PERONISMO HOY (I)
El peronismo necesita
separarse del kirchnerismo para sobrevivir, ¿por qué no lo hizo todavía?
El peronismo hoy es un concurso de
ambiciones y codicias.
Si a eso se suma el lamentable escándalo de Scioli y el
festival de corrupción y autoritarismo que fue el kirchnerismo, es obvio que el
partido está más vulnerable que nunca
Politólogo y Escritor. Fue diputado nacional, secretario de Cultura e
interventor del Comfer.
Cuando fue derrotada por
Raúl Alfonsín, la Renovación Peronista dejó de lado la estructura del partido,
la hizo responsable de ese fracaso y la recuperación se realizó por fuera
de la orgánica derrotada.
El partido siempre perdió la batalla: fue un
salvavidas de plomo.
Deolindo Bittel
era el jefe y el candidato, pero el elegido terminó siendo Ítalo Luder.
Cuando
el triunfo fue de Alfonsín, el peronismo quedó en manos de Vicente Saadi y el
vencedor, por afuera, fue Antonio Cafiero.
En el momento en que Cafiero
manejaba el partido, perdió frente a Menem.
Y, finalmente, Menem es cuestionado
por Néstor Kirchner y desaparece tras su exitosa derrota, gana la primera
vuelta pero ni se anima a presentarse en la segunda.
Parecido pasaría hoy con Cristina.
Entre el retorno al
pensamiento rector de "Pericles" y los amores de Scioli, a Boudou lo
dejan en tercera fila.
Juntos, los tres definen el final de un intento de
amontonar restos de peronismo con restos de envejecidas izquierdas y gestores
de negocios.
Lo
único auténtico fue la codicia, el resto era solamente cobertura.
La
derrota suele desnudar veleidades, especialmente cuando las pretensiones son
exageradas y las ideas no superan los estrechos límites del resentimiento.
Las conductas de los derrotados aumentaron las razones
que justificaron su caída.
Sus
temas personales terminaron siendo públicos y eso lastima a la misma fuerza que
apostó a sus candidaturas.
Además, si Menem fue un injerto del peronismo con el
liberalismo, los Kirchner inventaron un relato que en apariencia era de
izquierda -o terminaba pareciendo que lo era.
Para los de ese relato Daniel
Scioli nunca cerró.
Algunos personajes ocultos parecían garantizar el
progresismo necesario o diversas razones oscuras de otro tipo: un personaje
como Lázaro Báez no era una casualidad, era la esencia del proyecto y, el
resto, sólo el decorado.
Los Kirchner nunca se
sintieron peronistas, tampoco apoyaron de verdad los Derechos Humanos.
Finalmente, siguieron despreciando al peronismo mientras daban un trato
preferencial permanente a sectores que no habían sido los elegidos de los
votantes.
El peronismo necesita separarse del kirchnerismo pero, en
realidad, no sabe si va a poder sobrevivir a ese virus.
La unidad del autoritarismo aplasta tanto a
las ideas como a las críticas y cuando cae termina arrastrando con su fuerza hasta
el estallido y nadie puede recuperar sus pedazos.
Deberíamos leer "Megafón
o la guerra" de Marechal para entender de qué se trata tanto el nacimiento
del peronismo como esta etapa de su desarrollo cuando el maestro dice "la
patria es una víbora que cambia de piel".
Ese es el punto en que se
encuentra lo que antes fue el movimiento nacional y hoy es un concurso de
ambiciones y codicias.
Perón expulsó a los imberbes de la
plaza, el kirchnerismo es la conducción de los expulsados.
La
disolución del pasado es esencial para retornar al debate de ideas.
Ese pasado
que Menem cerró al importar imágenes desde afuera de la política, del deporte o
del espectáculo.
Fue el triunfo de la frivolidad, de las imágenes sin contenido
alguno.
Eso fue y es el tan denostado por estas horas Daniel Scioli y detrás de
él, algunos personajes imaginaban ser dueños de un contenido y de una historia.
Para
salir de esta coyuntura debemos apoyar la democracia y generar los proyectos
que le permitan reintegrar a los caídos.
Y ese desafío necesita de la unidad
nacional, algo que el kirchnerismo odiaba y que el actual Gobierno puede
finalmente llegar a necesitar.
En
síntesis, la
conducción que sufre una derrota debe desaparecer para que surja una
renovación.
Y en
eso el kirchnerismo no va a ser distinto al menemismo, más allá que al contener
grupos de izquierda haga más bulla mientras se disuelve.
Asumamos que el
peronismo ganó muchas elecciones y, que tengamos noticias, la izquierda o los
supuestos revolucionarios no ganaron nunca.
El General los solía llamar
"piantavotos" y de eso juegan.
Fuente
“infobae”, 14.05.2017
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