SUBTERRANEOS – ASBESTO
UNA “COMPRITA” DE 2011
El escándalo del amianto español paraliza el metro
de Buenos Aires
El subterráneo de
la capital argentina demandará a Metro Madrid por la venta de vagones con
componentes prohibidos
FEDERICO RIVAS MOLINA
14 DE MARZO 2018

Pasajeros del metro de Buenos Aires abandonan una estación en el inicio de la huelga. TELAM
La estela de los vagones con amianto en
Madrid ha llegado a Buenos Aires.
El martes, las seis líneas de
los subterráneos de la capital argentina estuvieron paralizados durante cuatro
horas por una huelga de trabajadores, que exigieron al gobierno de la ciudad
que aclare la situación sanitaria de los 36 vagones CAF 5000 que compró a
España en 2011.
Los empleados exigen que se realicen pruebas a todos aquellos
que pudieron estar en contacto con el amianto, alertados por las denuncias de
casos de cáncer por asbestosis entre sus pares madrileños.
El escándalo tendrá además consecuencias judiciales.
Desde Subterráneos de Buenos Aires
(Sbase) confirmaron que iniciarán acciones legales contra Metro
Madrid, para determinar si vendieron los coches a sabiendas de que tenían un
material prohibido desde 2001 tanto en España como en Argentina.
“Sbase es una
empresa del Estado y por lo tanto tiene la responsabilidad de velar por el
patrimonio de la ciudad. No podemos tomar este tema a la ligera”, dijo a EL
PAÍS Sergio Hernández, gerente de Relaciones Institucionales de la compañía.
Hernández lamentó que se
enteraron “por los medios” de la existencia de amianto en al menos un
componente de los CAF 5000.
“Ni siquiera hubo una comunicación oficial desde
Madrid”, dijo, “pero enseguida tomamos la decisión de retirar los vagones de
circulación. No eran muchos lo que corrían en la línea B, así que el servicio
no se vio afectado”.

De hecho, los CAF 5000 nunca funcionaron al 100%.
Sbase pagó 5 millones
de euros por 36 vagones fabricados a mediados de los años 70, pero constantes
problemas técnicos, sobre todo en los frenos, los convirtieron más en un
problema que en una solución.
Incluso algunos fueron directamente a desguace y
sus partes utilizadas para reemplazar piezas rotas de aquellos que estaban
mejor.
En el momento del escándalo, sólo 18 estaban operativos.
Hoy, la línea B
de Buenos Aires usa viejos vagones Mitsubishi comprados el metro de Japón en
los años 90 y 73 coches de la Serie 6000 que adquirió de segunda mano en Madrid
en 2017, por 32,6 millones de euros.
Más adelante llegaron otros 13 vagones,
pero vendidos por la empresa Caixarenting por 6,3 millones de euros.
En
cualquier caso, ya no quedan rastros de los CAF 5000 de la polémica.
Para el sindicato del subte, no hay que buscar eventuales
responsabilidades sólo en Madrid.
“Estamos analizando la posibilidad de abrir
una causa penal contra funcionarios argentinos”, dice Roberto Pianelli,
secretario general de los Metrodelegados.
Su argumento es que debieron revisar los CAF
5000 cuando llegaron al puerto de Buenos Aires.
“Si bajás con una manzana te la
tiran. Cómo puede ser que no revisaran vagones tan antiguos, cuando todos
sabemos que, hasta su prohibición, el asbesto fue usado como aislante del calor
en los circuitos eléctricos”, dice Pianelli.
El dirigente admite que la noticia
de enfermos de cáncer por asbestosis entre los trabajadores del metro de Madrid
los puso “paranoicos”.
“Dispusimos desde el sindicato que ninguno de nosotros
trabajara en los talleres ni tocara más esos vagones. Ahora queremos que hagan
pruebas a todos los que alguna vez pudieron estar en contacto con el amianto”,
explica.
El escándalo del asbesto se suma a una larga lista de problemas
judiciales alrededor de los CAF 5000.
En 2014, el exlegislador por el Partido
Social de la Ciudad, Facundo Di Filippo, pidió que se investigara el proceso de
compra de los vagones, realizado cuando el actual presidente Mauricio Macri era
alcalde de Buenos Aires.
Denunció en ese momento que fue sin licitación, como
exige la ley, y que nada justificaba invertir medio millón de euros en vagones
de más de 30 años y que se encontraban al límite de su vida útil.
“La compra
obligó, además, a cambiar la trocha y el sistema de alimentación de la línea B
y creó una dependencia técnica con el Metro de Madrid.
Al final fue todo un
papelón, porque hubo material rodante que estaba tan deteriorado que nunca
transportó pasajeros”, dice Di Filippo.
La aparición de asbesto en las unidades
puede ser ahora motivo de una ampliación de la denuncia, un asunto que puede
terminar incluso en tribunales internacionales.
Fuente
“EL PAÍS”, España, 14.03.2018
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