LA CLASE MEDIA… ¿DIEZMADA?
Clase media, bienvenida a la pobreza
La pobreza se recrudecerá, pero la desigualdad se ampliará ante
la caída de los ingresos de la clase media y lo más preocupante es la
velocidad en la que está ocurriendo, opina Jonathán Torres
Jonathán Torres
(Expansión) – La escalera social en México se está
modificando y, consecuentemente, la polarización se está intensificando. Así, quienes están en la punta ahí permanecerán y aquellos que se
ubicaban en los escalones intermedios bajarán y se sumarán a millones de
personas que carecen del ingreso suficiente para sobrevivir. La
movilidad social no será un sueño. Es ya un fenómeno imposible de
cumplir.
Seis meses después de aplicadas las medidas de confinamiento
por la pandemia, aún no es posible dimensionar las consecuencias que el
COVID-19 dejará en materia educativa, salud mental, seguridad social,
integración familiar. Pero sin duda el choque implicará una erosión de
la clase media que actualmente no tiene forma de amortiguar el impacto
de la pérdida del empleo.
“El problema es grande. Se piensa que millones de personas
podrían entrar a la pobreza”, afirma Diego Vázquez, gerente de
Investigación de Oxfam México. “Habrá muchas personas que perderán lo
poco que habían acumulado y perderán su riqueza. Con este efecto, la
clase media se empobrecerá”.
Definir las fronteras de la clase media sigue siendo tema
de análisis para los economistas. No hay un criterio único que permita
definir quién es de la clase media. El ingreso no es suficiente pues hay
organismos que sostienen que también hay que considerar si se tiene una
vida digna o no, así como revisar otros indicadores que permitan ubicar
los grados de vulnerabilidad de la población en estudio.
Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de
Desarrollo Social, una persona de la clase media es aquella que no es
pobre ni vulnerable, que no tiene carencias que le impidan acceder a las
canastas alimentarias y no alimentarias. Pero los últimos datos
disponibles son de 2018 (cuando ni en las peores historias de terror se
hablaba de una pandemia) y apenas 23% de la población no era pobre ni
vulnerable y en esa categoría se ubicaban los de la clase media y los
muy ricos.
Ahora, muchos miembros de la clase media ya no cuentan con los
ingresos y ya se saben vulnerables. El colapso de la economía ha sido
muy desigual y lo que ahora se está proyectando es que no habrá una
pronta recuperación del ingreso y con ello hay quienes han decidido, por
ejemplo, mudarse a casas más pequeñas, sacar a los hijos del colegio
privado, dejar de pagar seguros, vender sus pocos activos.
La pobreza se recrudecerá, pero la desigualdad se ampliará
ante la caída de los ingresos de la clase media y lo más preocupante es
la velocidad en la que está ocurriendo. Acto seguido, la malicia anima a
preguntarse cuándo empezarán los estallidos sociales. Pero antes de eso
es mejor determinar la capacidad que existe para reactivar la economía
lo más pronto posible y cómo hacer para que la recuperación en forma de
palomita sea lo más asimétrica posible.
Pero, malas noticias, no hay elementos para pensar que eso
puede ocurrir. Con todo y que la narrativa oficial diga que ya empezó a
recuperarse el empleo, lo cierto es que no hay políticas que lo
garanticen. Los programas sociales están dirigidos a la base más
vulnerable, pero el número de personas en condiciones vulnerables se
está desbordando, sin ninguna medida que lo evite. “Si se quiere evitar
que los pobres no sufran más el choque tendrían que recibir mayores
transferencias de dinero, pero también quienes estaban por arriba de la
pobreza podrían estar cayendo en ella”, sostiene Roberto Vélez, director
ejecutivo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias.
Desde mucho tiempo atrás se han deslizado recomendaciones para
intentar restañar algunos, solo algunos, de los daños económicos
causados por la pandemia. Subsidios a la nómina sobre todo en pequeñas y
medianas empresas. Una renta básica para quienes sobrevivían de la
economía informal. Pero poco se ha hecho para romper con la inercia y,
dada la magnitud del problema, el gobierno debe reenfocar su política de
desarrollo social, a menos que considere que la pobreza es una buena
herramienta política para consolidar su proyecto político.
¿Es conveniente la pobreza para un gobierno? Sería muy
perverso pensarlo y aplicar una estrategia de esa dimensión. Pero si no
se toman medidas que cambien el modelo de desarrollo habrá más pobreza. Todavía hay tiempo de cambiar la estrategia pues, de no hacerlo, es muy
posible que se recuperen los niveles de ingreso precrisis pandémica
hasta 2022. O incluso 2023. Con o sin rescate, las personas con mayores
ingresos tarde o temprano se recuperarán. Pero buena parte del resto de
la población corre el riesgo de caer en la trampa de la pobreza.
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El Presidente de la República anunció en mayo un nuevo
parámetro que requeriría de la opinión de econometristas, matemáticos,
economistas, sociólogos, antropólogos, sicólogos y otros especialistas. Un indicador alternativo en sustitución de la medición del PIB para
determinar el crecimiento económico, bienestar, grados de desigualdad y
la “felicidad del pueblo”. ¿El compromiso sigue en pie?
Nota del editor: Jonathán Torres es periodista de negocios, consultor de medios, exdirector editorial de Forbes Media Latam. Síguelo en LinkedIn y en Twitter como @jtorresescobedo . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
fuente
"EXPANSIÓN POLÍTICA", México, 15.09.2020
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