{En una reciente cadena nacional, la Señora Presidente, criticó severamente a los trabajdores de la cuarta categoría del impuesto a las ganancias, por quejarje de tener que dar un "poquito" de sus "suculentos" haberes ($15.000,=). Por otra parte estos "insolidarios" trabajadores son infima minoría. Estaría bueno que se advierta que hay otros sectores, muchos de ellos multinacionales, que andan en puntilla, por la económia argentina que también deben contribuir, sin que ello signifique que pierdan}
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Pero no es necesario personalizar tanto. Días antes el BCRA informó
que en 2014 el sistema financiero registró ganancias por 46.000 millones
de pesos, 58 % más que en 2013.
Los bancos, lo hemos dicho aquí más de una vez, han sido grandes ganadores en la era K. Llevan más de un decenio pagando a los ahorristas tasas de interés inferiores a la inflación. Esto es, gozan de un subsidio permanente a su mercadería de trabajo, el dinero.
Subsidio que el Gobierno se ha encargado de garantizar con tasas de inflación altas y crecientes (aunque negadas) a lo largo de doce años.
En 2014, a eso se agregaron dos fenómenos: la devaluación de enero, que revalorizó los activos dolarizados de los bancos, y la suba de las tasas de interés que el BCRA paga para que les compren los títulos (Lebacs y Nobacs) con que “esteriliza” en parte la emisión de dinero con la que financia el imparable déficit fiscal.
Esos títulos son ya 40% del activo de los bancos. Así, aunque cada vez dan menos crédito productivo (a la industria, al comercio, al agro) y real (hipotecarios, prendarios) cada vez ganan más, concentrándose en el crédito caro y de bajo riesgo (consumo, tarjetas) y prestándole al Estado.
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FUENTE
"LOS ANDES", 18.03.2015
Los bancos, lo hemos dicho aquí más de una vez, han sido grandes ganadores en la era K. Llevan más de un decenio pagando a los ahorristas tasas de interés inferiores a la inflación. Esto es, gozan de un subsidio permanente a su mercadería de trabajo, el dinero.
Subsidio que el Gobierno se ha encargado de garantizar con tasas de inflación altas y crecientes (aunque negadas) a lo largo de doce años.
En 2014, a eso se agregaron dos fenómenos: la devaluación de enero, que revalorizó los activos dolarizados de los bancos, y la suba de las tasas de interés que el BCRA paga para que les compren los títulos (Lebacs y Nobacs) con que “esteriliza” en parte la emisión de dinero con la que financia el imparable déficit fiscal.
Esos títulos son ya 40% del activo de los bancos. Así, aunque cada vez dan menos crédito productivo (a la industria, al comercio, al agro) y real (hipotecarios, prendarios) cada vez ganan más, concentrándose en el crédito caro y de bajo riesgo (consumo, tarjetas) y prestándole al Estado.
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FUENTE
"LOS ANDES", 18.03.2015
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