30 mar 2015

A LOS JUBILADOS... A LOS CIUDADANOS... EN MENDOZA Y EL PAÍS

A LOS JUBILADOS... A LOS CIUDADANOS ... EN MENDOZA Y EL PAÍS



OCHO AÑOS,… DOS GOBERNADORES,… CINCO MINISTROS… Y LA SALUD SIGUE… A LOS TUMBOS

A los tumbos desde hace 8 años y sin tiempo para revertir el panorama de acá a diciembre. Esa es la definición que le cabe a lo que ocurre en el Ministerio de Salud de Mendoza, un área que permanece presa de las peleas internas, las conducciones erráticas, los escandalosos enfrentamientos entre el personal y los funcionarios, y la imposibilidad de ponerles fin a las remanidas problemáticas, como las colas en los centros de salud o las listas de espera para cirugía.

Dos gobernadores y cinco ministros no supieron, ni saben, cómo domar esa fiera que nos muestra su rostro más atroz – y doloroso para sus víctimas – cuando, de tanto en tanto, los medios de comunicación volvemos a poner la lupa sobre el funcionamiento de los hospitales y centros de salud públicos, o de la ardua negociación salarial con los gremios, que a veces deriva en huelgas.

Durante la gestión de Celso Jaque, lo que ocurrió en la cartera que nos convoca fue un triste papelón cuyas consecuencias las pagaron los pacientes que carecen de obra social.

Los dos primeros años, la pelea entre quien era ministro, Sergio Saracco, y Ricardo Landete, su segundo y, a la vez, cuñado de Jaque, paralizó toda la estructura.

Por esas horas, un incendio en el hospital infantil Humberto Notti reveló la acumulación de residuos patológicos, que no funcionaban los matafuegos ni el aire acondicionado y que los bebés que permanecían en Neonatología debían convivir con ratas y cucarachas.

Ni los lazos familiares, ni el prestigio de Saracco, evitaron la debacle. Fue entonces que el malarguino nombró a Juan Carlos Behler, que termino su mandato igual de cuestionado que sus antecesores.

Nunca voy a olvidar a Francisco Pérez en campaña. Sin titubear, cuando le preguntaban cuál era el tendón de Aquiles de su jefe político respondía: “La salud”.

Tampoco se borran de mi memoria sus lágrimas durante el primer discurso ante la Asamblea Legislativa, el 1 de mayo de 2012, cuando mirando a los ojos en forma teatral a su esposa, Celina Sánchez, evocó el dolor de los que esperan horas por un turno.

Por esas horas, Carlos Díaz Russo ya era ministro, Médico, gerente de una prepaga que le pagaba un excelente sueldo, y con referencias intachables, Días Russo fracasó sin haber encarado o aplicado ni una de las medidas que figuraban en las plataformas y que se vociferaban en tiempos electorales.

Entonces llegó el amigo: Matías Roby, una especie de Mesías que se presentaba en los hospitales los sábados en la mañana para luego denunciar, como su fuera un legislador de la oposición, que los quirófanos no se pintan desde hace 18 años o que el instrumental que les entregan a los médicos no es mucho mejor que “cuchillo y tenedor”.

Confiado en conseguir dinero de la Nación y de los organismos internacionales, Roby juró que en los 700 días que le daban para actuar iba a sacar a flote a un Ministerio que destina el 80% del presupuesto en sueldos y sólo el 20%, restante, a gestión. Y si bien hoy – peleado con su hermano Paco y lanzado a la carrera de la gobernación – la juega de político atípico que se anima a contar lo que se negocia en las mesas chicas, el día que asumió también hizo muchas promesas, a la vieja usanza. Y más allá de los rayos y centellas que ocasionó su salida de gabinete, lo cierto es que tampoco él deja una impronta. Una buena impronta. Al contrario, cortó lazos con los gremialistas de ATE y AMPROS que, por ejemplo, este jueves volverán a sentarse a la mesa paritaria, luego que la semana pasada rechazaran sin pestañear el 33% de aumento que les propuso el Gobierno.

Una misión imposible es la que le asignaron, entonces, al sucesor Oscar Renna, el flamante ministro. Terminada la Vendimia 2015, el Ejecutivo se apresta a encarar el cronograma electoral que nos pisa los talones. No hay tiempo para más.

Cierra la puerta de otra gestión y los problemas del Ministerio, al que alguna vez en este mismo espacio califiqué de “maldito”, siguen engordando  gozando – paradójicamente – de excelente salud.

FUENTE
“UNO”, 10.03.2015  



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