EL SILENCIO…
¿¿¿ES SALUD???
La vocación silenciadora de Milei
El presidente de la Nación no es una persona muy preocupada por la coherencia de su discurso público.
Desde que llegó al Gobierno, Javier Milei borró sin demasiadas preocupaciones muchas de las promesas centrales con las que había logrado llamar la atención de sus votantes y abrazó un pragmatismo que parece tener límites desconocidos.
Ahora parece decidido a llevar al extremo sus contradicciones, con la firma de un decreto que restringe al máximo las posibilidades de que el periodismo y la ciudadanía le pregunten al Estado sobre cuestiones de política pública.
En las últimas horas, setenta entidades de la sociedad civil, como FOPEA, Poder Ciudadano y CIPPEC, manifestaron su preocupación y pidieron que el decreto sea derogado.
Mientras que la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) planteó que la medida “desnaturaliza” la Ley de Acceso y la Constitución Nacional.
No hay que explicar que una restricción de ese calibre se choca con una de las libertades fundantes del liberalismo que el Presidente dice promover.
La libertad de la prensa para ejercer su trabajo es, aunque le moleste a Milei, una de las condiciones básicas de la existencia de la democracia moderna.
Eso ocurría cuando el público no tenía otro canal de información que los medios de comunicación, y sigue ocurriendo ahora, cuando los propios ciudadanos pueden compartir información, o contactarse con los funcionarios, a través de las redes sociales.
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editado por Ignacio Miri
fuente "clarín", 04.09.2024 |
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