CÓRDOBA:
FpV, BUSCA RUMBO
Las
tribus K cordobesas, entre el desbande y la tentación del PJ
Bancando aquel proyecto. La militancia kirchnerista cordobesa ya no exhibe el poder de movilización previo a 2015. Entre los dirigentes, varios saltaron a Unión por Córdoba. (La Voz / Archivo)
Daniel Zen
Las numerosas agrupaciones que componían el
kirchnerismo cordobés se debilitaron tras el inicio de la gestión de Macri.
Lejos del poder, muchos dirigentes se acercaron al peronismo provincial y otros
mantienen un rol más testimonial que militante.
La salida
del gobierno de Cristina Fernández y los posteriores procesos políticos en las
dos vertientes principales de lo que fue el Frente para la Victoria dieron paso
a una reconfiguración del tejido kirchnerista en Córdoba.
Tanto
entre los sectores autodenominados progresistas como en los grupos ligados al
peronismo, el nuevo rol opositor, la falta de espacios de poder gubernamental,
la merma de recursos y los intentos de cooptación por parte del poder
provincial aparecen como causas de un nuevo ordenamiento en las estructuras de
militancia y soporte K a nivel local.
Movimiento
Evita. Durante
los últimos años del kirchnerismo, esta agrupación era la de más peso en lo
referido a estructura de dirigentes territoriales y adherentes de base
peronistas.
Esa impronta derivó en claras exhibiciones de
pragmatismo: el Movimiento Evita había sido el primer sector en acordar con
Eduardo Accastello cuando el exintendente de Villa María se convirtió al
kirchnerismo y fue, a la postre, el primero en aliarse a Unión por Córdoba tras
la victoria de Mauricio Macri.
El exdiputado Andrés Guzmán ejemplificó eso en el
Congreso de la Nación durante junio del año pasado, tras distanciarse del
kirchnerismo y pasar a jugar con el peronismo cordobés.
Antes, en marzo de
2016, el legislador Ricardo Vissani ya se había acercado a Unión por Córdoba,
lo que permitió que el oficialismo provincial contara con cuórum propio en la
Unicameral.
La Cámpora. Tuvo un rol
central en la construcción militante y Córdoba no fue la excepción, pero
diferencias sobre prácticas políticas y una vocación de poder más vehemente que
el resto de los agrupamientos generaron disputas internas y fragmentaciones en
todo el espectro K mediterráneo.
El advenimiento del gobierno de Cambiemos a nivel
nacional no llevó a La Cámpora a un rol mucho menos preponderante en el mapa
kirchnerista cordobés, pero sí a una reducción drástica de su poder real.
Sigue
siendo liderado por Gabriela Estévez, extitular de la Anses Córdoba y diputada
nacional.
La Jauretche. Fue la vertiente que
más se identificó con las políticas sobre derechos humanos del período
kirchnerista, al punto que el abogado Martín Fresneda llegó al cargo de
secretario nacional de esa área.
Por la posición central de dicho tópico en la
discursividad del kirchnerismo, La Jauretche ocupó un rol articulador entre
todos los subgrupos del Frente para la Victoria local.
Hoy el espacio sigue encabezado por Fresneda y
mantiene su impronta vinculada a la irradiación de ideas más de corte
nacionalista que de trabajo territorial.
Sin embargo, La Jauretche quedó desmembrada: el
schiarettismo consiguió romper parte del núcleo obteniendo las adhesiones de
Soledad Ferraro y de Marcos Amantes, quienes ahora son funcionarios
provinciales y fundaron una línea interna no K a la que llamaron Pueblo
Peronista.
Kolina. El espacio
mentado por Alicia Kirchner, exministra de Desarrollo Social de la Nación, tuvo
como referente en esta provincia a José Bianchi.
Hasta el fin del mandato de
Cristina Fernández, la agrupación ostentaba cierta relevancia por derrame del
poder familiar presidencial y por la disposición de fondos y de programas.
Sin
embargo, se desdibujó gradualmente.
El año pasado influyó poco a la hora de la
construcción del nuevo liderazgo del kirchnerismo regional, encarnado por el
actual diputado nacional Pablo Carro.
CTA. Carro llegó a la
posición que hoy tiene tras conducir durante años el gremio de docentes
universitarios en Córdoba (Adiuc).
Fue creciendo en visibilidad por su
participación en la política universitaria y por su llegada a la secretaría
general de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) en esta provincia.
Esa entidad nuclea a un grupo significativo de gremios, entre los que se
encuentra la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).
Los Saillen. Otra de las
referencias sindicales es la familia Saillen, depositaria de todo el poder del
Surrbac, el sindicato de recolectores de basura.
Con reminiscencia más propia
del peronismo que del progresismo versión K, Mauricio Saillen, secretario
general del Surrbac, viene jugando la pulseada por conducir el kirchnerismo
local.
Creó una bifurcación de la CGT en Córdoba (CGT Rodríguez Peña) y pudo
colocar a su hijo, Franco Saillen, como legislador provincial.
Nuevo Encuentro. Este partido fue otra
de las patas no peronistas del kirchnerismo en Córdoba.
La cara más visible de
esa línea es Carlos Vicente, quien fue viceintendente en la gestión de Daniel
Giacomino al frente de la Municipalidad de la ciudad de Córdoba.
En la
actualidad, su participación quedó reducida a un rol testimonial más que de
militancia.
Forja. Emparentado con ese
ecosistema ideológico, este espacio que alguna vez integró a radicales
disidentes enroló en Córdoba a Daniel Giacomino y a Juan Pereyra, exintendente
de Villa Dolores.
Este último todavía es diputado nacional.
Si bien mantiene su
sintonía con el kirchnerismo parlamentario, crecen los rumores sobre un
supuesto acercamiento con el PJ cordobés.
El capítulo Villa María
Eduardo Accastello, exintendente de Villa María,
fue el dirigente cordobés con mayor visibilidad durante el kirchnerismo.
Luego
de diciembre de 2015, el escándalo de la financiera CBI y una complicada
relación con el gobernador Juan Schiaretti lo mantienen en la actualidad con un
perfil subterráneo.
Accastello lideró el grupo de intendentes K en
Córdoba.
Pero eso acabó, por dos motivos: su falta de preponderancia en el
mencionado espectro y, otra vez, la habilidad del peronismo cordobés para
tentar a dirigentes como el exdiputado y exjefe del Ejecutivo de Villa Totoral,
Ernesto Bernabey.
La saga de desmembramientos kirchneristas en Villa
María incluye la conversión al PJ del intendente Martín Gill, exponente del
cristinismo en la época en la que fue rector de la Universidad Nacional de esa
ciudad.
También el traspaso de Nora Bedano, exesposa de Accastello y actual
titular de la Agencia Córdoba Cultura.
En simultáneo a la inclusión de Bedano en el
organigrama, Fernando Salvi, legislador por Tercero Arriba que había entrado
inscripto en la lista de Córdoba Podemos, pasó a formar parte del bloque de
Unión por Córdoba.
Fuente
“LA VOZ”, Córdoba, 04.04.2018
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