ARA SAN JUAN Y…
SU DIGNA TAREA
Submarino
ARA San Juan y pesca ilegal: 44 héroes en busca de erradicar un negocio de
u$s1.000 millones anuales
25-11-2017
Al
momento de su desaparición, el submarino cumplía tareas de monitoreo frente a
las costas de la Patagonia.
Las embarcaciones que depredan recursos argentinos
llegan desde Corea del Sur, Taiwán y España.
El daño equivale al 70% de lo que
exporta el país en concepto de pescados y mariscos
Por Patricio Eleisegui
En los
últimos años, una práctica que le genera un gran perjuicio económico y ambiental al país
se fue potenciando.
En
el mar, pasando la barrera
invisible de las 200
millas náuticas que delimitan la llamada Zona Económica
Exclusiva de pesca, que es jurisdicción total del Estado argentino, existe una
flota de buques esperando
por cruzar ese límite prohibido.
Cada
vez que no hay controles y aparece un cardumen de peces que lo amerite,
los pescadores ilegales avanzan
sobre aguas nacionales.
La
noticia cobra relevancia si se tiene en cuenta que el submarino ARA San Juan,
que desde hace días está perdido en las profundidades del mar con 44 personas,
estaba cumpliendo una misión para
evitar que estos buques depreden las riquezas del mar argentino.
En
total, se estima que son más de 450
embarcaciones las que cada año realizan estas maniobras
ilegales frente a la Patagonia, lo que les permite llevarse más de medio millón de
toneladas de pescados
y moluscos.
Del
total extraído del Mar Argentino, prácticamente la mitad corresponde a
ejemplares de Illex Argentinus, una variedad de calamar endémica
que habita en la plataforma y que, además de su valor comercial, resulta
un factor
clave para la supervivencia del
ecosistema del Atlántico Sur, dado que sirve de alimento para merluzas,
cachalotes, pingüinos, delfines y elefantes marinos, entre otras especies.
El volumen de lo que mueve esta actividad,
según relevamientos de especialistas locales y de organizaciones como la FAO
-dependiente de las Naciones Unidas-, impacta: son alrededor de u$s1.000
millones anuales.
Para ponerlo en perspectiva, esto
equivale al 70% de lo que el país exporta anualmente en
concepto de pescados y mariscos.
Este nivel sitúa a la Argentina como
una de las cuatro naciones más afectadas por esta actividad ilegal que, en todo
el mundo, mueve unos u$s23.000 millones.
Así, en un contexto en el que
la riqueza ictícola se contrae en todas
latitudes, el Mar Argentino se convierte en un imán para embarcaciones que
reciben beneficios de sus propios gobiernos.
En su mayoría, son naves
pertenecientes a China, Corea del Sur, Taiwán y España.
Se trata de una "armada
predatoria" que se aprovisiona de combustibles y víveres en el puerto
de Montevideo, donde también descargan parte de su captura en otros buques
equipados con cámaras de frío.
"China y España,
son países que pagan el combustible de estos
barcos como una política de Estado.
Además, España exime de impuestos a
estas compañías cuando se lanzan a pescar fuera de los límites de ese
país", explicó a iProfesional Milko Schvartzman,
especialista en conservación marina.
"Tenemos
naciones que alientan a empresas a pescar en
la Argentina y
esto explica por qué hay más incidentes entre barcos de Prefectura y estos
navíos", amplió.
El ARA San Juan, clave
Convocado para realizar tareas de vigilancia ante una problemática fuera de control, el submarino ARA San Juan cumplía funciones de monitoreo y notificación de buques clandestinos cuando tuvo lugar su desaparición en aguas patagónicas.
Si
bien esta actividad no era la más habitual, dado que la protección de la
Zona Económica Exclusiva de pesca corresponde a Prefectura, la copiosa
cantidad de unidades extranjeras que se reúnen al borde del límite marítimo
derivó en la decisión del Gobierno de hacer intervenir a fuerzas militares.
"Efectuar
controles con submarinos no es lo más usual, pero desde que la presencia de
buques dentro de nuestros límites se intensificó, comenzó a volverse un poco
más común.
Su utilización es una muestra más de que la problemática de la
actividad ilegal es un problema
grave", aseguró a iProfesional un experto en política
pesquera, en estricto off the record.
Schvartzman
coincidió con este argumento: "La información oficial en torno al ARA San Juan expone
que estaba en plena misión para controlar los recursos ictícolas de la
Argentina.
Esta práctica ilegal llega a tal punto que cada vez se necesitan más
embarcaciones".
En
uno de sus últimos partes, el vocero de la Armada, Enrique Balbi, confirmó que
"el submarino estaba en tránsito de Ushuaia a Mar del Plata, en una ruta
directa, y se encontraba cerca del límite de la zona económica exclusiva, ejerciendo el control de soberanía que hace
cualquier unidad de la Armada".
La fuerza también cuenta con una
Escuadrilla Aeronaval de Exploración, que suele realizar vuelos de monitoreo,
utilizando radares y dispositivos electrónicos para determinar la posición de
los buques.
Una imagen de este año, captada por una de las
aeronaves, permite ver una suerte de "ciudad flotante" amenazando
con llevarse ilegalmente parte de los recursos de la Argentina.
.
Control
y uso de la fuerza
Como nunca antes, el Gobierno viene intensificando las tareas de control sobre el frente marítimo.
Y esto puede derivar en situaciones de extrema tensión.
Un
ejemplo de esto se vivió en marzo del año pasado, cuando un guardacostas
efectuó disparos
intimidatorios contra un pesquero chino que intentó darse
a la fuga.
La
secuencia acabó con el hundimiento del buque -que operaba
bajo el nombre Lu Yan Yuan Yu- y el posterior reclamo de la embajada del
gigante asiático en Buenos Aires.
Un registro del incidente:
También,
a principios del año pasado,el pesquero
chino Hua Li 8 fue sorprendido por los barcos argentinos operando
dentro de la Zona Exclusiva.
Perseguido por la fuerza local,
logró escapar mar adentro.
Días más tarde, el navío volvió a ser detectado
camino al puerto de Montevideo, pero siempre navegando aguas argentinas.
Dos guardacostas y un
helicóptero naval reanudaron la persecución, que concluyó en cuanto el buque
furtivo ingresó en jurisdicción uruguaya.
A
salvo de los intentos por parte de las fuerzas argentinas, el periplo del Hua
Li 8 concluyó en abril de 2016 cuando, por pedido de Interpol, terminó
siendo interceptado en aguas de Indonesia:
"Se
trata de barcos que, además de ingresar y pescar ilegalmente, generan un daño ambiental profundo.
No sólo eso: es común que muchas tripulaciones trabajen en una situación
que bordea la esclavitud", dijo Schvartzman.
Países que alientan
De los 450 barcos que mayormente pescan calamar y merluza, el 40% corresponde a embarcaciones con bandera china, el 18% a Corea del Sur, otro 18% a Taiwán y un 15% a España.
La
porción restante corresponde a diferentes unidades también de origen asiático.
En cada caso, los gobiernos de estos países se ocupan de subvencionar el movimiento de las flotas furtivas.
En cada caso, los gobiernos de estos países se ocupan de subvencionar el movimiento de las flotas furtivas.
Frente
a este flagelo, analistas como Schvartzman ven en la presión diplomática la
mejor alternativa, más allá de los controles que se llevan a cabo en el mar.
Para
el experto, impulsar acuerdos con otros países puede ayudar a combatir una
práctica ilegal difícil de erradicar, incluso
con intervención de la Armada, dado que hay que monitorear 6,5 millones de kilómetros cuadrados.
"Aunque
tengamos todos los recursos en el mar, terminar con ese tipo de pesca es
imposible. La única solución efectiva es ejercer la presión diplomática de
manera tal que los Estados que promueven esta práctica dejen de destinar
recursos", indicó el especialista.
Distintas
voces consultadas señalaron que la situación doméstica guarda
diferencias respecto del resto de los países de la región, dado que el Mar Argentino presenta
características de temperatura y biodiversidad
únicas en el mundo.
"Acá
se da la combinación de corrientes frías, como la de Malvinas, con otras
calientes, como la de Brasil. Eso genera una riqueza diferente.
Un fenómeno comparable se da en el mar entre Ecuador y Perú, donde también hay pesca ilegal.
La diferencia es que mientras que ahí la cantidad de buques ronda los 200, en nuestras cosas la cifra es de más del doble", aclaró Schvartzman.
Un fenómeno comparable se da en el mar entre Ecuador y Perú, donde también hay pesca ilegal.
La diferencia es que mientras que ahí la cantidad de buques ronda los 200, en nuestras cosas la cifra es de más del doble", aclaró Schvartzman.
Fuera de la Argentina, no faltan
las voces que siguen de cerca la actividad y auguran para las próximas décadas,
además de disputas por el control de otros recursos estratégicos,
confrontaciones e incluso guerras por el dominio de una riqueza pesquera en
indiscutible descenso.
Fuente
“iProfesional”, 25.11.2017
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