SINDROME DE HUBRIS
ENFERMEDAD DE LOS ELEGIDOS
El síndrome de Hubris: la adicción al poder del reeleccionismo
Por Héctor Rodríguez Cruz 17-02-2016
Imagen: Dr. Político, "PATOLOGÍA DE LA ARROGANCIA",
por Ago 23, 2012 |
Esta
enfermedad la padecen gobiernos, partidos y candidatos.
Puede padecerla
también cualquier persona que esté en el poder así como quien pretenda
ascender al mismo o perpetuarse en un cargo en el gobierno o en un
partido político.
Este “virus” hace mucho que habita en el país.
Conocida
también como “intoxicación de poder”, “orgullo que ciega”, “embriaguez
de poder”, fue el médico inglés David Owen quien en el 2008 identificó
este trastorno que sufren las personas que ejercen el poder,
generalmente “líderes” que se consideran poseer cualidades
excepcionales, creen saberlo todo, que se valoran por encima de los
demás y actúan dejando a un lado la realidad y los principios morales
que nutren las conductas individuales y colectivas de una sociedad sana y
democrática.
El “síndrome de Hubris” se conoce también como “adicción al poder”. El término “hibris” o “hybris” proviene del griego y “hace referencia al comportamiento arrogante, prepotente y soberbio de quienes ostentan el poder y procuran tener poderes absolutos”.
Es sinónimo de desmesura.
Suele ir acompañado de una gran dosis de narcisismo, mesianismo y megalomanía.
Quienes
padecen este síndrome -dirá Owen- “se creen invencibles y ven enemigos
por todas partes, sobre todo, en quienes se atreven a criticarlos o
desenmascararlos”.
En el
medio político dominicano podemos identificar a los muchos, tanto en el
gobierno como en los partidos políticos, que padecen el síndrome de
Hubris.
El reeleccionismo oficialista, desde el cargo a la
presidencia hasta otros los cargos elegibles que han sido otorgados “al
dedazo”, constituye una muestra clara de este aferramiento patológico al
poder.
El dispendio
desaforado de recursos invertidos por el actual gobierno en publicidad
electoral disfrazada de testimonio de logros, es tan sólo una muestra
palpable de esta “patología”.
Lo son también las agigantadas
corrupciones, tan conocidas y tantas veces denunciadas por diferentes
sectores del país.
La
“enfermedad de poder” se observa también en otras esferas políticas no
gubernamentales donde impera el “poder hegemónico del jefe” y la
violación a la democracia interna para favorecer a “repitentes”
incondicionales e ineptos, más allá de la voluntad y decisión de los
miembros del partido y de los ciudadanos que a la larga serán afectados
por estas “repeticiones y designaciones amañadas”.
En
tiempos de campaña electoral bien les hace a los ciudadanos identificar
a los gobernantes, partidos y candidatos afectados por esta patología.
Resulta conveniente para defender “la salud” del voto democrático y la
decisión de no votar por aquellos gobernantes y candidatos que
convierten a los ciudadanos en víctimas de su enfermedad del poder.
Para identificar a los que padecen el síndrome de Hubris podemos ayudarnos de la lista de criterios
propuestos por David Owen y Jonathan David para establecer su
diagnóstico:
1) Usan el poder para satisfacer su egoísmo;
2) Manifiestan
una preocupación exagerda por su imagen y presentación;
3) Pronuncian
discursos exaltados en los que asumen y expresan que “ellos son la
nación o el país”;
4) Muestran desprecio por las opiniones de los demás;
5) Adoptan poses mesiánicas y de “enviados” de Dios;
6)
Sobredimensionan sus cualidades personales;
7) Pierden contacto con la
realidad o simplemente “la inventan”;
8) Desafían la ley, cambian
constituciones y manipulan los poderes del Estado.
Debe
llamar la atención que el “embriagado de poder”, el que padece el
síndrome de hubris, afecta sensiblemente el bienestar de los ciudadanos y
comunidades a los que dice representar.
Esta “enfermedad política”
termina enfermando la democracia misma y contaminando todos los poderes
del Estado.
En las próximas
elecciones habremos de adoptar una “actitud y una decisión valientes y
terapéuticas” frente a los gobernantes y candidatos que padecen el
síndrome de hubris:
“alejarnos de ellos, alejarlos de nosotros”.
En la mitología griega, la diosa Némesis era la que se encargaba de
castigar a los que sufrían de hubris: “causaba su caída por los actos
cometidos”.
Debemos entender, entonces, que para que los gobernantes y
candidatos políticos del país “se curen” de Hubris basta con que
pierdan el poder.
¡Y la medicina está en manos de los votantes!
fuente
"acento", República Dominicana, 17.02.2016
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