21 dic 2024

CUANDO HUBRIS… ANDA SUELTO… POR AHÍ...POR ALLÁ Y … (POR ACÁ)

 

 

 

 

 

CUANDO HUBRIS… ANDA SUELTO…

POR AHÍ...POR ALLÁ Y … (POR ACÁ)

 

 

 

El síndrome de Hubris es un trastorno de la personalidad que se caracteriza por un ego desmedido, una conducta prepotente y un desprecio por las opiniones de los demás

 

La palabra hubris viene del griego y significa "arrogancia" o "desmesura".

 

El "Síndrome de Hubris" es un trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido, un enfoque personal exagerado, aparición de excentricidades y deprecio hacia las opiniones de los demás.

 

El Síndrome de Hubris

El ego sobredimensionado

 

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La palabra hubris o hybris, de origen griego, significa orgullo, presunción o arrogancia

 

Los griegos utilizaban este término para hablar del comportamiento humano caracterizado por una arrogancia desafiante frente a los dioses, por una ambición desmesurada que, temeraria e insolentemente, cree que puede obtener mucho más que aquello que el destino le permite.


Más allá de la mitología, el Síndrome de Hubris está también muy presente en el mundo real. 

 

Infinidad de reyes, emperadores, gobernantes de toda índole, políticos, militares, grandes empresarios y directivos lo han padecido y lo padecen.

 

Pero éste es un fenómeno que no afecta sólo a los poderosos. 

 

Está muy extendido en el mundo de la empresa y hace que quienes lo padecen pierdan el contacto con la realidad tras alcanzar un puesto de responsabilidad. 

 

Nadie está a salvo. 

 

Más rápido aún se sienten los síntomas cuando el ascenso a la cima ocurre en poco tiempo.

 

¿Quién no ha escuchado frases tales como “a éste se le subieron los humos”, “se emborrachó con el poder”, “subió muy rápido y se cree una maravilla”, “antes era sencillo ahora es petulante”, etcétera?

 

El "Síndrome de Hubris" es un trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido, un enfoque personal exagerado, aparición de excentricidades y deprecio hacia las opiniones de los demás.

 

Aunque el síndrome responde más a una denominación sociológica que propiamente médica, los psiquiatras han reconocido siempre los efectos mentales del poder. 

 

Entre los síntomas que puede producir el mal de Hubris destacan:

• Un enfoque personal exagerado al comentar asuntos corrientes.


• Confianza exagerada en sí mismo, imprudencia e impulsividad.


• Sentimiento de superioridad sobre los demás.


• Desmedida preocupación por la imagen, lujos y excentricidades.


• El rival debe ser vencido a cualquier precio.


• La pérdida del mando o de la popularidad termina en la desolación, la rabia y el rencor.


• Despreció por los consejos de quienes les rodean.


• Alejamiento progresivo de la realidad.

 

“Las presiones y la responsabilidad que conlleva el poder termina afectando a la mente”

 

Según el neurólogo David Owen, llega un momento en que quienes lideran dejan de escuchar, se vuelven imprudentes y toman decisiones por su cuenta, sin consultar, porque piensan que sus ideas son correctas

 

Por eso, aunque finalmente se demuestren erróneas, nunca reconocerán la equivocación y seguirán pensando en su buen hacer.

 

También el psiquiatra Alejandro Madrigal Zentella explica que tras un tiempo en el poder, los afectados por el Hubris padecen lo que psicopatológicamente se llama desarrollo paranoide. 

 

“Todo el que se opone a él o a sus ideas son enemigos personales, que responden a envidias”.

 

Según David Owen, las fases por las que pasan las personas que padecen el Síndrome de Hubris son:


Dudas. Después de ser nombrados para ocupar un cargo, es habitual que no nos encontremos totalmente seguros de nuestros movimientos.

Que dudemos de nuestras decisiones. 

Es algo normal, ya que no hemos tenido ninguna experiencia similar anterior

Esto hace que nos movamos guiados por la prudencia.

Autoconfianza. Si las cosas empiezan a salirnos bien y nuestras decisiones han sido un éxito, empezamos a sentir que somos muy buenos, que lo hacemos todo muy bien y que somos merecedores del cargo que ocupamos

Incluso que éste empieza a quedarse pequeño para alguien tan valioso.

Halagos. Hemos alcanzado el éxito y empieza a acercarse a nosotros un enjambre de oportunistas, arribistas y aduladores

 

Incluso, extrañamente, y aunque nunca hayamos sido unos ligones, empezamos a parecer mucho más atractivos para el sexo opuesto

 

Los halagos de los pelotas y aduladores refuerzan nuestro ego y empieza a generarse una sensación de endiosamiento.

Arrogancia. En esta fase, creemos que somos indispensables, no entendemos cómo hasta ahora la empresa ha podido sobrevivir sin nosotros y entendemos que cualquier decisión nuestra es acertada por el simple hecho de que la hemos tomado nosotros

Muchas de estas decisiones sólo responden a meros caprichos o impulsos sin base racional.


Soberbia. 

Es la fase de la ‘idealización megalomaníaca’.

Nos consideramos infalibles, indispensables y creemos que vamos a disfrutar de poder para siempre.

Paranoia. “Todos los que me critican actúan movidos por la envidia”, piensan quienes padecen el Síndrome de Hubris

Este pensamiento les lleva a rechazar las críticas

Quienes las hacen pasan a ser considerados como enemigos personales.


Caída en desgracia. En el caso de los políticos, se concreta en la derrota electoral; en el mundo de la empresa, en el despido. 

En cualquiera de los casos, no entienden por qué han sido desposeídos de sus cargos. 

En ocasiones, la nueva situación desemboca en un cuadro depresivo.

¿Te reconoces en alguna de estas fases? La mejor cura consiste en darse de vez en cuando un baño de modestia. 

Y conviene temer siempre en la cabeza esta cita, atribuida a Eurípides: «Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco».

 

Fuente

“feuso - federación de eneñanza”

 

1 comentario:

  1. La verdad que son varios (especialmente políticos) los acreedores de este sindrome

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¡BIENVENIDOS, GRACIAS POR ARRIMARSE!

Me atrevo a interpelar, por sentirlos muy cercanos, por más que las apariencias parecieran indicar lo contrario; insisto en lo de la cercanía, por que estamos en el mismo bote – que hace agua - , tenemos pesares, angustias y problemas comunes, recién después vienen las diferencias.

La idea es dialogar, hablar de nuestras cosas, hay textos que nos proporcionan la información básica – no única-, solo es una propuesta como para empezar. La continuidad depende de Ustedes, un eventual resultado adicional depende de todos.La idea es hablar desde un “nosotros” y sobre “nuestro futuro” desde la buena fe, los problemas exigen soluciones que requieren racionalidad, honestidad intelectual que jamás puede nacer desde la parcialidad, la mezquindad, la especulación.

Encontraran en “HASTA EL PELO MÁS DELGADO ...”, textos y opiniones sobre una temática variada y sin un orden temporal, es así no por desorganizado, sino por intención – a Ustedes corresponde juzgar el resultado -.Como no he vivido en una capsula, ya peino canas, tengo opiniones y simpatías, pero de ninguna manera significa dogmatismo, parcialidad cerrada.Soy radical (neto sin adiciones de letras ninguna), pero no se preocupen no es contagiosos … creo, solo una opción en el universo de las ideas argentinas. Las referencias al radicalismo están debidamente identificadas, depende de Ustedes si deciden “pizpear” o no.

El acá y ahora, el nosotros y el futuro constituyen la responsabilidad de todos.Hace más de cuatro décadas, en mi lejana secundaria, de una pasadita que nos dieron por Lógica, recuerdo el Principio de Identidad, era más o menos así: “Si 'A' no es 'A', no es 'A' ni es nada”, por esos años me pareció una reverenda huevada, hoy lo tomo con mucho más respeto y consideración. Variaciones de los mismo: no existe un ligero embarazo; no se puede ser buena gente los días pares.

Llegando al Bicentenario – y aunque se me tildé de negativo- siento que como pueblo, desde 1810, hemos estado paveando … a vos ¿qué te parece?. En algún momento perdimos el rumbo y ahí andamos “como pan que no se vende. Cuentan que don Ángel Vicente Peñaloza decía: “Como ei de andar, en Chile y di a pie, cuando hay de que no hay cunque, cuando hay cunque no hay deque”.

De tanto mirarnos el, ombligo y su pelusa, tenemos un cerebro paralitico, cubierto de telarañas y en estado de grave inanición. Padecemos una trágica concurrencia de factores que nos impiden advertir – debidamente -, este, nuestro triste presente y lo que es peor aún, nos va dejando sin futuro.

A los malos, los maulas, los sotretas, los villanos, los mala leche, los h'jo puta, los podemos enfrentar pero … ¿qué hacemos con los indiferentes, con los que solo se meten en sus cosas, y no advierten que el nosotros y el futuro por más que sean plurales son cosas personalisimas? Y luego dicen que quieren a sus hijos y su familia; ¡JA!, ¡doble JA!, ¡triple JA! (il lupo fero).

¡¡EL REY ESTÁ EN PELOTAS!!, dijo el niño de la calle, hijo de padre desconocido y madre ausente, ese niño es mi héroe favorito.

¿QUÉ ES PEOR LA IGNORANCIA O LA INDIFERENCIA?

¡¡NO LO SÉ Y NO ME IMPORTA!!

El impertinente, el preguntón es nuestra esperanza, nuestro “Chapulin Colorado”.

Mis querido “Chichipios” - diría don Tato- no olviden que además de ver el vaso medio vació o medio lleno, hay que saber que contiene – sino que le pregunten a Socrates - ¡Bienvenidos! Adelante. Julio


Mendoza, 11 de noviembre de 2009.