CRISIS ENERGÉTICA QUE PROVOCA UNA CRISIS MACRO
Una herencia aún no explicitada
Consultor en temas energéticos, conocedor profundo de la distorsión de precios relativos emergente, Ricardo Molina aporta algunos datos insoslayables acerca de la situación y de los problemas que aún se encuentran muy lejos de resolverse, y precisamente por ello hay que debatirlos, definirlos y corregirlos, nunca ni ocultarlos ni minimizarlos.
por RICARDO A. MOLINA
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). En el 2003, Néstor Kirchner decidió mantener el congelamiento de tarifas energéticas que había dispuesto Eduardo Duhalde.
Ese congelamiento, prácticamente, se mantuvo hasta el final de la gestión de Cristina Kirchner, a pesar que los precios mayoristas calculados por el INdEC subieron más de 4 veces y el peso argentino también se devaluó en la misma proporción.
No puede explicarse la crisis actual sin entender ese congelamiento y, con especial atención, sobre la evolución del precio del gas natural, el principal combustible para generar electricidad en la Argentina.
El congelamiento de tarifas derivó en una completa ruptura de todos los contratos que obligaban a los actores de la industria energética a invertir y a asegurar una muy buena calidad de servicio.
Se congelaron los precios y se congeló la inversión.
La previsible consecuencia: las petroleras solo producían petróleo y gas natural sin reponer reservas.
Como resultado, entre el 2014 (último dato disponible) y el 2003, las reservas de petróleo cayeron 11% y las de gas natural el 46%.
Si alguien calculase el costo de reponer esas reservas a los valores actuales, llegaría a cifras impresionantes, entre US$ 70.000 a US$ 100.000 millones.
La producción de petróleo crudo y de gas natural, durante toda la Administración Kirchner, cayó un 28% y un 16%, respectivamente.
Sin embargo, en el período 2003-2015, las provincias productoras han recibido en concepto de regalías petroleras la suma de US$ 9.750 millones y US$ 4.000 millones en regalías gasíferas.
En total, esas provincias recibieron casi US$ 14.000 millones de regalías.
Con tan bajos precios, la demanda eléctrica creció un 58% y la de gas natural un 21% entre el 2003 y el 2015, incentivada por el congelamiento de precios y tarifas energéticas.
Entonces, si las reservas y la producción cayeron y la demanda subió, solo hubo una forma de cubrir la diferencia: con importaciones.
Desde el año 2003, la Administración Kirchner importó energía por más US$ 68.000 millones, según datos del INdEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos).
Vale resaltar que las importaciones desde el 2010 totalizan US$ 54.000 millones, que coincide con el año a partir del cual comenzó a derrumbarse la balanza comercial energética.
Una breve síntesis de las grandes cifras del período 2003-2015 expuestas hasta aquí:
> Consumo de reservas de gas y petróleo: + de US$ 70.000 millones.
> Regalías a las provincias productoras: aprox. US$ 14.000 millones.
> Importaciones de energía: + de US$ 68.000 millones.
La respuesta es múltiple: mayor deuda, mayores gastos públicos, descapitalización de las empresas del sector y por supuesto, mayor inflación.
La Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP) publica mensualmente la evolución de las ejecuciones presupuestales.
Analizando los subsidios económicos destinados a los gastos corrientes (compra de energía, sueldos, pagos a proveedores y gastos de funcionamiento) del sector energético, se comprueba que, entre el 2004 y noviembre de 2015 (último dato disponible), totalizan la suma de US$ 83.000 millones.
El ministro de Energía, Juan José Aranguren, tiene una muy complicada agenda para resolver estos desequilibrios.
Los subsidios energéticos explican casi la mitad del déficit fiscal que heredamos.
Hasta que estos muy serios problemas no puedan ser resueltos, no podremos empezar a transitar el camino del largo plazo imprescindible para solucionar, en forma definitiva, la crisis energética.
fuente
"urgente24", 04.03.2016
{El artículo antecedente, está seguido de numerosos comentarios de lectores "combativos" - todos ellos - que atacan y defienden al articulista con pasión y sobre todo se descalifican entre ellos. Sin embargo ninguno se detiene a considerar ¿Qué tanto hay de razón o de error en el desarrollo del artículo? Ninguno en su crítica o apoyo hace referencia a las cifras se limitan a los adjetivos descalificadores. Si recurrimos a la memoria y al archivo podemos comprobar que al inicio del "Kirchnerato" Argentina, al aparecer, estaba en condiciones de exportar gas y existian tratados que nos comprometían. Al aparecer dificultades se debió recurrir a "triangular": comprar gas en Bolivia para reenviarlo a Chile, sucedió hasta que fue insostenible. Todo esto formó parte de una política y acción de gobierno errada y que se profundizó en el tiempo y se agravo en sus consecuencias}
Internacionales
Kirchner responde carta a Bachelet por venta de gas a Chile
El canciller argentino, Jorge Taiana, entregó la misiva del presidente al embajador chileno en Argentina, Luis Maira, en una reunión que sostuvieron en la sede del ministerio.
Aunque el contenido de la carta se mantuvo en reserva, trascendió que en ella el gobierno justifica el aumento del 20 al 45% de los impuestos sobre la exportación de gas, que en un 95% se vende a Chile.
Chile estima que el aumento es mayor al conversado por ambos gobiernos durante la cumbre del Mercosur que se realizó en la provincia de Córdoba (centro) el mes pasado.
Chile compra todo el gas que consume a Argentina y genera a partir de ese combustible el 47% de la energía eléctrica que necesita.
Además de elevar el impuesto, Argentina introdujo una variante en la fórmula de cálculo del gravamen que deja de ser un porcentaje del precio estipulado en el contrato de exportación, para calcularse sobre la base del precio que Argentina debe pagar a Bolivia por el gas que compra a ese país.
La decisión persigue trasladar a las exportaciones "la incidencia exacta" del aumento en el precio del gas boliviano, que Argentina compra a 5 dólares por millón de BTU (Unidad Términa Británica).
La variante representa según Chile un aumento de precio del gas argentino por encima de 4 dólares por millón de BTU, valor que esgrimen fue el que anticipó al gobierno de Bachelet el ministro argentino de Planificación Federal, Julio De Vido, durante la cumbre de Córdoba.
En medio de una ola de frío que potenció el consumo de energía en Argentina, el gobierno restringió los envíos de gas a Chile esta semana, recurso al que ya había echado mano durante la crisis energética de 2004.
La medida no fue confirmada por el gobierno argentino, aunque fuentes empresariales afirmaron que "desde el viernes y hasta el próximo jueves está cortada la provisión (de gas) para todos los contratos interrumpibles", de manera de asegurar la provisión doméstica.
fuente
"El Universo", Ecuador, 03.08.2006
La Argentina y Chile, sin acuerdo por la venta de gas
Bachelet planteó que debe haber una rebaja y Kirchner rechazó el pedido.
Cuando se los vio juntos, se los notó distantes.
Todo ocurrió en la bodega Trivento, de capitales chilenos y argentinos, en el municipio de Maipú, a 30 kilómetros de aquí, donde ya de por sí reinaba un clima frío y húmedo, con cielo encapotado.
Un dato no menor: la audiencia a solas, que según el programa iba a durar 30 minutos, se extendió por casi una hora. Luego, ambos debieron acortar otra reunión con sus comitivas, en la que el tema era el ferrocarril que cruzará la cordillera de los Andes.
En ese punto no hubo fisuras ni divergencias.
Sí en cuanto al gas. Chile pretende que se respeten los convenios de exportación de 1995, pero el Gobierno aumentó el precio del gas a 4,80 dólares por millón de BTU (unidad térmica británica), luego de que este año Bolivia elevara el valor del fluido que exporta a la Argentina a 5 dólares, cercano al precio internacional.
Chile pretende ahora que la Argentina mantenga el precio en 3,20 dólares. No hubo acuerdo.
Tras la reunión, el hermetismo fue total.
Pero fuentes de ambas cancillerías confirmaron a LA NACION que "algo pasó" entre los presidentes. Se respiraba la tensión.
Incluso en la ceremonia posterior, que fue pública, pasó a un segundo plano la firma del convenio de lanzamiento de la licitación internacional del ferrocarril trasandino, que unirá en 221 kilómetros la localidades de Luján de Cuyo (Mendoza) con Los Andes (Chile), a través de la Cordillera.
La obra, de 172 millones de dólares, se adjudicará a mediados de 2007 y se terminaría en 2009, según el proyecto oficial.
La línea se había inaugurado, en rigor, en 1910, pero se cerró en 1984.
Más allá de las formalidades y elogios de protocolo, los discursos abundaron en subrayar las dificultades de la relación entre la Argentina y Chile.
Con tono duro, Kirchner señaló: "Estamos dispuestos, con temple pero sin hipocresía, sino con sinceramiento, dolor y crudeza, a resolver las controversias que podamos tener". Y destacó: "Claro que no es fácil gobernar un país ni compatibilizar las relaciones entre dos países".
Bachelet no se quedó atrás. "A veces se avanza más rápido en unos temas y en otros más lentamente. Lo importante es tener logros", dijo, en referencia al ferrocarril a punto de ser licitado.
"Tenemos muchos compromisos pendientes, pero aprecio especialmente la decisión de poner fecha a todos los temas", agregó la presidenta.
Aunque nadie informó sobre ese calendario.
Otros conflictos
No sólo se habla de gas. Según confiaron a LA NACION fuentes de la Cancillería, Chile planteó su malestar por el aumento de los precios de combustibles en los surtidores de fronteras, lo que perjudica a transportistas trasandinos.Incluso, el gobierno de Bachelet evalúa la aplicación de un arancel del 35 por ciento a la importación de lácteos argentinos, a lo que la Argentina se opone.
Se prevé para pasado mañana una demanda de Santiago ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) contra la Argentina, a la que acusa de subsidiar esas ventas.
Para la Casa Rosada, sería una medida de suma gravedad.
Ante tantos reclamos, se conjetura en el oficialismo que Chile contaría con apoyo implícito de los Estados Unidos, un aliado estratégico.
Y que sería consecuencia de que la Casa Rosada enfrió su relación con la administración de George W. Bush y recalentó los vínculos con los líderes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Bolivia, Evo Morales.
Apenas terminaron ambos discursos, las dos comitivas partieron raudamente.
Ni siquiera se quedaron al almuerzo programado; el chivito de Malargüe -acompañada por papas prensadas, aceite y tomates secos- quedó allí, servido y humeante, para mejor ocasión.
El Presidente cumplió su ritual. Saludó a 200 militantes de la agrupación social de izquierda Barrios de Pie, entre besos y apretujones. Ni una palabra a la prensa; su caótico paso registró forcejeos y puñetazos entre periodistas y custodios; Kirchner sonreía y repetía: "Fue todo bárbaro"; "todo bien"; "los mendocinos son bárbaros"; y a los periodistas y sus micrófonos: "Péguenme... si quieren".
En el remolino, un cronista chileno le preguntó: "¿Quién en Chile es hipócrita?". No hubo respuesta.
Un toque de humor
Sólo se detuvo Kirchner a hablar con un cronista del programa cómico CQC . Y un movilero de Mendoza le reclamó: "Nos divertimos todos con CQC . ¿Pero podemos hablar de política?". Kirchner sonrió.
Ante la consulta de LA NACION sobre el gas, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, fue cortante: "No se habló nada de eso. Nada".
Y puso cara de pocos amigos. Hasta que llegó la gente de CQC , con la cual se aflojó.
En la comitiva chilena la atmósfera no era mejor.
Funcionarios trasandinos aseguraron que Bachelet no estaba de buen ánimo, que se la veía algo nerviosa y que predominaban los silencios en el avión de regreso.
Se susurraba que las declaraciones habían sido para la galería.
Los periodistas chilenos estaban sorprendidos por "el tono enérgico del presidente" argentino.
"Algo pasó", dijo a LA NACION un funcionario argentino. En la reunión, Kirchner y Bachelet habían estado totalmente solos.
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