIDE denominado Justicia Cotidiana, en el
que uno de sus principales componentes fue el de Justicia Laboral.
Entre sus
principales componentes estuvo la eliminación de las anquilosadas y corruptas
juntas de Conciliación y Arbitraje, intocables hasta entonces.
Las sustituyen
tribunales laborales dentro del Poder Judicial, quitando así el sentido
tripartito de las juntas.
Se crea
también el Centro de Conciliación y Registro Laboral como primera instancia y
dependiente de la STPS.
Además de la conciliación, este centro deberá llevar el
registro de los contratos colectivos, así como de los sindicatos existentes.
Habrá uno federal, y los estatales y locales.
Otro
aspecto fundamental fue el de democracia sindical, estableciendo el mandato de
voto libre y secreto en la elección de las dirigencias sindicales.
Este es un
factor clave ante la realidad de dirigencias interminables y hechas casi por
designación hereditaria directa.
Para
variar, la legislación secundaria ha tardado más del tiempo legal.
Según lo
establecido en los transitorios de la reforma, debió hacerse en máximo un año,
por lo que ahora el gobierno y el Poder Legislativo están a marchas forzadas
tratando de desahogarla.
Pero la
prisa no es solo por el mandato constitucional, sino también porque en el marco
de las negociaciones del tratado con EU y Canadá se estableció como requisito
la modernización de la legislación laboral mexicana para que este cumpla su
proceso de ratificación en EU.
Ante los
problemas internos de aquel país entre el presidente Donald Trump y los
legisladores demócratas, el tema ha adquirido notoriedad.
Nancy Pelosi y otros
demócratas ya declararon que no habrá ratificación del T-MEC si no aprobamos
nuestra ley, lo cual deberá suceder antes de mayo.
Entre las
presiones externas y las internas, muchos aspectos de la legislación que hoy se
negocia han levantado alertas importantes, por lo que el proceso de negociación
con sindicatos, fuerzas políticas y sector empresarial ha sido por demás
intenso.
Uno de
los aspectos que más preocupa es el Centro de Conciliación, pues se busca
quitarle el carácter tripartito que se tenía.
Esto generaría un ente
superpoderoso, ya que su titular se designaría directamente por el gobierno
federal.
Si bien
el carácter tripartito se prestó a muchos abusos y corrupción, el peor de los
mundos sería concentrar el poder de decisión en una sola persona.
En tal caso,
debería establecerse un estricto mecanismo de nombramiento con aprobación por
mayoría calificada en el Senado.
Otro
aspecto de preocupación ha sido el esquema de aprobación de los contratos
colectivos —principal exigencia de EU—, que busca que la aprobación sea hecha
en asamblea total de trabajadores, lo cual es muy riesgoso.
Para eso es que se
nombran las comisiones negociadoras.
También
preocupa de manera importante la intención del senador Gómez Urrutia de meter
una sexta modalidad de sindicato, que podría crearse por trabajadores de
distintas industrias y regiones geográficas.
Esto pervertiría de manera
importante la vida sindical, creando enclaves nocivos.
Hasta el
momento, la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, ha tenido apertura de
escuchar a las partes interesadas y encontrar los acuerdos necesarios para
incorporar sus preocupaciones.
Si bien ha sido firme y contundente, también ha
mostrado sensibilidad y capacidad de negociación.
También
puedes leer: EU no firmará el T-MEC hasta que México tenga una reforma
laboral
Varios de
los aspectos de preocupación han sido resueltos en las mesas con la STPS y, a
su vez, se han reflejado en las negociaciones con la Cámara de Diputados.
Sin
embargo, el principal reto para la secretaria es mediar con sus propios aliados
políticos, muchos muy radicales.
De la
nueva legislación laboral dependerá que realmente logremos un modelo laboral y
sindical mucho más moderno y apegado a estándares internacionales.
Si nos
descuidamos, las bases radicales de la 4T podrían descarrilar los esfuerzos y
generar peores nichos de poder.
Esperemos
que Luisa María Alcalde se mantenga como hasta ahora, y que el presidente López
Obrador la respalde en todo lo necesario, aun a pesar de sus aliados de
sindicatos anacrónicos, para lograr un verdadero bien para el país.
Sería un primer
gran logro de la 4T.
Como lo
dijimos en este mismo espacio en agosto pasado, "si el presidente
realmente quiere lograr una Cuarta Transformación, reformar al sindicalismo es
una tarea fundamental e impostergable".
Fuente
“ADN Político”,
México, 08.04.2019
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