GRABOIS ENTRE…
LA CONTRADICCIÓN Y LOS CORRUPTOS
El secreto mejor guardado de Grabois
16/11/2018
LAURA DI MARCO
La ministra
Carolina Stanley quedó estupefacta la primera vez que vio a Juan Grabois
poniendo el cuerpo para “apoyar” a Cristina Kirchner en los tribunales de
Comodoro Py y, más aún, con su creciente radicalización y cristinización.
Esa no parecía
ser el mismo Grabois con el que había acordado el
desembolso de 30 mil millones de pesos para las organizaciones sociales, a
fines de 2016, ni la que había impulsado el escrache, en 2011, de Cristóbal
López.

Para Stanley, el líder
social era antimacrista, sí, pero también anti-K.
¿Qué había sucedido en los
últimos meses?
En el Gobierno sospechan que el líder de los cartoneros actúa
por recomendación del papa Francisco.
Más aún:
calculan que, detrás de la reciente y tácita alianza opositora entre la CGT,
los movimientos sociales, sectores de la Iglesia y del peronismo, también se
agazapa la inspiración papal.
Un dato
político abona esta teoría: uno de los habituales interlocutores vaticanos
escuchó de boca del propio Pontífice que Grabois, su hijo del
corazón, sería un buen candidato “para este momento”.
¿Candidato a qué?
Un grupo de
operadores del Instituto Patria -confirmando, de hecho, la candidatura
presidencial de su jefa- le ofreció la posibilidad de ser su acompañante.
Grabois apela a las matemáticas. “No me dan los números; Cristina
necesita abrirse hacia el centro, no hacia la izquierda”.
Lanzada para
2019 y apalancada por el mal momento económico de Cambiemos, Cristina juega al
juego que aprendió junto a Néstor Kirchner: el de la “reconciliación” con
adversarios.
Un movimiento de pinzas, que combina con la atracción de nuevos
aliados.
¿El método?
Sutiles trucos de la seducción política.
Un antiguo blanco de esos afanes de
cooptación, el dirigente radical santacruceño Ricardo Patterson, lo explica:
“Cuando está en la mala, es dulce y buena, hasta que logra su objetivo.
Entonces,
vuelve a ser la misma déspota de siempre. Desde sus inicios, aquí, en Santa
Cruz, el kirchnerismo supo desarrollar una gran habilidad para decirle al otro
lo que quiere escuchar
.
Detectar la
debilidad humana ha sido un ‘activo’ de Kirchner, del que ella aprendió”. Grabois ni
siquiera conocía personalmente a la expresidenta.
Fue ella quien
lo llamó a él para “solidarizarse”, después de un fuerte cruce que tuvo, hace
unos meses, con Jorge Lanata.
Pero en Grabois anidan
sentimientos encontrados.
No sabe, a ciencia cierta, si la estrategia de
aliarse con Cristina para derrotar al macrismo es la correcta.
Ese enfant
terrible, capaz de interpelar con violencia a los poderes fácticos, está lleno
de dudas: ese es su secreto mejor guardado.
“No estoy
seguro de nada, me banco las contradicciones, las sufro; también las que tengo
con la Iglesia”, dirá ante sus íntimos.
Algunos estudiosos
del conurbano lo configuran como un “empresario de la pobreza”, por su tarea de
intermediación con las 300 cooperativas que lidera (una intermediación que
Stanley le fue quitando, de a poco).
Para otros -la
ministra de Desarrollo incluida-, es un muchacho de la clase media acomodada,
hijo del mítico Roberto “Pajarito” Grabois, peronista
ortodoxo y exfuncionario de Carlos Menem, que se vio genuinamente conmovido por
la inequidad y decidió hacer algo.
Él no lo sabe,
pero comparte con Macri un dato clave de su biografía emocional: la competencia
con el padre y la necesidad de rebelarse ante una figura llena de ambigüedad.
Pero ¿cada
cuánto y cómo se comunica con Francisco, su otro padre, con el que él se
identifica?
Abogado de la UBA, Grabois es una
suerte de consultor ad honorem del Vaticano, a través del Dicasterio para el
Servicio del Desarrollo Humano Integral.
Prefiere verlo
a solas en Roma a hablar por teléfono con él desde Buenos Aires. Tiene miedo de
que lo escuchen.
Para comprender
con mayor profundidad la tenida cultural entre el papa Francisco y la
administración de Cambiemos hay que detenerse en el fenómeno de los
neopentecostales.
El movimiento
evangélico, con millones de fieles en el mundo, es la base de sustentación
política de Bolsonaro en Brasil y se configura como la principal acechanza para
el catolicismo.
Mayor, incluso,
que la del “neoliberalismo”, aunque en el mundo del líder de los trabajadores
informales una cosa va de la mano con la otra.
A la condena de
la “cultura del dinero” que pregona la Iglesia Católica, los pentecostales
contraponen el culto a la prosperidad.
Mientras que para el movimiento
evangélico -que ensalza a los emprendedores- la capacidad de generar dinero es
un emblema divino, para el catolicismo es un emblema cuasi diabólico.
Es obvio que el
sistema de creencias pentecostal germina con mayor funcionalidad dentro del
capitalismo.
Una novedosa
rivalidad de paradigmas culturales que lo lleva a Grabois a
denunciar la existencia de una “persecución religiosa” orquestada por el tándem
Marcos Peña-Durán Barba, cuyo destinatario final es el mismísimo jefe del
Vaticano.
El hijo
político de Bergoglio está convencido de que los misiles hacia el Papa
configuran un ataque organizado hacia la cultura popular.
En el marco de
esta subterránea pulseada continental, el triunfo del izquierdista Andrés
Manuel López Obrador, en México, podría leerse como la contracara del de
Bolsonaro.
Morena es el
sello con el que López Obrador llegó al poder, pero también es el nombre con el
que popularmente se conoce a la Virgen de Guadalupe, un ícono del catolicismo
en el país azteca.
La pregunta del
millón es: ¿cómo se concilia este rechazo a la cultura del dinero con los
dirigentes millonarios que pululan en el universo K y la próspera constelación
peronista?
La mayoría de los intendentes bonaerenses que apoyan a Cristina, por
caso, viven en lujosos countries.
Volcado al kirchnerismo, Grabois deberá
sentarse obligadamente con ellos.
¿Será esta otra contradicción? Sí.
En un exótico
mecanismo mental, Grabois puede
separar a la jefa política de los “corruptos” que la acompañaron en su
gobierno.
¿Es posible esa disección política? Para él, sí.
La practica
también con Carolina Stanley, a tal punto que cuando surgió la versión de que
podría ser la eventual acompañante de Macri en una fórmula para 2019, le mandó
a decir por un allegado: “No aceptes ser vice, ellos solo te van a usar”.
La súbita
cristinización de Grabois generó su
propia grieta entre los líderes de las organizaciones sociales.
El mismo día
que decidió poner el cuerpo en los tribunales federales, recibió el reproche
del Chino Navarro.
“Me
decepcionaste, Juan, te fuiste con los corruptos”, le descerrajó el líder del
Movimiento Evita.
De emocionalidad beligerante, Grabois se la
devolvió: “¡Y justo vos me lo decís, que estuviste doce años con ellos!”.
Pero después de
ese cruce Navarro también pareció olvidar a los “corruptos” y hace unos días
también recaló en el Instituto Patria.
¿Cree en los
hechos que revelaron los cuadernos K?
Sí, aunque desacredita a los jueces
federales y abona la teoría cristinista -¿y la del Papa?- del lawfare: el uso
de la Justicia para perseguir a los enemigos políticos.
¿Tiene en claro
que el dinero supuestamente extraído del Estado es el que faltó para mejorar la
calidad de vida de los pobres?
Eso tampoco lo
niega. ¿Entonces? En su fuero más íntimo, solo encuentra una respuesta: “Hay
que ganarle a Macri”.
Fuente
“Radio Mitre”, 16.11.2018
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