CHILE:
ERES LO QUE COMES Y…
LO QUE BEBES

Una tienda en Santiago vende productos con los sellos negros que advierten de altos contenidos calóricos, de sal, de azúcar o de grasas.
Víctor Ruiz Caballero for The New York Times
Sellos para
combatir la obesidad: cómo identifican en Chile la comida chatarra
El gobierno chileno, en respuesta a un aumento en
las tasas de sobrepeso y obesidad, ha emitido restricciones que los expertos
dicen son de las más ambiciosas en el mundo, enfocadas principalmente en el
etiquetado de alimentos poco saludables.
Pero ¿han funcionado?
Por ANDREW JACOBS 7 de febrero de
2018
SANTIAGO – Se deshicieron del Tigre Tony. Desaparecieron a
Chester Cheetos. Prohibieron los Kinder Sorpresa, aquellos huevitos de
chocolate que incluyen un juguete.
Ante tasas de obesidad que se han disparado, el gobierno chileno
ha librado una guerra contra la comida chatarra y poco saludable con una serie
de restricciones en la publicidad, rediseños obligatorios de los empaques y
reglas sobre los etiquetados que buscan transformar los hábitos alimentarios de
los 18 millones de habitantes del país sudamericano.
Los expertos en nutrición mundial dicen que las medidas son el
intento más ambicioso de cambiar la cultura alimentaria de un país y podrían
convertirse en un modelo para darle un giro a la tendencia de una epidemia de
obesidad global que, según estimados de investigadores, ha contribuido a cuatro
millones de muertes prematuras al año.
“Es difícil exagerar lo significativas que son las acciones de
Chile, o lo difícil que ha sido llegar a este punto al enfrentarse a las
presiones típicas”, dijo Stephen Simpson, director del Centro Charles Perkins,
organización académica enfocada en temas de nutrición, ciencia y políticas
públicas sobre obesidad.
Las industrias multimillonarias de alimentos y
refrescos han ejercido esas presiones con éxito en otros
países para frenar las regulaciones de este tipo.
Desde que comenzaron a implementarse las reglas en la materia,
que entraron en vigor en 2016, gigantes como
Kellogg han tenido que deshacerse de los personajes animados de sus cajas de
cereales azucarados; también se han dejado de vender dulces como el Kinder
Sorpresa que buscan atraer a los consumidores más jóvenes con baratijas y
regalitos.
La ley también
prohíbe la venta de muchos tipos de comida chatarra como helado, chocolates y
papas fritas en las escuelas chilenas y veta que esos productos sean
publicitados durante programas televisivos o en sitios web dirigidos a públicos
infantiles.

Cajas de cereales con y sin los personajes animados
Además, a partir del próximo año, esos anuncios ya ni siquiera
podrán aparecer en televisión, en la radio o en salas de cine entre las seis de
la mañana y las diez de la noche.
Asimismo, en un esfuerzo por fomentar la
leche materna, esta primavera entrará en vigor una prohibición a la
mercadotecnia vinculada a la leche de fórmula.
¿Y si aún se te antoja una Coca-Cola?
En Chile, las bebidas con
alto contenido azucarado ahora tendrán un impuesto de 18 por ciento, una de las
tasas de ese tipo más
altas del mundo.
La parte central de la iniciativa es un nuevo sistema para etiquetasque requiere
que las empresas de productos empaquetados y envasados pongan sellos de advertencia de color
negro si estos tienen alto contenido calórico o de grasas
saturadas, azúcares o sales.
La industria alimentaria dice que las nuevas reglas se
extralimitan.
Felipe Lara, director de Chilealimentos, asociación industrial, dijo
que las etiquetas nutricionales son confusas e “invasivas” y que las
restricciones en la publicidad están basadas en una correlación que considera
fue hecha con falencias científicas entre la promoción de comidas poco
saludables y un aumento de peso. “Creemos que la mejor manera de atender el
problema de la obesidad es por medio de una educación de los consumidores para
que cambien los hábitos alimenticios”, dijo en una declaración enviada por
correo.
PepsiCo, que fabrica los Cheetos, y Kellogg, que hace productos
como las Zucaritas, han acudido ante los tribunales con el argumento de que las
regulaciones contravienen temas de propiedad intelectual.
Ese caso está
pendiente.
María José Echeverría, portavoz de PepsiCo, dijo que la empresa
ha cumplido con la ley al pie de la letra y no tiene interés en revertirla,
pero que quiere proteger su capacidad de utilizar una marca registrada
localmente.
Kellogg no ofreció comentarios.

Se estima que tres cuartos de la población chilena tiene sobrepeso u obesidad.
Víctor Ruiz Caballero para The New York Times

Los costos médicos de la obesidad suman el 2,4 por ciento de todos los gastos en cuidado de salud en Chile. Para 2030, la cifra podría aumentar al cuatro por ciento.
Víctor Ruiz Caballero para The New York Times
Las tasas de obesidad van al alza y con ello han forzado a
gobiernos de todo el mundo a confrontarse con una de las mayores amenazas a la
salud pública que se han visto en generaciones.
Hasta finales de los años ochenta, la malnutrición era común
entre los chilenos de escasos recursos, particularmente en los niños.
Hoy en
día, tres cuartos de la población chilena tiene sobrepeso u obesidad, de
acuerdo con datos del Ministerio de Salud del país.
Los funcionarios han
prendido las alarmas particularmente por la tasa de obesidad infantil, que está
entre las más altas del mundo: la mitad de los niños chilenos de 6 años tiene
sobrepeso u obesidad.
En el 2016, los costos médicos derivados de la obesidad
alcanzaron los 800 millones de dólares, un 2,4 por ciento de todo el gasto en
salud pública, una cifra que los expertos estiman rondará el 4 por ciento de
ese rubro en 2030.
Esas estadísticas fomentaron que una coalición de funcionarios
electos, científicos y activistas en materia de salud pública sobrellevara una
dura oposición de la industria alimentaria y a los aliados de esta en el
gobierno.
“Fue un combate de guerrilla difícil de ganar”, dijo el senador Guido
Girardi, vicepresidente del senado chileno, presidente de la Comisión de Salud
en esa cámara y un doctor que propuso originalmente las medidas de etiquetado
en 2007.
“La gente tiene el derecho a saber que estas empresas de alimentos
están sacando esta basura y, con esta legislación, creo que Chile ha hecho una
contribución inmensa a la humanidad”.
‘El veneno de nuestros tiempos’
Desde India, pasando por Colombia y por Estados Unidos, los
países ricos y pobres han batallado para combatir el aumento en la obesidad y
se han topado con una resistencia feroz de las empresas alimentarias que
quieren proteger sus ganancias.
En Chile, los intereses corporativos retrasaron la aprobación de
la ley por casi una década.
En dos ocasiones hubo tantos cabilderos apostados
durante las audiencias en las que se discutieron las medidas que el presidente
del senado tuvo que suspender la sesión y pedir que despejaran la sala.

El senador Guido Girardi en 2015
Juan Eduardo Lopez/GDA, vía Associated Press
Sin embargo, la industria alimentaria pocas veces se enfrenta a
opositores como el senador Girardi.
Un cirujano de 56 años con algunos ademanes
melodramáticos, es una figura clave de la coalición gobernante de la aún
presidenta Michelle Bachelet.
Durante la lucha para aprobar la Ley de
Composición Nutricional de los Alimentos y su Publicidad —también conocida como
Ley Super8 o Ley de Etiquetado—, el senador Girardi atacó públicamente
a las empresas alimentarias como “pedófilos del siglo XXI” y, antes de que
Bachelet asumiera de nuevo la presidencia, pasó semanas manifestándose afuera
de La Moneda con carteles que acusaban a su predecesor (y ahora sucesor) en el
cargo, Sebastián Piñera, de destruir la salud de la nación por vetar versiones
anteriores de la ley.
“El azúcar mata a más personas que el terrorismo y los
accidentes automovilísticos juntos”, dijo Girardi en una entrevista mientras
sacudía con su mano una caja de cereal Trix.
“Es el veneno de nuestros
tiempos”.
Otros factores volvieron también posible la aprobación de la
ley, incluido un congreso determinado a atender los costos económicos
resultantes de la obesidad y el respaldo de Bachelet, quien es pediatra de
formación.
Al final, la presión de la industria logró aligerar algunas
medidas de la propuesta original, como las restricciones sobre publicidad y una
prohibición total a la venta de comida chatarra cerca de escuelas.
Estantería extraña
Caminar por los pasillos de un supermercado en Chile puede ser
algo extraño: las cajas y sobres del chocolate en polvo de Nesquick no muestran
al conejo inquieto.
Tampoco se ven las lunetas con ojos y boca en los paquetes
de M&M’s.

En un supermercado en Chile varios productos tienen los sellos
Víctor Ruiz Caballero para The New York Times
Las barras de cereal, los yogurts y los jugos de caja, que
muchas veces son publicitados como “saludables”, “naturales” o “fortificados
con vitaminas y minerales”, ahora tienen uno o más de los sellos negros.
Una
sola botella de aderezo tipo ranch de la marca Great Value
tiene los cuatro tipos de advertencias: indican que tiene un alto contenido
calórico, de azúcar, de sal y en grasas.
“Nunca le ponía atención a las etiquetas”, dijo Patricia
Sánchez, contadora de 32 años y madre de dos, mientras llenaba su carrito de
compras en un supermercado en Santiago con la ayuda ocasional de su hija de 7
años.
“Pero ahora como que te fuerzan a poner atención. Y si yo no lo noto, mis
hijos, sí”.
Las tasas de obesidad en Chile aún no han disminuido y los
expertos indican que podrían pasar años antes de que se modifique de manera
significativa la manera de alimentarse de la población.
Sin embargo, al
enfocarse en el etiquetado y publicidad de comida chatarra o poco saludable que
apela a los niños, el gobierno chileno espera poder cambiar los hábitos de la
siguiente generación de consumidores.
“Hay que cambiar todo el sistema alimentario y eso no se hace de
la noche a la mañana”, dijo la doctora Cecilia Castillo Lancellotti, una de las
expertas que promovió la ley en un inicio.
Aunque las nuevas regulaciones sí han tenido un efecto
importante desde ahora: las empresas de alimentos han modificado de manera
voluntaria algunos de sus productos para evitar aquellos temidos logotipos
negros.
De acuerdo con la la Asociación de Alimentos y
Bebidas de Chile(AB Chile), desde que la ley entró en vigor más de
1500 productos –o el 20 por ciento de todos los que se comercializan en Chile–
han sido reformulados como respuesta a las medidas.
Nestlé redujo la cantidad
de azúcar en su bebida de chocolate Milo, McDonald’s retiró las papas fritas de
sus comidas de la Cajita Feliz y empresas locales han promovido nuevos
productos como nueces o fruta seca para la venta en escuelas.

Un puesto de comida callejera en Santiago
Víctor Ruiz Caballero para The New York Times

El helado, los chocolates y las papitas no pueden ser publicitados en programas de televisión o sitios web para el público infantil.
Víctor Ruiz Caballero para The New York Times

Un restaurante de comida rápida en Santiago
Víctor Ruiz Caballero para The New York Times
Coca-Cola develó una nueva campaña de publicidad para
versiones reformuladas de
Sprite y Fanta con el lema: “Igual de ricas
y… ¡sin sellos!”, en referencia a que ya no tendrán que añadir las advertencias
de color negro pues la mitad del azúcar fue remplazada con endulzante
artificial.
Ben Sheidler, un portavoz de Coca-Cola, dijo que la empresa ha
creado 32 nuevas bebidas en los últimos 18 meses, y que el 65 por ciento de su
portafolio de bebidas en Chile ahora cae en los rubros de bajo o reducido en
azúcar.
Un portavoz de PepsiCo dijo que dos tercios de sus productos de
bebidas en Chile también ahora son bajos o libres de azúcar y que más del 90
por ciento de sus productos de comida ahora son reducidos en sodio y grasas
saturadas.
Otras empresas han acogido el sistema de sellos para promover
sus ofertas más saludables.
Soprole, una compañía de lácteos, hizo un comercial
en el que niños hacen de conductores televisivos
para explicarle el sistema de etiquetado a otros menores.
“Originalmente, no creíamos que los sellos harían mucha
diferencia pero en grupos de control descubrimos que los niños realmente sí se
fijan”, dijo la doctora Camila Corvalan, de la Universidad de Chile y quien ha
estudiado el impacto del sistema de etiquetados.
“Dicen: ‘Mamá, ese tiene
muchos sellos, no lo puedo llevar a la escuela. Mi maestra no lo permite'”.
AB Chile, poco después de que comenzaron a aparecer los
sellos, lanzó un anuncio en
el que celebridades y personalidades chilenas aparecen criticando las nuevas
regulaciones.
En una escena, un conocido presentador de televisión, sentado en
su cama presuntamente enfermo, dice: “La sopa tiene sello, las galletas de agua
tienen sello, ¡la mermelada tiene sello! O sea la dieta de enfermo que me dio mi
vieja toda la vida ¿no me la debería comer?”.
En otra escena, una actriz saca
un puñado de mentas de su mano y dice: “Todas estas mentitas juntas son altas
en azúcar, obvio, pero yo solo me como dos… o tres”.
La respuesta negativa al video fue feroz.
El actor chileno Pablo
Schwarz, por ejemplo, publicó un video en
el que aparece frente a un montículo de polvo blanco.
“Todos dicen que la
cocaína es mala, claro, pero, tú, ¿te jalarías un cuarto de kilo en una sola
sentada?”, dice Schwartz antes de inhalar “solamente una puntita”.
“Todo está
en las porciones”, dice, con una sonrisa irónica.
AB Chile acabó retirando su anuncio del aire.

El chileno Pedro Cortés con Katherine Vásquez, una de las nutricionistas del programa Vida Sana
Víctor Ruiz Caballero para The New York Times
La labor de implementar las reglas recae en un grupo de asesores
técnicos que se reúnen semanalmente en el Ministerio de Salud para aconsejar
sobre si una empresa debería remover el logotipo de gato de su empaque de
galletas o si la voz de un adulto es la que debería ser utilizada para vender
papitas en un anuncio de radio, en vez de la de un niño.
“A veces es fácil, como si es un perro con anteojos que habla
como persona, pero otras, no”, dijo Lorena Rodríguez, jefa del Departamento de
Nutrición y Alimentos del Ministerio de Salud. “Peleamos y peleamos y peleamos
hasta que hay consenso”.
El doctor Jaime Burrows Oyarzún, subsecretario de Salud Pública,
se dice confiado de que el gobierno prevalecerá en los tribunales frente a la
acción legal contra la ley.
Como el principal encargado de las regulaciones,
usualmente él se vuelve el objetivo de la ira de la industria.
Recordó en una
entrevista que después de la prohibición del Kinder Sorpresa, un ejecutivo de
la empresa italiana y el embajador de Italia en Chile lo acusaron de hacer
“terrorismo de alimentos” durante una visita a sus oficinas.
Mauro Russo, director general de Ferrero, que fabrica el Kinder
Sorpresa, dijo que la ley fue aplicada erróneamente a su producto porque los
juguetes son una parte intrínseca de este y no “ganchos comerciales”,
como los llama la ley.
También desmintió que el producto sea poco saludable, al indicar que cada
huevito contiene 110 calorías y que pocos consumidores compran más de uno o dos
al año.
“El impacto en la obesidad del Kinder Sorpresa es muy marginal”, dijo.

En muchas tiendas de abarrotes pequeñas solo se venden comidas procesadas y empaquetadas.
Víctor Ruiz Caballero para The New York Times
Algunos
activistas de nutrición se cuestionan qué tanto tiempo podrá sobrevivir la ley
como existe actualmente.
Piñera, quien regresa a La Moneda en marzo, vetó la ley en
2011, durante su primer mandato.
En cambio, su gobierno respaldó una iniciativa
nutricional financiada por empresas alimentarias multinacionales que ponía el
énfasis en recetas saludables, hacer ejercicio y la moderación respecto a la
comida chatarra.
La campaña fue promovida por la entonces primera dama Cecilia
Morel Montes.
“No
se necesitan más impuestos”, dijo en una entrevista.
Un
vocero de Piñera declaró que es probable que revise la ley y que explore
maneras de “mejorarla” ahora que asuma el cargo de nuevo.
Mientras,
otros países en América Latina, entre ellos Ecuador y Brasil, han buscado
replicar elementos de la iniciativa chilena.
El doctor Carlos Monteiro,
profesor de nutrición y salud pública en la Universidad de São Paulo, dijo que
los líderes en la región ya no pueden darse el lujo de ignorar los costos al
alza por enfermedades vinculadas a la
dieta como la diabetes y la hipertensión.
“La
epidemia de obesidad es muy clara y dañina para toda la población, incluso para
la élite política, y ningún país ha logrado controlarla sin regular el entorno
de alimentos”, dijo.
“Hacer nada ya no es una opción”.

Monitores del programa sin fines de lucro Educación Popular en Salud dan información sobre alimentos en el vecindario de El Bosque, en Santiago.
Víctor Ruiz Caballero para The New York Times
Este artículo forma parte de la serie sobre obesidad de The New
York Times. Lee más aquí.
Fuente
“The New York Times”, 07.02.2018
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