El artículo relaciona, además, al senador con mandato cumplido y al supuesto “empresario” con los hermanos Cristian y Martín Lanatta y Victor Schillaci, autores del triple crimen de General Rodríguez y fugados del penal de General Alvear.
Aníbal “sí conoce al único detenido por la fuga de los presos del caso efedrina, Marcelo Melnyk”, escribe Wiñazki en la introducción de su nota en el diario Clarín.
En el artículo el periodista agrega que Fernández conoce a Melnyk “por el trato que mantiene con diversas personas que sobreviven en sus dominios políticos siempre al borde o por fuera de las leyes”.
Y agrega que el vínculo “nació cuando los presentó, en 2007, uno de los jefes de la barra brava del club Quilmes, Osvaldo “Dedo” Becerra”.
"'Dedo', quien pasó de barra brava a regente de varias parrillas por
esa zona del conurbano bonaerense, conocía al joven Melnyk porque uno de
sus locales de comida estaba ubicado frente a la pizzería 'El Faraón',
con la que Melnyk habría generado una fortuna rápida y considerable, según el relato de vecinos, clientes y fuentes también de la política", escribió Wiñazki.
La nota menciona también los vínculos de Melnyk y Fernández con Diego Méndez, responsable de La Cámpora Quilmes, como publicó ayer PERFIL.
Para finalizar, Wiñazki recuerda que fue Martín Lanatta quien sostuvo en televisión la relación entre Aníbal y los crímenes de la efedrina, llegando a decir, incluso, que fue él quien coordinaba el entramado.
desde su cuenta de Twitter
Aníbal Fernández descargó su furia contra el periodista Nicolás "Wiñazky"
El exjefe de Gabinete aseguró que el periodista encabeza una campaña de “infamia”. Lo acusó de “trasnochado y fabulador”.
Izquierda: el periodista Nicolás Wiñazki. Derecha: el exjefe de Gabinete, Aníbal Fernández. |
Foto: Cedoc
El exjefe de Gabinete Aníbal Fernández criticó mediante su cuenta de Twitter a Nicolás Wiñazki, al calificarlo como “fabulador” y “exponente del periodismo basura”.
“Les voy a contar a los que todavía no lo saben, quien es este gran fabulador, fenomenal exponente del periodismo basura llamado Wiñazky”, sostuvo Fernández.
Así, el exfuncionario de los gobiernos kirchneristas le respondió al periodista de Clarín,
por una nota en el matutino en la que se vincula a Fernández con
Marcelo “El Faraón” Melnyk, el hombre acusado por la fuga de los Lanatta
y Schillaci del penal de General Alvear.
"Aunque diga lo contrario, Aníbal Fernández, ex candidato a
gobernador de Buenos Aires en la peor elección que el PJ hizo en ese
distrito en cuarenta años, sí conoce al único detenido por la fuga de
los presos del caso efedrina, Marcelo Melnyk: se trata del
empresario gastronómico que le confesó a la Justicia que había alojado
en su quinta de Florencio Varela a los prófugos más buscados del país,
los hermanos Martín y Cristian Lanatta; y Víctor Schillaci", escribió
Wiñazki.
El artículo menciona también los vínculos de Melnyk y Fernández
con el jefe territorial de La Cámpora de Quilmes, Diego Méndez, como reveló ayer PERFIL.
Fernández optó por continuar con la acusación respecto de Periodismo
Para Todos, al sostener: “Salerno desmintió lo dicho en la entrevista
con Wiñazky en declaraciones a la justicia y dijo "lo único que les
interesaba era hablar de AF.
Wiñazky y Carrió sólo admitieron que el implicado en la mafia de medicamentos estaba en casa de Carrió cuando trascendió en redes sociales”.
“En aquel programa que proveyó la base para la campaña de Cambiemos, que luego le permitió a Vidal ganar la provincia… tanto Lanata como Wiñazky presentaron a los asesinos hoy profugados y a Salerno como víctimas inocentes, es más hasta lloraron en cámara”, relató el exfuncionario kirchnerista.
“Con Macri de vacaciones, Vidal ausente y Ritondo sin responderme por la rinoscopía, Wiñazky sigue su campaña de infamia”, él “es uno de los responsables de haber engañado a la sociedad haciéndoles creer que estos asesinos eran casi víctimas inocentes”, continuó.
Este exponente del periodismo basura inventa diálogos ficticios, dando apoyo al gobierno provincial en su estrategia de desviar la atención”.
“Amigos de amigos, faraones, árabes, egipcios, un Wiñazky
trasnochado sin la menor ética periodística, trabajando la confusión
ciudadana.
Así como nos enteramos de los 14 millones que recibió de
Cambiemos otro renombrado periodista, ya nos enteraremos de cuantos
recibió Wiñazky”, precisó Fernández.
“’Yo te banco la campaña en el club, en Quilmes’ escribe Wiñazky.
Las campañas en los clubes no tienen costo, crack, levantá la puntería”, concluyó.
Lo
dijo Servini: “Existe una clara participación de funcionarios públicos
en las maniobras por narcotráfico”. Días pasados comenté una obviedad:
“Si quieren saber qué pasó pregúntenle a Aníbal Fernández”.
Una de las
herencias culturales del kirchnerismo, referida al periodismo, fue el
uso de la desmentida.
Durante los años K, el gobierno y el aparato de
propaganda tomaron a la simple desmentida como prueba suficiente para
la anulación de cualquier denuncia.
Cualquiera que haya entrado a una
cárcel lo sabe: todos los presos dicen que son inocentes.
Gran parte
del periodismo lo aceptó con docilidad: “¿No ves que lo desmintió?”,
como si uno esperara que, ante la sola pregunta, el denunciado se
largara entre lágrimas a reconocer el hecho.
Así de infantil, pero
funcionó.
La desmentida como recurso contó para el gobierno
de entonces con un aliado indispensable: la impunidad.
Nadie iba a
investigar jamás si la desmentida era verdadera.
Por eso fue posible
que hechos incontrastables, pruebas evidentes, pasaran al archivo de
las desmentidas.
La reacción durante la fuga se ha modificado: ahora
persiste la torpe desmentida común.
En la edición de ayer de Página/12,
Horacio Verbitsky inaugura la desmentida disfrazada de pelea política:
anuncia que, en marzo, Macri lanzará una ofensiva judicial contra
Cristina similar a la que la dictadura del 55 lanzó contra Perón.
Antes
mostraban pieles y joyas de Eva, ahora mostrarán bolsos con euros y
hoteles de Cristina.
Aníbal Fernández sigue aún girando en falso: sólo desmiente, como si eso alcanzara.
Eso sí, todavía le quedan algunas frases ingeniosas (quizá propias,
quizá de Carlos Caramello, su asesor de prensa, el autor fantasma de
sus libros).
El vértigo de la información impide, a veces, ver lo que
está más cerca: Aníbal Fernández fue (¿o es aun?) el jefe (¿intermedio?
¿principal?) de una banda vinculada con el narcotráfico.
Los
testimonios, las declaraciones, los hechos son por demás evidentes.
El
único motivo por el que hasta ahora pudo eludir a la Justicia fue la
venalidad de los jueces, su docilidad al poder político de turno, como
vergonzosamente muchos lo están demostrando ahora en otras causas.
Para
los periodistas, el lector es una especie de personaje de ficción que
escucha o mira los programas desde el comienzo hasta el final, lee el
diario en orden, recuerda todo lo que decimos como si fuera importante y
memoriza los nombres como en el colegio.
Quiero poner en contexto mi afirmación sobre Fernández: -Entre 2006 y 2008 se incrementó como nunca antes la importación de efedrina. -Sucedió
una pelea sorda entre el Registro Nacional de Precursores Químicos del
SEDRONAR junto al entonces titular, José Granero, contra el entonces
ministro de Justicia, Aníbal Fernández, por el control del área. -Grupos
de narcos mexicanos, atentos a que la importación de efedrina era
legal, se instalan acá.
La efedra, de donde se obtiene la droga, crece
en China e India.
Debe estar legalmente regulada junto a otros 60
precursores, y en México se utiliza para elaborar metanfetamina.
El kilo
que llegaba a 100 dólares a Argentina se vendía en 10.000 dólares en
México. -Entre 2004 y 2005 -publicó Emilia Delfino en PERFIL-
se importaron 3.449,5 kilos de efedrina.
A principios de 2006 comenzó
el aumento desmedido: ese año entraron casi 7.000 kilos, y el pico
sucedió en 2007 con 19.200 kilos. -En 2008 sucede el triple
crimen de General Rodríguez, y ese año las importaciones bajaron aunque
no tanto: 15.650 kilos.
Después del 28 de agosto -el crimen fue el día
7 del mismo mes- la importación se detuvo. -En julio de 2014
trascendieron partes del expediente de Servini de Cubría en una
investigación sobre efedrina donde supuestos cómplices de Fernández lo
vinculan con el negocio.
La jueza afirma que “existe una clara e
indispensable participación de funcionarios públicos en las maniobras
por narcotráfico”.
Servini procesó a José Granero, a Gabriel Abboud y a
Julio De Orue, del Registro de Precursores Químicos. Granero dijo
entonces al portal Tribuna de Periodistas: “Me hicieron una cama”. -En
Periodismo para Todos, José Luis Salerno, ex policía y ex socio de
Ferrón, uno de los asesinados, involucró a Aníbal en el Triple Crimen:
“Para mí, la orden la da Aníbal, no Pérez Corradi, que era un
financista.
El negocio de la efedrina se lo quedó Aníbal con la SIDE”.
“Forza, Ferrón y Bina quisieron quitarle el negocio a Fernández”,
agregó. -Las peripecias de Esteban Pérez Corradi, uno de los
protagonistas del caso fueron investigadas en detalle por Emilia
Delfino y Rodrigo Alegre: es una historia abierta. “Según consta en los
registros de Gendarmería Nacional -escriben-, Pérez Corradi salió del
país el 26 de julio de 2008, exactamente quince días antes de la
desaparición de los tres socios.
Vía Aeropuerto Internacional de
Ezeiza, tomó un vuelo de Lan Chile y regresó el 10 de agosto por Lan
Perú.
Pero no ingresó en Chile ni en Perú.
Fueron escalas para llegar a
México”. -Ante la Justicia, la viuda de Forza, Solange
Bellone, declaró haber conocido un encuentro entre su esposo y Aníbal.
“Hizo mención a La Morsa, alguien que tenía bigotes”, dijo. -Martín
Lanatta, ante las cámaras, fue más preciso: trabajó con Aníbal,
recaudaba para él y para Andrés Meiszner en el RENAR, llevó dinero de un
cartel mexicano con un acompañante de la SIDE a casa de Fernández,
etc.
Amplió ante la Justicia con nombres y direcciones que evitó
mencionar en el aire. -Semanas más tarde se conoció en
perfil.com un video grabado en la cárcel por el propio Lanatta, donde
Antonio Solivaret, ex asesor de la municipalidad de Quilmes, le ofrecía
a él, su hermano Cristian y a Víctor y Marcelo Schillaci mejorar su
pena a cambio de una retractación.
“Yo me retracto, lo dejo limpio y el
tipo gana”, dice Lanatta en el tape. Días pasados, en Telenoche, comenté una obviedad: “Si quieren saber qué pasó pregúntenle a Aníbal Fernández”.
Muchos se asombraron, hasta que hace pocos días los personajes
vinculados a “la Morsa” comenzaron a aparecer: primero fue Marcelo
Melnyk, el empresario gastronómico que le confesó a la Justicia que
había alojado a los prófugos en su quinta de Florencio Varela.
Según
escribió ayer Nicolás Wiñazki en Clarín, “el vínculo entre el ex
jefe de Gabinete y Melnyk nació cuando los presentó, en 2007, uno de
los jefes de la barra brava del club Quilmes, Osvaldo “Dedo” Becerra.
“Dedo”, quien pasó de barra brava a regente de varias parrillas por esa
zona del conurbano bonaerense, conocía al joven Melnyk porque uno de
sus locales de comida estaba ubicado frente a la pizzería “El Faraón”,
con la que Melnyk habría generado una fortuna rápida y considerable,
según el relato de vecinos, clientes y fuentes también de la política.
“Melnyk -agregó- realizó trabajos políticos para el jefe territorial de
La Cámpora de Quilmes, Diego Méndez, nombrado por Fernández en la sede
local del ANSeS”. Ayer, Marcelo Mallo, el jefe ultra K
de Hinchadas Unidas Argentinas, barra de Quilmes, fue sorprendido con
armas no declaradas.
Mallo formaba parte de una banda que vendía
certificados falsos de crédito fiscal a las empresas.
Fue detenido y
liberado por Oyarbide.
Fue, antes, funcionario municipal de la gestión
de Sergio Villordo, puesto en el cargo por Aníbal.
Tal vez Verbitsky
piense que todo es una venganza de la Libertadora, pero es inevitable
asociar a este grupo encantador al ex dirigente de la AFA y la Conmebol
José Luis Meiszner, ahora bajo la tutela del FBI. ¿Ningún fiscal o juez tiene nada que preguntar? ¿Alcanza con la desmentida?
Escribo estas líneas a dos años de las próximas elecciones.
Espero que nadie me acuse de tener intereses ocultos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario