LATINOAMÉRICA: DIÁSPORA
VENEZUELA - NICARAGUA
El éxodo de Venezuela y Nicaragua provoca brotes
xenófobos en la región
La presión
migratoria en países en delicado equilibrio está originando una situación muy
compleja desde el punto de vista de la seguridad
C. Jiménez / A. Murillo / Maolis
Castro
Sao Pablo / San José (Costa Rica) /
Caracas
19.08.2018
La llegada a los países vecinos de miles de
venezolanos y
nicaragüenses que huyen de la crisis en sus respectivos países ha originado los
primeros brotes de xenofobia y exacerbado las tensiones regionales.
Brasil
enviará tropas a su frontera con Venezuela tras la
violenta expulsión de venezolanos de una ciudad fronteriza.
Ecuador limita desde el fin de semana su
entrada, una medida que Perú aplicará el sábado tras la llegada, la semana pasada, de 20.000
venezolanos.
En Costa Rica una protesta xenófoba contra la presencia de
nicaragüenses sacó el sábado a la calle a centenares de personas, algunas con
esvásticas.
La ONU estima que 2,3 millones de venezolanos han huido de su país.

Cientos de miles de venezolanos han cruzado las fronteras
terrestres hacia Brasil y Colombia en los últimos meses para intentar escapar de la crisis
económica, política y social que vive su país.
Colombia ha dado residencia
temporal a más de 800.000.
Centenares emprenden cada día una trayectoria
terrestre para alcanzar Perú, Chile, Argentina e incluso
Uruguay.
Perú, que desde hace dos años les otorga un permiso
temporal de trabajo, estima que casi 400.000 venezolanos se han establecido en
su territorio desde hace un año.
El pico fue el 11 de agosto pasado, cuando
entraron en un solo día 5.100.
En Ecuador, según datos
del Ministerio del Interior, al menos un millón de venezolanos ha cruzado la
frontera común, si bien los que permanecen en el país son unos 250.000.
Ante
las críticas, Quito ha eliminado la exigencia de pasaporte para el ingreso en
el país de niños y adolescentes venezolanos siempre que lleguen acompañados de
sus padres o tutores con el citado documento.
Las restricciones administrativas
tuvieron un efecto inmediato y ya el sábado se registró poca afluencia de
venezolanos en la frontera entre Ecuador y Colombia, cuando entró en vigor la
exigencia de presentar el pasaporte.
“Ya no hay venezolanos esperando en
Rumichaca”, informó la televisión ecuatoriana Teleamazonas, en referencia al
paso fronterizo entre Ecuador y Colombia.
Paralelamente,
la crisis desatada en Nicaragua desde mediados de abril —una ola de protestas
antigubernamentales duramente reprimida por fuerzas de seguridad y grupos
armados al servicio del régimen— ha provocado el éxodo de miles de
nicaragüenses, la mayor parte de los cuales se ha refugiado en Costa Rica.
No hay
datos oficiales del número real de llegadas, porque muchos de ellos entran por
veredas, como se llaman los pasos informales en la frontera entre los dos
países, pero en los cantones fronterizos su presencia resulta cada vez más
visible.
La presión migratoria de
venezolanos y nicaragüenses en países en delicado equilibrio a causa de la
crisis económica y el aumento de la criminalidad está originando una situación
muy compleja desde el punto de vista de la seguridad.
La ciudad de Paracaima,
en el Estado de Roraima (norte de Brasil, frontera con Venezuela), se ha
convertido en una bomba de relojería. La localidad, de 16.000 habitantes, es la puerta de entrada de los venezolanos que huyen del régimen de
Nicolás Maduro.
Por ahí han llegado en los últimos meses más de
40.000 venezolanos y muchos de ellos —un millar, según distintas fuentes— se
alojan en tiendas repartidas por la ciudad.
El sábado, después de que un
comerciante local fuera asaltado y agredido por cuatro venezolanos, según la
versión de la policía local, la población reaccionó con una protesta en contra
de los migrantes presentes la ciudad.
Los manifestantes destruyeron sus tiendas
de campaña, quemaron sus pertenencias y atacaron a los venezolanos con piedras
y artefactos incendiarios artesanales.
Los vídeos de los incidentes
publicados en las redes sociales muestran el nivel de crispación general.
“No
aguantamos más a estos bandidos, que están robando nuestras casas y molestando
a nuestras mujeres”, gritaba un hombre en una grabación.
En otro vídeo se ve a
varias personas arrojando gasolina a las tiendas de los venezolanos al grito de
“vamos a prenderos fuego”.
Al menos 1.200 venezolanos han abandonado Brasil en
las últimas horas a raíz de los incidentes de Paracaima.
El Gobierno brasileño
convocó ayer una reunión para analizar los hechos.
Traslado a
otras ciudades
Antes abierta a la llegada de
venezolanos, que solían cruzar la frontera para comprar en sus tiendas,
Paracaima es hoy una ciudad asustada por el creciente flujo migratorio desde el
país vecino.
Parte de los venezolanos busca oportunidades de trabajo allí y otros continúan
viaje hacia Boa Vista, capital de Roraima, a 200 kilómetros de
distancia.
En febrero, el presidente de Brasil, Michel Temer, admitió la
vulnerabilidad de los extranjeros y anunció medidas de ayuda, además de
proponer llevarlos a otras ciudades del interior del Estado y otros Estados
como São Paulo, a 3.500 kilómetros de Roraima.
Las buenas intenciones, sin
embargo, parecen haberse quedado por el camino, según Camila Astano, de la ONG
Conectas Derechos Humanos.
“El Gobierno se comprometió a trasladar a 18.000
venezolanos a otras ciudades y hasta el momento solo se ha evacuado a 800”,
dice Astano, para quien los sucesos de Paracaima subrayan que es la escasa
respuesta del Gobierno la que está alimentando la xenofobia y la crispación de
los locales.
A dos meses de las elecciones
que renovarán la presidencia y el Congreso, la crisis con los venezolanos puede
acabar siendo utilizada políticamente.
“Algunos candidatos han defendido que se
cierre la frontera con Venezuela, que es algo inconstitucional”, denuncia
Astano.
La Orden de los Abogados de Brasil (OAB) también ha alertado del riesgo
de nuevos incidentes.
“Está claro que el problema se agrava por la inoperancia
de las autoridades.
Lo que era una cuestión humanitaria ahora tiene una fuerte
connotación de seguridad”, dijo Claudio Lamachia, presidente de OAB.
Mientras, países como Ecuador y
Perú han endurecido los requisitos de entrada para intentar frenar el aluvión de
llegadas.
Desde este fin de semana Ecuador solicita el pasaporte en
vigor a cualquier venezolano que quiera entrar al país; idéntica medida
adoptará Perú desde el próximo sábado.
Hasta ahora, los venezolanos podían
entrar en los países andinos con su carné de identidad, dadas las dificultades
de obtener un pasaporte en Venezuela.
Desde hace dos años este trámite administrativo
se ha convertido en una odisea por la carencia de materiales y porque la
concesión de la cita se demora durante meses.
Otros países han comenzado a exigir visado a los venezolanos.
Chile pide un
certificado de antecedentes penales que debe emitir el Ministerio de Relaciones
Interiores y Justicia de Venezuela, además de la obligatoriedad de que el
pasaporte no expire en los siguientes 18 meses a la entrada.
Además, el
consulado venezolano en Chile ha comenzado a solicitar el pago de 50 dólares
americanos por la compulsa de certificados de penales a sus ciudadanos, una
cantidad desorbitada para la mayoría de los refugiados.
Éxodo
nicaragüense
Entre Costa Rica y Nicaragua
también ha aumentado la tensión. Desde que estalló la crisis en Managua —una
oleada de protestas contra un proyecto de reforma de la Seguridad Social— se
han recibido más de 23.000 solicitudes de asilo en Costa Rica, aunque muchas
corresponden a nicaragüenses llegados con anterioridad a este éxodo, cuando la
colonia nica representaba el 10% de la población del país, de 3,8 millones de
habitantes.
Según la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur), es una
demanda válida en los dos casos, el de los recién llegados y el de los
radicados anteriormente, porque ahora estos últimos tendrían dificultades para
regresar a su país.
Para acoger a los recién
llegados se han habilitado dos albergues que prácticamente no se utilizan ya
que la mayoría se hospedan en casas de familiares o conocidos gracias a la
existencia de amplias y engrasadas redes de migrantes nicaragüenses que sirven
de apoyo en los primeros momentos.
El progresivo incremento en el
número de llegadas ha generado entre los costarricenses un rechazo muy patente
en redes sociales y en los enfoques de algunos medios.
Esas muestras de
xenofobia alcanzaron su punto culminante en una marcha celebrada el sábado en
el centro de San José, la capital. Espoleados por el malestar derivado del
deterioro de las condiciones de vida y los servicios públicos, así como por una
inseguridad al alza, cientos de costarricenses participaron en una
manifestación xenófoba contra inmigrantes nicaragüenses convocada por las redes
sociales, en la que se registraron ataques a los extranjeros.
La policía
practicó 44 detenciones y el decomiso de armas blancas y bombas caseras, pero
aún no ha identificado a los organizadores.
La turba se dirigió un parque donde
al grito de “fuera, nicas” y “asaltantes” la emprendieron contra nicaragüenses.
Entre los detenidos hay algunos con antecedentes penales y miembros de grupos
radicales y de barras bravas del fútbol.
La inédita y violenta manifestación ha
disparado las alarmas en Costa Rica, un país que históricamente ha dado
asistencia a personas que huyen de sus países.
LAS
NOTICIAS FALSAS EXPANDEN EL ODIO AL INMIGRANTE
Un brote de noticias falsas antecedió la mayor
manifestación xenofóbica que se registra en Costa Rica contra inmigrantes
provenientes de su vecina Nicaragua.
Perfiles anónimos en redes sociales o de
usuarios particulares difundieron durante la última semana informaciones
tergiversadas sobre supuestos privilegios que se estaban concediendo a
inmigrantes nicaragüenses en Costa Rica.
También acusaban a los recién llegados
de quemar en estos días una bandera costarricense, con base en fotografías que
en realidad corresponden a ciudadanos ticos en un concierto punk del año 2016.
Algunas de estas informaciones falsas fueron desmentidas por las autoridades y
por una sección del diario local La Nación sobre detección de noticias
adulteradas, titulada "#NoComaCuento".
Periodistas de esta sección
detectaron las mentiras en al menos seis informaciones.
Algunas de ellas se
referían a presuntos favoritismos en ayudas sociales de parte de instituciones
del Gobierno, lo que propicia el enojo en un sector de costarricenses que
también demandan asistencia en vivienda o becas.
Otras informaciones aludían a
una supuesta liberación masiva de criminales en Nicaragua para que viajaran a
Costa Rica, igualmente desmentida por el Gobierno local.
Políticos y
periodistas en las redes sociales también difunden el rumor sobre el presunto
ingreso de nicaragüenses oficialistas para perseguir aquí a sus opositores o
realizar actos para exacerbar la xenofobia y desviar en alguna medida la
discusión política en Nicaragua. De esto tampoco hay indicio alguno, ha dicho
el propio presidente Carlos Alvarado, que ha pedido prudencia en la difusión de
información.
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