FIFAGATE EN EE.UU. (I)
Tres
sudamericanos en el banquillo en el nuevo juicio por corrupción en la FIFA
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Al centro, José Maria Marin, exdirigente de la federación de fútbol brasileña, a su llegada a un tribunal en Brooklyn el 13 de noviembre, al inicio del juicio sobre corrupción en la FIFA
Darren Ornitz/Reuters
Este lunes, seis años después de que Estados Unidos comenzara a
investigar a directivos de la FIFA por corrupción y dos años después de que
decenas de ellos fueran acusados, tres hombres sudamericanos ocuparon sus
lugares en una corte repleta y con páneles de madera en Brooklyn, Nueva York,
para el inicio del juicio.
Los tres procesados enfrentan cargos de crimen organizado,
fraude electrónico y lavado de dinero.
Se trata de Manuel Burga, de Perú; Juan
Ángel Napout, de Paraguay, y José Maria Marin, de Brasil.
Todos son
expresidentes de las federaciones de fútbol de su país y los cargos más graves
que cada uno enfrenta tienen penas de hasta veinte años de cárcel.
Con referencias a entregas de dinero, “hombres con bolsas” e
intentos de obstruir la justicia, la declaración inicial de la fiscalía hizo
eco con los casos de crimen organizado en los que tienen una amplia experiencia
los abogados estadounidenses reunidos en el tribunal.
“Estos acusados engañaron al deporte para llenar de billetes sus
propios bolsillos”, dijo Keith Edelman, abogado asistente para el distrito este
de Nueva York, a medida que explicaba a los integrantes del jurado qué es la
FIFA —el organismo rector del fútbol mundial— a través de analogías basadas en
la NFL y el béisbol de las Grandes Ligas.
“Ellos usaban palabras clave, cuentas bancarias escondidas por
todo el mundo, empresas fantasma, contratos falsos”, dijo Edelman, al describir
las tácticas por las cuales Burga, Napout y Marin son acusados de solicitar y
aceptar sobornos de parte de ejecutivos de negocios a cambio de contratos
lucrativos de televisión y mercadotecnia.
“Durante más de veinte años, los
acusados y sus coconspiradores han abusado del sistema”.
De las más de cuarenta personas acusadas por las autoridades
estadounidenses en el caso, Burga, Napout y Marin son los únicos que han sido
extraditados a Estados Unidos y que continúan alegando su inocencia.
La primera persona en ser sentenciada en el caso, un exjuez
guatemalteco, recibió una condena de ocho meses en prisión el mes pasado.
De acuerdo con los fiscales, Napout recibió sobornos en
efectivo, Marin los recibió a través de una cuenta en un banco en Nueva York y
Burga —consciente de los riesgos de aceptar dinero mientras era investigado en
Perú— aceptó promesas de pagos a futuro.
Sin embargo, los abogados de los
acusados afirmaron el lunes que el gobierno era efectivo para develar la
corrupción, pero había implicado erróneamente a sus clientes.
“Este es un caso sobre un gobierno que concluye que cualquier
involucrado con los altos mandos del fútbol ha cometido algún ilícito”, dijo
Silvia Piñera-Vázquez, una abogada de Napout.
“El FBI y el Servicio de
Impuestos Internos de Estados Unidos hicieron un trabajo estupendo”, agregó la
abogada al referirse a lo que ella llamó por lo menos “decenas de millones de
dólares” gastados en un investigación federal.
“Sin embargo, no encontraron ni
una transferencia electrónica de dinero sucio en las cuentas de Juan”.
Bruce Udolf, abogado de Burga, también dio crédito al gobierno
por sus esfuerzos. “Sin embargo, se volvieron demasiado ambiciosos, quisieron
abarcar demasiado”, dijo, al intentar distanciar a Burga de las declaraciones
de los acusados que han aceptado su culpabilidad en el caso y los testigos que
darán su testimonio contra los tres exdirectivos sudamericanos en las próximas
semanas.
Al presentar el caso al jurado anónimo —escogido la semana
pasada tras intentos documentados de intimidación—, Edelman, quien estaba entre
los fiscales que trabajaron los más recientes cargos contra la familia Bonanno
de la mafia hace unos meses, comenzó su declaración inicial con una anécota más
cercana al jurado conformado por neoyorquinos.
Describió una fiesta en el hotel
St. Regis en Miami para celebrar un torneo sudamericano que llegaría a Estados
Unidos a través del pago coordinado de sobornos.
Los abogados de la defensa —que hicieron énfasis en la creciente
red de relaciones en el fútbol internacional y el largo brazo de la justicia
estadounidense— urgieron al jurado no intentar llegar rápidamente a
conclusiones sobre sus clientes simplemente debido a sus asociaciones con
criminales convictos.
“Si en algún momento has visto a los niños
jugar fútbol, siempre hay uno o dos que están parados ahí y no participan en el
juego”, dijo Charles Stillman, el abogado de Marin, comparando a su cliente de
85 años a un transeúnte que no tiene idea de lo ocurrido.
“Él es como el joven
que está a un lado que recoge flores”.
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