ARGENTINA NECESIDAD…
GPS HACIA UN FUTURO
13 octubre, 2018
Jorge Lanata: “¿Cristina alcanza?”
Faltan tres trimestres de recesión.
Recién estamos promediando el primero.

Elisa Maria Avelina Carrió, una señora de 61 años a quien respeto y
quiero, no puede decir que su pedido de juicio político a Garavano “fue una
broma”.
Los diarios analizando la “intensidad” del beso entre el presidente y
Carrió en el último acto oficial recuerdan a la prensa española cuando analiza
la mala relación entre Doña Sofía y la Reina Letizia, y la presentan como un
“drama nacional”.
Todo suena un poco frívolo.
A punto de
entrar en el túnel electoral y luego de haber fracasado en la economía, el Gobierno
trata de agarrarse ahora de sus logros en la Justicia para despertar lo poco
que queda del voto ético.
Es contradictorio: por un lado se enorgullece de no
intervenir en las causas pero por otro se adjudica los resultados.
Carrió, por
el contrario, ve en la opinión de Garavano (“Nunca es bueno que se detenga a un
ex presidente”) la frutilla sobre una sucesión de hechos que intentan llegar a
la estación Cristina Libre: el voto de Mahiques en la causa que “liberó” a
Menem, las declaraciones de distintos funcionarios desacreditando la doctrina
Irurzun de la prisión preventiva, la entrada forzada de dos nuevos jueces a la
Cámara Federal.
De ser cierta esta sucesión de hechos, Carrió
podría pedir un juicio a Garavano.
Si solo se trata de la opinión del ministro,
nadie podría ser enjuiciado por opinar.
Cuando los gobiernos hacen “externas”
sus internas se justifican con un autoelogio: tenemos diferencias, somos
democráticos.
Eso, como todo, depende.
Mientras el gobierno intenta domar el dólar,
sigue sin recibir inversiones, tiene paralizada la inversión interna por el
ajuste del Fondo y los cuadernos argentinos, nada de esto parece
ayudar a restituir la confianza.
Valga el recuerdo de aquel papelón de
fin de semana en Olivos durante la última crisis, un vodevil donde el Gobierno
regalaba cargos a los radicales como caramelos, Carrió llamaba desde su quinta
y los nombramientos envejecieron antes de anunciarse.
En aquel momento nadie se animó a decir el
diagnóstico preciso: estábamos frente a un problema de autoridad
presidencial.
Todo gobierno está sujeto a divisiones, y si es
argentino más aún, pero a la hora de la hora todos intentan llegar al mismo
punto.
Si este caso fuera el Desembarco en Normandía, ganaban los nazis.
En la diagonal de la escena sucede, a cargo
del juez Bonadio, y los fiscales Stornelli y Rívolo, la
investigación judicial más importante de la historia argentina.
Los
cuadernos ya son una anécdota y -por primera vez- los protagonistas de un
sistema de coimas en la obra pública confesaron acusándose entre ellos.
Es cierto: la mayoría mintió en algo, otros se
quedaron cortos, todos dijeron lo que les convenía (Wagner, por ejemplo, omitió
entre la lista de empresas a Decavial, una empresa propia en las mismas
condiciones que las demás).
Pero fue suficiente para que la justicia empezara a
unir puntos con solidez.
En el caso de Calcaterra su pesquisa va también más
allá de los cuadernos, incluso antes de que IECSA fuera vendida por Franco a su
sobrino.
Cuando en privado le preguntan al juez si
recibió algún llamado del gobierno Bonadio se ríe y dice:
—Todo el mundo me pregunta lo mismo. Nadie
me llamó. No tienen como llegar, ni tampoco intentaron.
El juez sabe que su fama de áspero le ha
armado un círculo de protección.
Por fuera de la causa, el Gobierno intenta
“despegar” a las empresas de los actos individuales de sus gerentes o
propietarios.
Es un gesto desesperado para que, aunque reducida, pueda
reiniciarse la adjudicación de obra pública.
La elección esta demasiado lejos.
Faltan tres
trimestres de recesión, recién promediamos el primero.
Y una cuenta reveladora
publicada por Maxi Montenegro esta semana en Infobae le
agregó deuda a la deuda: el Fondo sumaría 60 mil millones a la suma que ya se
conoce.
¿Alcanzará con el fantasma de Cristina?
Fuente
“Radio Mitre”, 13.10.2018
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