A FUTURO... TIEMPOS DUROS
Domingo 23 de agosto de 2015
La crisis económica que dejará Cristina Kirchner
Si un extranjero despistado aterrizara en
Buenos Aires, podría establecer que el país tiene un Banco Central con
activos por cerca de 120.000 millones de dólares. Es mentira. El Banco
le prestó al Gobierno US$ 85.000 millones (69.000 millones durante los
ocho años del cristinismo) a cambio de papeles que no valen nada. Y que
nunca se devolverán. Lo que resta son US$ 33.000 millones, que son las
reservas brutas que tiene hoy el país. Las reservas netas son otra cosa:
podrían estar en el orden de los US$ 12.000 millones, según los
economistas más generosos.
Vale la pena hacer un repaso de lo que
sucedió con el Banco Central en los años de Cristina Kirchner. El
resultado marca una diferencia muy nítida con la administración de su
esposo, que era tan intolerante como ella frente a la disidencia y la
crítica, pero era más sensato para manejar las cuentas públicas.Según
un estudio de Alfonso Prat-Gay, cuando la Presidenta asumió por primera
vez, en 2007, el Banco le había prestado al Gobierno US$ 16.000
millones. Eran préstamos para el pago de deuda o adelanto de
transferencias. El propio Prat-Gay se había ido de la presidencia del
Banco, a fines de 2004, con un nivel de préstamos al Gobierno de sólo
4000 millones de dólares. Eran todos adelantos transitorios. Prat-Gay
comenzó a tener los primeros roces con el entonces ministro de Economía,
Roberto Lavagna, cuando le impuso a éste que esos adelantos debían
hacerse contra la devolución de los anteriores.
En 2011, al final
del primer mandato cristinista (del que no participaron Prat-Gay ni
Lavagna), los préstamos llegaban ya a los US$ 26.000 millones. Cuatro
años después, la deuda del Gobierno con el Banco alcanza los US$ 85.000
millones. El Banco Central está técnicamente quebrado. Peor: el Gobierno
instaló el cepo al dólar para "cuidar las reservas", pero ahora no se
puede salir del cepo por falta de reservas. Esa situación ya no es una
inferencia de economistas conspiradores. La admitió públicamente el
presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, cuando dijo que se
"necesitan reservas mucho más importantes que las que tenemos" para
abandonar el cepo. Es un caso único: ningún presidente de un Banco
Central del mundo admitió jamás que carece de reservas.
La
ministra de Economía bonaerense, Silvina Batakis, avanzó un poco más que
Vanoli en la claridad de la descripción: las reservas "son escasas",
dijo. Batakis debe administrar un presupuesto muy frágil en su
provincia. Antes, Aníbal Fernández había dicho que el levantamiento del
cepo vaciaría en pocas horas al Banco Central. ¿Fue una de sus
ocurrencias en el entresueño de la madrugada? Puede ser. Los otros
tienen cargos técnicos más creíbles.
¿Se equivocan Vanoli y
Batakis? No. A los 33.000 millones que se declaman ahora hay que
restarles varias cosas. Hay 8000 millones de encaje, que forman parte
del dinero que los argentinos atesoran en cajas de ahorro en dólares.
Hay 11.000 millones de los swaps con China, pero no son dólares, sino
yuanes. Y hay unos US$ 2500 millones (algunos economistas llevan la
cifra a 3000 millones) que pertenecen a pagos a los bonistas que
ingresaron en los canjes y que el juez Thomas Griesa no les permite
cobrar. Griesa podría modificar esa decisión en cualquier momento. Lo
hará seguramente cuando el próximo gobierno entable una mínima
negociación con los fondos buitre. Quedan, entonces, US$ 11.500
millones, sin contar los vencimientos de la deuda hasta diciembre ni las
compras de dólares para atesorar o los gastos de argentinos en el
exterior. Se le pueden restar otras cosas (como la deuda del Banco
Central por las liquidaciones no hechas de importaciones pagadas aquí),
pero es mejor dejar las cosas así. Ya como están explican que el dólar
paralelo se haya disparado de nuevo.
"La Argentina no tiene un
problema de falta de dólares. Tiene dólares, pero una parte no está
donde debe estar", asegura uno de los principales ejecutivos del sistema
financiero. Hay bienes (dinero, bonos o propiedades) de argentinos en
el exterior por 400.000 millones de dólares, según los últimos estudios.
Dentro del país, hay dólares circulando entre cajas de seguridad,
colchones y covachas. No están en el Banco Central, porque la Presidenta
nunca creó las condiciones de confianza necesarias para que eso
ocurriera.
El propio gobierno dio en una medianoche premeditada,
la del miércoles pasado, las razones de esa desconfianza. El déficit
fiscal se triplicó en el primer semestre de este año. Economistas
privados calculan que el déficit de este año llegará a los 300.000
millones de pesos. ¿Por qué aumentó el déficit si los subsidios a los
servicios públicos debieron bajar por la vertical caída en los precios
del petróleo y el gas? La respuesta hay que buscarla en la inflación. Si
todo sube a un ritmo del 30%, es razonable que los subsidios suban en
lugar de bajar. Además, como sucede en los años electorales del
kirchnerismo, el gasto en obras públicas y planes sociales aumentó entre
un 40 y un 50%. Bajar ese déficit colocará al próximo presidente en
situaciones políticas incómodas.
El debate sigue encerrado en un
porcentaje minoritario de argentinos. Una sociedad que viene de conocer
la cima del abismo en tiempos relativamente recientes necesita algo más
que estas discusiones para advertir una crisis. Como dice el economista
Enrique Szewach, a "la gente le importa el flujo, no el stock", hasta
que la falta de stock afecta al flujo. La estrategia de Cristina
consiste en que el flujo no perciba la falta de stock antes del 10 de
diciembre. Carlos Melconian propuso la creación de una comisión de 20
economistas profesionales, sin que importe la ideología, para hacer un
balance serio de la economía que recibirá el próximo presidente, sea
quien éste fuere.
Tal vez el que más necesitará de esa ayuda será
Daniel Scioli. Macri tendría, al revés, el mandato popular para un
cambio sustancial de la política económica. Scioli se notificó el jueves
pasado de que ni siquiera podrá disponer de las acciones de empresas en
manos de la Anses. Cristina envió una ley cerrojo para esas acciones,
por las que prácticamente quedaría cristalizada la actual situación,
salvo que el bloque cristinista del Congreso habilitara un cambio. Pero
¿existirá un bloque cristinista decisivo en el próximo período? Los
números que se ven son sólo fragmentos de la realidad que salen a la
luz. Una noción global de la realidad se conocerá cuando otro gobierno
abra los cajones ahora cerrados, cuando sean otros, quizá, los que estén
en condiciones de reprocharle a Cristina lo que hizo con la economía en
su eterno ejercicio entre la prueba y el error..
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